Capítulo 3: ¿Has cambiado de opinión?.

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-¡Suélteme! -chilló la rubia.

-No -dijo en voz fría. Tomó a la chica más cerca de él y eso la hizo sentirse incómoda-. Vamos, adentro. -la encaminó.

Nona presenciaba la escena, al igual que otras chicas que observaban desde las ventanas de sus habitaciones.

-A mi oficina, ahora -miró a Nona, quién asintió con temor.

La chica daba gritos o murmuraba cosas.

-Grita todo lo que quieras, nadie te escuchará -dijo él mientras inconscientemente sonreía.

Caminaron hasta llegar en el centro de la gran casa.
Subieron las escaleras y volvieron a tomar un nuevo rumbo, esta vez, pasando por un largo pasillo en donde se podían apreciar grandes cuadros de pinturas de muchas chicas vestidas como niñas pequeñas.
Ambos llegaron a una puerta muy enorme, cerca de unos tres metros de largo y dos de ancho, tenía decorado pequeños ángeles, era muy elegante, de un estilo dorado y caoba.

El hombre abrió la puerta y pasó con la rubia y al final Nona quién cerraba ésta después de él.

Sentó a la rubia en uno de sus 2 sillones cómodos.

La oficina era de un color rosa y beige cálido, los muebles eran blancos. En el centro, estaba su gran escritorio y su gran silla de cuero blanco puro.

Se acomodó su corbata y traje azul impecable, como siempre.

Carraspeó-. Supongo que debe existir alguna explicación y decirme que rayos hace una desconocida en mi casa. -sonrió irónicamente y miró a Nona.

-Señor Bieber... es una larga historia, la chica...

Bieber golpeó el escritorio haciendo un ruido que las dejó anonadas y con miedo.

-Por favor... déjeme ir. -susurró la chica.

Él la ignoró-. ¿Y bien? -miró a su criada otra vez.

-Señor...

-¡No! -la rubia gritó mientras se levantaba al mismo tiempo-. ¡No es su culpa, es mía! Ella sólo quería ayudarme... -sollozó cubriéndose el rostro-. Ella no tiene la culpa, lamento enserio estar aquí, no soy responsabilidad de nadie, yo puedo arreglar mi vida por mi cuenta -el rostro de la chica aún era pálido y demostraba dolor y culpa.

Él observo sus ojos celestes y por un momento pensó que eran.... iguales a los de...

-Me iré, lamento enserio todo esto, me iré y jamás me volverán a ver, no quiero causarles más problemas-. dijo Jenn por última vez y salió corriendo tratando de irse lo más posible en ese instante.

Él se quedó ahí parado, sin ningún movimiento alguno.

-Señor Bieber.... lamento todo esto -dijo Nona.

Bieber negó. -Todo está bien -musitó.

¿Así terminaría esto? ¿Ese era el fin? ¿Dejaría que la chica no pagara por estar en su morada? ¿La estaba dejando ir?

Él sabía, que al verle en los ojos, muchos recuerdos habían regresado, Él sabía que esto recién comenzaba, porque...

Justin Bieber jamás, jamás, deja escapar una chica, una chica que puede ser la indicada.




~•~




3 días después.

Habían pasado tres días, tres días desde que la chica de ojos celestes y cabello rubio había desaparecido.

Él había soñado con ella, y eso no era una buena señal, al contrario, lo estaba atormentando a más no poder, una parte de él despertó frenéticamente.

La quería, quería tenerla, algo de él quería tenerle a su lado y jamás dejarle ir.

Y la había buscado, la había estado buscando como loco por las calles, mientras veía por la ventanilla polarizada de su auto mientras el chofer manejaba. Incluso se había bajado de éste para preguntar por ella, pero nadie la reconocía.

Esta vez, era el cuarto día de la búsqueda y al parecer, sus plegarias para que ella apareciera habían funcionado. El auto se detuvo un poco más atrás de donde se encontraba una panadería y ella observaba como salía el pan recién horneado.
Bieber sonrió para sus adentros.

Bajó del auto y caminó hasta donde ella estaba, llegando por detrás.

-¿Sabes? puedes tener más que una pieza de pan -sonrió.

Ella chilló un poco asustada-. Usted...

-Te he visto y me parece que no es correcto que una jovencita como tú esté a las afueras de las calles, sola, sin casa, sin comida... pasándola muy mal, y peor ya que el invierno estará a la vuelta de la esquina muy pronto.

-Déjeme sola -dijo seca-. No necesito de su hospitalidad.

-No digo que te estoy ofreciendo nada ahora, pero pensándolo bien... -se colocó detrás de ella y se acercó hasta llegar a su oreja y susurrarle. -Si yo fuera tú, no dudaría en que me convendría bien un poco de ayuda. -sonrió y acomodó su corbata negra.

La chica sintió un escalofrío detrás de ella. Se volteó hasta encararle.

-No -siseó.

Él frunció el ceño-. Bien -su auto se acercó hasta posarse frente a él-. Créeme, si aceptaras, tendrías una nueva vida, una nueva oportunidad -le da una última sonrisa y sube a su auto.

Ella se quedó muy pensante.
Mientras él, dentro del coche, aún no daba la indicación a su chofer, ya que sabía que ella no dudaría en aceptar la oferta secreta que tenía.

-Enciende el motor -indicó con una sonrisa.

La chica se alarmó al oír el motor, sabía que si él se iba, ahora sí jamás le volvería a ver, he incluso a Nona, quién ya le había tomado cariño en pocos días.

-¡Espera! -gritó y tocó rápidamente la ventanilla levemente.

-Detente -indicó Bieber a su chofer.

El motor se detuvo. Bieber bajó la ventanilla del auto hasta toparse con el rostro de la chica.

-¿Has cambiado de opinión? Wow -le sonrió.

-No sé si esto sea lo correcto, si sea un error al ir con usted.

-Pequeña -dio un suspiro y una risa corta que te ponía de nervios-. Los humanos cometemos miles de errores, así que es normal.

Ella lo miró a sus ojos directamente, tenía unos ojos mieles muy hermosos y cautivadores.

Él no dijo nada más y abrió la puerta del auto muy sonriente. La rubia dio un suspiro y volteó para ambos lados, tenía que admitir que tenía un poco de miedo al hacer tal locura, porque ni siquiera le conocía.

Pero tomó valor y subió.

Él cerró la puerta, ella tomó asiento frente a él, ya que éste tenía dobles asientos, cara a cara.

-¿Y qué es lo que tengo que hacer?... -pregunta tímida.

Él sonríe-. Es muy sencillo y fácil, sólo tienes que obedecerme y hacer todo lo que yo te diga -ella alzó una ceja no muy convencida-. Y la más importante...

-¿Cuál es?

Se acercó más a ella, dejando que ambos rostros quedarán a milímetros.

-Llámame Papi. -sonrió.



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