Capítulo 10: "No te odio."

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[...] ¿?

El eco de su respiración agitada y su corazón latiendo apresuradamente era lo único que podía escuchar. Además de su suave y propio olor a sándalo no podía percibir nada más. Alexander aún se recuperaba de lo último que Lucifer le había mostrado, recordar le causaba terror y dolor. Su vida una mentira. A diferencia de antes, el demonio ya no le estaba esperando. A lo lejos, escuchó el crujido de una puerta abriéndose y luego varias pisadas. El nefilim quiso levantarse para prepararse por si se trataba de algún enemigo, pero por alguna razón no hallaba fuerzas para salir de esa silla de madera donde había despertado.

Las pisadas le pertenecían a cuatro chicos, Magnus, Simon, Jace y Mikaël. Parecían gustosos de verle, Alec reprimió una risa sarcástica. Su 'hermano' se acercó a él y al descubrir sus intenciones Alec se alejó grácilmente de ese abrazo innecesario. Observó la reacción de los otros y pensó en cuánto desearía que le dejaran de mirar, que se largaran. En ese momento, la habitación se tornó oscura y escuchó el ruido sordo de los cuerpos cayendo desplomados. Cuando la iluminación volvió, ya no había nadie.

"Veo que el enamoramiento te duró poco, antes hubieses matado porque tu parabatai siquiera te rozara."

Alec se giró y se encontró al rubio platinado. Le respondió con una mueca. "Pensé que antes de morir estabas enterado de mi... relación, con el brujo."

"Lo estaba, ¿No te gusta el sarcasmo?"

"¿No te gustaría quedarte callado?," una nueva voz femenina y familiar se agregó a la conversación. "¿Mi padre ha terminado todo contigo?"

"Tal parece."

"Excelente, vengan por aquí. Debo llevarlos a su portal al mundo mortal." Les indicó Luzbel.

"¿Está muy lejos?" Interrogó Alec y se tomó el suspiro profundo de ella como un sí. Qué molestia, pensó. Ojalá estuviera por aquí.

Y allí apareció.

"¿Vienes conmigo Morgenstern?" Le preguntó. No es que quisiera ir con él, pero de todos modos Luzbel había dicho que ambos debían irse.

Jonathan miró a Alec con una especie de cuidado. Para el azabache esto era algo nuevo, generar recelo de alguien que podría haber considerado un enemigo. Usualmente estas miradas eran reservadas para las 'amenazas' que sí eran todos a su alrededor.

Ambos ingresaron al portal. Este no era como los que solía cruzar en su propia dimensión, pues definitivamente estos no causaban este dolor increíble. Era como si millones de agujas presionaran cada nervio en su sistema. Afortunadamente fue efímero el sentimiento, y ya se encontraba en un sitio tangible, una habitación completamente desconocida. Las paredes eran grises y celestes, los muebles de un gris más opaco y unas amplias ventanas iluminaban la sala. El chico le lanzó una mirada inquisitiva a Jonathan.

"Es un apartamento que alquilaba, estamos en Perú. El sistema de los nefilims es diferente y es mucho más fácil salirse con la suya, por así decirlo."

"Bien, ¿Conoces a algún brujo que pueda hacer un portal para Nueva York?"

"Me sorprendes, ¿Por qué quisieras ir allí?". Preguntó Jonathan sentándose en un sillón en forma de L.

"Yo-"

De pronto la mente del nefilim azabache se llenó de aquello último que Lucifer le había mostrado. Lo que realmente se pensaba de él.

Magnus y él caminaban por Idris de la manera más tranquila, de repente el brujo le robó un casto beso.

"¿Acaso tienes algo mal?" Había escuchado a su derecha.

Ya No Una Sombra MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora