Entré al orfanato con paso firme y me senté en la recepción a esperar a que me llamaran. Por fin, luego de un tiempo que estoy segura se sintió mucho mayor del que fue, dijeron mi nombre.
-¿Señora Stone?
-Soy yo. – Dije saltando de mi lugar y acercándome al mostrador.
-La trabajadora social la espera en aquella oficina, es la puerta justo al frente por el pasillo. – Señaló el lugar y yo asentí.
-Gracias.
-No hay de qué.
Estuve a dos segundos de golpear la puerta, pero al último segundo simplemente entré. No tengo idea de porqué, es muy mal educado no golpear, supongo que solo quería que supiera que no era toda dócil y que no me iría de aquí sin ellos.
La mujer mayor detrás del escritorio levantó su cabeza en mi dirección.
-¿Sarah Stone? – Preguntó.
-Esa soy yo.
-Siéntese, por favor.
Hice lo que me dijo a la velocidad de un rayo.
-Entiendo cómo se debe sentir, pero hay unas breves cosas que tengo que repasar con usted antes de que vayamos a conocer a los chicos.
Asentí.
-En esta primera visita queremos ver como se sienten los chicos en relación a usted y como usted misma se siente en relación a ellos, pero el hecho de que al terminar la visita no terminen enamorados entre todos no significa nada malo. – Incluso antes de que terminara de hablar yo ya estaba negando con mi cabeza. - ¿Dije algo incorrecto?
-Yo ya los amo. –susurré, y luego me sentí como una idiota. ¿Por qué demonios le había dicho eso a la mujer?
-¿Disculpe?
-Yo ya los quiero, ellos son mis hijos, no quiero intentar conseguir a un chico que me ame al segundo en que me vea, yo los quiero a ellos.
Y yo debería comenzar a callarme y actuar como la profesional que se supone que soy, o esta mujer terminaría pensando que estoy loca.
Para mi sorpresa, ella estaba sonriendo.
-Me complace mucho escuchar eso, porque aquí no tratamos a los niños como ropa, usted no podría elegirlos aunque quisiera. Dios sabe que he escuchado a muchos padres pedir un niño como si los pudiesen elegir por catálogo. – Ella abrió el expediente frente a sí. – Muy bien, con eso dicho, solo me queda recordarle que esta es la primera de cinco visitas, y que en cada una de ellas los niños la irán conociendo mejor hasta finalmente estar lo suficientemente a gusto como para mudarse con usted sin ningún inconveniente. – ¿Primera de cinco? – Y ahora, los nombres. El más pequeño tiene cuatro años su nombre es Sam y el mayor tiene diecisiete años, su nombre es Nicolás. Recomendamos no cambiar los nombres de los menores por motivos de identidad, ya será suficiente cambio para los niños amoldarse a una nueva vida. Un cambio de nombre podría ser contraproducente y crear un colapso emocional.
-¿Disculpe? No entiendo.
Ella mi miró con una ceja alzada.
-¿Tenía en mente cambiar sus nombres?
-¿Qué? ¡No! Creo que hay un error. El mayor, Nicolás, me dijeron que tenía siete, ¿puede corroborarlo?
Ella ni siquiera miró el papel, estuve tentada a arrancárselo.
-Acabo de ver a los chicos hace un momento, Nicolás definitivamente no tiene siete años.
-Estoy muy segura de que ellos me dijeron que... - Ella sacudió una mano frente a mi cara.
ESTÁS LEYENDO
Edipo
Romance"Mi corazón está bombeando tanta sangre a mi cabeza que me siento mareada. Voy a echarle la culpa a eso cuando termine en un estrado declarando porque mantuve una relación incestuosa con mi hijo".