Capítulo 4: Como una casa de muñecas.

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-¿Cómo? -preguntó ella.
¿Acaso estaba oyendo bien?, se preguntaba.

-Ni más ni menos, no me digas por mi nombre, dime Papi -se limitó al decir y volver su vista a la ventana mientras el auto avanzaba.

Ella movió sus pies, tratando de relajarse, pero se sentía incómoda, demasiado para ser real.

-¿Por lo menos puedo saber tu nombre? -preguntó la rubia.

-Justin -le observó-. Justin Bieber.

-Perfecto.... -miró a su alrededor.

Jenn observó bien el interior del auto. Era espacioso, los colores eran caoba con beige y asientos de cuero blanco puro. Por un momento pensó que cabrían por lo menos unas 6 o 8 personas.

-¿Cómo te llamas? -la voz de él la despejó de sus pensamientos.

-Jenedith -trató de sonreír, pero más bien salió una mueca-. Pero puede decirme Jenn.

-Bien.



~•~



El auto se detuvo y Justin bajó mientras le tendía la mano educadamente

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El auto se detuvo y Justin bajó mientras le tendía la mano educadamente.

-Bienvenida a casa, pequeña -sonrió.

Ella sólo se quedó admirando nuevamente la casa a la que pensaba que jamás volvería a ver, pero que al parecer se había equivocado, porque ella ya estaba nuevamente en ese lugar.

-Vamos, necesito mostrarte unas cosas y luego podrás instalarte.

La puerta de abrió y ambos empezaron a caminar rumbo a la oficina.
Por un pasillo, Jenn tuvo la oportunidad de ver a Nona y sonreírle. Nona incluso estaba también feliz de verle.

Justin abrió la puerta de su oficina y cuando Jenn entró, la cerró detrás suyo.

-No me es fácil escoger a mis pequeñas ¿sabes?, estar en mi lugar no es fácil -suspiró mientras se quitaba el saco y su corbata.

-¿Qué significa eso? -susurró ell.

-Lo que quiero decir, es que dar lo mismo a 40 chicas no es fácil -rió irónicamente-. Además, todas aquí tienen algo especial.

-Sigo sin entender.

Justin dio un largo suspiro -. ¿Sabes por qué estás aquí, cierto?.

Jenn negó-. No -susurró con un poco de miedo.

-Estás aquí al igual como a mis otras pequeñas -se acercó más a ella-. Para aprender otra vida y tener esa vida conmigo.

Justin se levantó y se acomodó en su escritorio, alzando un poco la rodilla y tomar su barbilla en su mano derecha.

-Existen tres reglas importantes si quieres permanecer aquí -dijo serio.

-¿La primera?

-Concéntrate en tu papel.

-¿La segunda?

-Jamás te salgas de tu papel.

-¿Y la tercera? -susurró con un poco de miedo.

-Prohibido enamorarse de mí.

Ella se detuvo por un momento.

-Todo esto significa que yo....

-Sí Jenn -se levantó y tomó asiento a un lado de ella-. Serás una de mis novias. Y harás todo lo que Papi te diga sin peros. ¿Está todo claro?.

-Sí... -agachó su mirada.

-¿Sí qué? -volvió a pedir.

La chica alzó su mirada y sus ojos celestes hicieron contacto con los ojos mieles de Justin.

-S-sí... papi -susurró.

-Entiendes muy rápido ¿ves? -sonrió y besó su frente mientras ella se quedaba anonada ante tal acto-. Le diré a algunas criadas que te preparen y tengan lista tu nueva habitación. Y trata de llevarte con las demás pequeñas -le guiñó un ojo.

Asintió tratando de sonreír, para mostrar que estaba agradecida por lo que él estaba haciendo por ella.



~•~



-Su habitación -dijo una señora de unos treinta y algo de edad.

Abrió la puerta dejando ver una gran habitación rosa pastel. Había una cama estilo matrimonial.
Colores rosas cálidos y un gran candelabro de cristal colgando en el centro de ésta.

-Wow... -susurró mientras la criada se iba y la dejaba sola.

Jenn inspeccionó cada rincón de la habitación, encontrándose con un y enorme armario lleno de vestidos estilo infantiles de su tamaño, al igual que calzado, ropa interior y más accesorios, claro, también había ropa normal y cómoda.

El sonido de la puerta la interrumpió. Abrió sin dudar alguno y se encontró con la chica de la otra vez, sólo que esta vez lucía un poco diferente; su cabello estaba ahora completamente castaño y no rojizo-castaño.

-¡Hola! -sonrió chillando de emoción y pasando a la habitación de Jenn sin preguntarle-. ¡No puedo creer que estés aquí! Yo sabía que ibas a terminar aquí -rió.

-Hola... la verdad es que no se sí estoy haciendo lo correcto -se sentó en la gran cama.

-¿Cómo te llamas? Yo me llamo Malorie, claro, imagino que ya lo recuerdas -rió rodando los ojos.

-Sí, yo me llamo Jenedith, pero puedes decirme Jenn -le tendió la mano pero Malorie la abrazó.

-Créeme, esta casa es muy especial. Papi nos quiere a todas por igual, aquí todas aprendemos en las aulas de clase y tomamos prácticas para ser la niña perfecta de papi.

-Suena raro cuando dicen esa palabra... -hizo una mueca.

-¿Qué? ¿Papi? -alzó las cejas. Jenn asintió-. Bueno Jenn, aquí todas estamos por la única razón, ser la niña perfecta para Papi, y si no estás lista, creo que lo mejor sería que te fueras.

-¿Quieres que me vaya? -le preguntó.

-¡No! ¡No! -exclamó-. Lo que intento decirte es que hagas lo correcto. Si estás aquí es porque te convertirás en una chica perfecta -sonrió.

-Como una casa de muñecas -dijo irónica.

-Me temo que quizás sea así.

-¿Qué tal si me cuentas un poco de todo lo que hacen aquí y más? Tengo mucha curiosidad por saber un poco de todo -la miró dándole una sonrisa.

-De acuerdo ¡Oh! casi se me olvida -pausó-. Gracias por entrar en confianza tan rápido conmigo, se que seremos grandes amigas.

Jenn sonrió-. Lo mismo digo.




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