Aquí y allí
Eran cerca de las dos de la madrugada de una noche de principios de agosto. La mayor parte de los habitantes de la ciudad estaba de vacaciones y muchos habían huido a las playas. De vez en cuando pasaba alguna moto haciendo ruido o un coche con las ventanillas bajadas inundando la calle de música disco. Casi todos los bares de copas habían cerrado ya, pero en un barrio de las afueras aún brillaba el anuncio de neón de unos billares.
El bar estaba casi vacío. Dos hombres de ojos vidriosos miraban sin ver la televisión, apretando sus vasos de whisky como si fueran salvavidas en pleno océano. El barman pasaba la bayeta por el mostrador echando ojeadas al reloj mientras dudaba entre echarlos a la calle directamente o esperar a que se fueran las dos en puntos.
Otro hombre, con la frene apoyada en la mano, lloraba solitario en la barra, junto a una botella mediada de ginebra, sin que nadie le hiciera caso. El hielo de su bebida se había deshecho y el agua que escurría de las paredes del vaso había ido formando un charco que ya llegada a la botella y al codo de su chaqueta.
-Mi bocaza... -sollozaba para sí mismo-, mi maldita bocaza. ¿Por qué he tenido que decirle eso? Yo no quería... no quería...
Un hombre se instaló en un taburete a su lado, ignorando la mirada del barman que decía bien a las claras que no pensaba servirle ya a esas horas. Era ya mayor, casi viejo. Tenía unos cálidos ojos color avellana y el pelo muy blanco y fino, como de bebé. Unas gafas de concha asomaban del bolsillo de su americana.
El borracho siguió sollozando, perdido en su propia desesperación.
-Si uno pudiera retirar lo que ha dicho... si uno pudiera volver a empezar.
-Hay un lugar –dijo el viejo.
El hombre levantó la cabeza.
-Yo lo llamo el almacén de las palabras terribles, pero no tiene nombre.
El borracho lo miró con los ojos enrojecidos y dejó de llorar.
-¿Usted lo conoce? ¿Ha estado allí? –preguntó en voz ronca de alcohol y llanto.
-Una vez. Hace mucho tiempo.
-Dígame dónde está.
ESTÁS LEYENDO
El Almacen De Las Palabras Terribles
Teen FictionTalia no quería decirle a su madre esas terribles palabras, pero lo hizo y ahora es imposible borrarlas. Es demasiado tarde. Su madre se ha marcado de casa y sus padres ya no se reconciliarán nunca. Sin embargo, quizá no todo esté perdido. Existe un...