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Maratón 3/4.

Puse los ojos en blanco al escuchar ese sonido y Aroa solo pudo taparse con su mano la boca mientras reía. Metí la mano en mi bolsillo de la chaqueta en busca de aquel dichoso aparato que como siempre me arruinaba los mejores momentos. Miré la pantalla y me tranquilicé un poco ya que la persona que llamaba podría matarme si le contestaba mal.

—¿Mamá?

—Hijo, perdón llamar tan tarde, espero no haberlos pillado durmiendo —dijo con bastante preocupación. Suspiré, en realidad me sentía mal por haberme enfadado hace unos segundos por el ruido.

—Tranquila, salimos para llevar a Hiro a su casa, estamos subiendo a nuestro piso —le informé y ella suspiró aliviada. Mi novia escuchaba media adormilada la conversación.

—¿Estás con Aroa? —Preguntó con curiosidad.

—Estamos juntos —respondí esperando cualquier cosa de mi madre.

—¿Sobre que hora vendréis mañana? —Puse los ojos en blanco, sentía que en aquel momento estaba en un interrogatorio.

—Sobre las doce estaremos ahí pensamos salir a las diez de aquí.

—Vale, ¿la dejas a ella primero o venís los dos? —Volvió a preguntar y sentí la ligera risa de mi novia.

—Aún no sé, ya mañana veremos.

—Qué seco eres a veces, cariño —replicó mi madre algo molesta, suspiré y Aroa pasó sus manos por mi pecho buscando que me relajara.

—Estoy cansado, nada más... —me excusé y mi madre suspiró.

—Vale mi amor, mañana nos vemos —dijo cansada—. Duerman bien, te quiero.

—Igualmente mamá, te quiero.

—Qué malo eres a veces con ella —comentó con una sonrisa divertida. La puerta del ascensor se abrió dejándonos en nuestro piso.

—De verdad, estoy tan cansado como tú y la verdad es que ahora no tengo ganas de hablar —admití e iba enserio, desde que me había subido al ascensor sabiendo que iría directito a la cama a dormir me había quitado las ganas de todo.

—Créeme, te entiendo —respondió con honestidad. Sacó las llaves de su chaqueta y abrió la puerta con suavidad para no molestar a los vecinos—. Solo queda meter las cosas en la maleta, ¿no?

—Antes de que viniera Hiro lo dejé todo sobre la cama —le aseguré y cerré la puerta detrás de mí. Ambos nos quitamos los zapatos y entramos en casa

—Me gusta que me hagas caso —bromeó con una pequeña sonrisa. Más bien quería que ambos descansáramos y sobretodo ella que llegaría tarde de trabajar.

Una vez dejamos todo preparado para mañana cada uno se puso su pijama y no dudamos en meternos con rapidez en la cama. En poco tiempo ella se durmió dejándome solo con mis pensamientos. No entendía porqué justo cuando estaba tan cansado, mis pensamientos habían comenzado a atormentarme dejándome despierto por lo menos una hora más hasta que logré conciliar el sueño.

No podía dejar de pensar que volvería a donde me había criado pero a la vez un sitio donde se encontraban personas que no tenía ganas de volver a ver.


....


—Todo estaba delicioso —admitió mientras masajeaba su barriga una vez salimos de aquel lugar.

El día había amanecido bastante soleado, cosa que había aumentado las temperaturas y te permitía ir por la calle en camiseta corta. Como habíamos acordado, nos encontrábamos de camino a Miyagi haciendo una parada para desayunar en aquella cafetería que otras veces habíamos visitado. El camino se había hecho un poco más corto de lo normal ya que ambos íbamos entretenidos hablando sobre un montón de cosas diferentes por lo que, se notaba el cambio de que por fin habíamos vuelto a ser los mismos de siempre.

Volando || Nishinoya YuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora