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Después de aquella noche especial me sentía bastante relajado para comenzar un nuevo día. Al los ojos me sentí algo desubicado, había olvidado que estábamos de viaje y despertar en una habitación desconocida para mí me había confundido un poco. Aroa estaba estirando sus brazos sentada en el borde de la cama de su lado, al parecer justo se había despertado. Si no fuera por la cortina me hubiera quedado ciego hace unas horas. 

—Buenos días —saludé haciendo que se sobresaltara mirando hacia detrás. Estaba algo somnolienta como solía estarlo una vez recién despierta. 

Gateó por la cama hasta llegar a mí y dejar un beso corto sobre mis labios—. Buenos días, ¿dormiste bien? —Preguntó sentándose sobre sus rodillas y ladeando la cabeza. 

—A pesar de no ser nuestra cama, dormí bien aunque, hace calor —ella afirmó mis palabras. Salí de la cama poniéndome de pie y estirando los brazos mientras ella me observaba. 

—La cama es bastante cómoda —levanté una ceja con picardía al escuchar esas palabras. Ella puso los ojos en blanco, yo también me cansaría de alguien como yo con pensamientos tan sucios, tenía que haber una pastilla o algo para eliminar esos pensamientos. 

Tiré de ella dejándola de pie sobre el colchón tomándola por sorpresa. La cogí en brazos cual bebé dejándola sobre el suelo para después abrazarla por los hombros encaminándola hacia el piso de abajo. Me da que pilló la indirecta de que tenía hambre y de que mi estómago dolía de tanto esperar. 


..... 


Una vez todo preparado, salimos encontrándonos con Kaori y Mizu bastante acaramelados y cuando digo bastante, es bastante. Aparté la mirada mientras intentaba en concentrarme para ayudar a Aroa la cual sacaba un bolso y una nevera ella sola. Tomé la nevera y ella me lo agradeció con una sonrisa. Se aseguró de llevar todo lo importante para después cerrar la puerta del apartamento y guardar la llave en el bolso que llevaba el cual había dejado en el suelo. Miré de reojo hacia detrás para ver si Kaori y Mizu se habían dado cuenta de nuestra presencia —y en parte para evitar mirar las vistas que me estaba dejando mi novia, de verdad, o yo no podía con mis hormonas o ella se había propuesto provocarme— pero no, yo creo que nunca había visto a dos personas de esa manera. 

—Madre mía se están comiendo la boca —eso mismo estaba pensando hasta que Aroa lo dijo. Ambos nos miramos e intentamos reprimir una risa, yo creo que ni nosotros nos habíamos dado un beso tan apasionado. 

—Que educadita eres, ¿eh? —Bromeé haciendo que me pellizcara el estómago mientras inflaba las mejillas. 

—Eran las palabras más adecuadas, suerte que están tan sumidos en su mundo que ni siquiera me habrán escuchado, hubiese cavado mi propia muerte —dijo eso último en susurro para darle dramatismo mientras con el dedo hacía como que cortaba su cuello.  

—No quiero que eduques con esas palabras a nuestros hijos —le regañé haciendo que por un momento sonriera. Cuando vi esa sonrisa analicé mis palabras dándome cuenta de lo que había dicho. 

—A nuestros hijos... —susurró sin evitar sonreír. Esbocé también una sonrisa—. No te preocupes, con ellos seré más políticamente correcta —bromeó haciéndome sonreír. Me robó un beso haciéndome entender lo mucho que le había gustado que dijera eso. 

Cogimos nuestras cosas después de ese momento delicado y salimos haciendo como si nunca hubiéramos visto aquello. Últimamente teníamos momentos muy bonitos como ese y me encantaba, es decir, sentía que todo volvía a ser como antes. Le tendí la mano que tenía libre para que ella la tomara entrelazando nuestros dedos.  

Volando || Nishinoya YuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora