Capítulo 41: Belen la heroína.

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Maite:

El cielo estaba gris, y los emos gritaban en las calles diciendo: "¡No al maltrato infantil!" y por supuesto yo estaba ahí, marchando con todos y siendo una emo más. Supongo que no saben a qué me refiero, así que rebobinaré todo.

Eran las 07: 15 a.m de la mañana y yo estaba sentada frente a Belén, quien intentaba procesar un vídeo con su pequeña mente.

-¿Qué estás viendo?- pregunté ladeando la cabeza. Belén estaba totalmente concentrada en eso, a tal punto que había dejado de pensar en Becho. No...no, eso es imposible.

-No lo sé...creo que debo hacerle caso a mi cerebro y dejar de ver los vídeos que me envías.- Guardó su celular reprochando sus actos y al mismo tiempo el profesor de matemática entró al salón.

Saludamos cordialmente y nos sentamos como niños educados...o eso quería ver yo. Todos volvieron a su rutina de siempre, en cambio yo estaba en la última fila del salón, en donde ni un halcón podía ver bien. Para hacerlo aún mejor, gelatina, mi compañera de asientos no dejaba de abrazarme como si fuera un peluche...un peluche que planeaba matar a todos.

-Déjame en paz.- Intenté despegarme de ella, pero fue inútil. Mi fuerza de papel no era muy útil ahora...ni nunca.

-Eres tan adorable, te quiero.- Dijo sin siquiera fijarse en que estaba a punto de cometer homicidio. Realmente me estaba asfixiando.

-Bien estudiantes.- Interfirió el profesor arreglando su chaqueta costosa.- Hoy tendrán un trabajo más acorde a su edad. Pintarán según el resultado de estos ejercicios los personajes de Bob Esponja.- Eso debía ser una broma.

Pegué mi vista a Belén y a Victoria, quienes hablaban de una manera muy efusiva. Maldije el día en el que mi asiento nació.

Pasaron las horas, y yo no terminaba el estúpido trabajo del demonio, así que preferí acostarme en la mesa y dejarlo solo, para que Dios resolviera esos ejercicios. Porque como buena católica rezo a Dios todos los días y le ofrezco sacrificios para calmar su sed de sangre.

El timbre sonó, y todos los estudiantes salieron del salón, incluyéndome. Al volver, la profesora estaba parada enfrente de todos con una mirada de "los mataré a todos y luego me comeré sus órganos".

-Atención- dijo ella.- Hoy se iniciara la marcha que planeamos ayer sobre el maltrato infantil. Acompáñenme por favor los estudiantes que se unirán.

Un grupo de 5 estudiantes se levantaron, incluyendo a Catalina, a Victoria y por supuesto, a mi sexy persona. Perdería clases, pero el precio de eso sería volverme una emo. 

Ya en las calles de la ciudad, todos, pero absolutamente todos los que estaban en la marcha eran negro puro. ¡Peppa emo al ataque!...no, qué digo. Creo que tomé mucho paracetamol.

-¿¡Qué queremos!?- gritó una mujer con un megáfono más grande que su cabeza.

-¡Que termine el maltrato de los niños!- gritó otro grupo, respondiendo.

-¿¡Cuando lo queremos!?

-¡Ahora!

Y con los globos negros y los carteles en las manos todo mundo empezó a gritar y a marchar como si fuera un carnaval...de emos. 

-Y entonces Lucas me miró con su sonrisa seductora.- Dijo Catalina tocando mi hombro. Yo me volteé a escucharla.

-¿Lucas?- preguntó Victoria, como si supiese de qué hablaba.- ¿Lucas de nuestra antigua escuela?

-Si...el mismo de siempre.- Confirmó Catalina. Yo estaba tan confundida como un pepinillo al ser agitado en un frasco.

-¿Aún sigues con él?- Victoria le dedicó una sonrisa a Catalina, quien respondió con obviedad.

Las subnormales aventuras de Belen y MaiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora