Capítulo -1/2

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Nico pasaba mucho tiempo con Sami en la UCI y yo iba y venía con un montón de papeles en mi mano, porque eso hacía que no perdiera mi maldita mente.

Encontré a esa chica. No fue difícil, ella se entregó. Vi el rostro de su padre cuando se enteró de ello. Cuando se enteró de que todo lo que había hecho para proteger a su bebé era en vano. Porque ella era un monstruo, y yo se lo haría pagar.

Amanda tenía 20 años, conducía un Ford Escort rojo del 98' el cual pertenecía a su padre. Él estaba enseñándole a conducir, pero la presionó demasiado antes de tiempo. Tomaron la ruta este porque su papá creyó que debería aprender en un ambiente normal. Nada de calles vacíamente utópicas, decía él.

Ella ya sabía conducir, algo, no del todo. Amanda sabía las reglas de tránsito y cómo mover su auto de la forma correcta, pero ella estaba asustada.

A las 12:50 un camión tocó su claxon para exigir a Amanda que acelerara o se moviera a otro carril.

A las 12:51 Amanda se dio cuenta que por más que mirara, no podía mover su auto a otro carril sin chocar.

En ese mismo minuto Amanda aceleró.

A las 12:53 el claxon del camino volvió a sonar. Amanda pudo haber tomado la salida que se abría frente a ella, pero en su lugar, aceleró aún más.

A las 12:54 Amanda vio con satisfacción como el camino quedaba muy por detrás suyo en el espejo retrovisor. En ese mismo minuto su padre rió a carcajadas por tener a una chica ruda como hija.

A las 12:55 Amanda vio el semáforo volverse rojo, y en medio de su pánico por ir a tan alta velocidad cuando debería estar deteniéndose, Amanda. CONFUNDIO. El pedal del FRENO.

El resto ya es historia.

Su papá se ofreció como culpable. Hizo a su hija cambiar de lugares en el auto antes de bajarse a ver cuánto daño habían causado.

Fue una de esas veces en que das gracias a Dios por tu profesión.

Ataqué a Amanda con todo lo que tenía.

Se supone que no debería acusarla yo, ya que ella había provocado que mi mundo se fuese al demonio, no era profesional, poco ético, pero nadie me detuvo. No firme los papeles yo misma, ante el papel, no era yo la que llevaba el caso.

Pero por supuesto que me ocupé.

Presioné y presioné sobre su conciencia y la destrocé. Tomé a su padre mentiroso y me encargué de que sufriera también.

Hice que Amanda viera todo el daño que había causado y no paré hasta que lloró tanto que ya no se entendía lo que decía.

Entonces, la obligué a que hablase con claridad.

Cuando el juez me advirtió que me detuviera, solo miré a Amanda por una última pregunta.

Le pregunté - ¿Cómo te sientes luego de esto?

El juez me obligó a retirarme, pero yo ya había terminado.

Se la condenó a 20 años por homicidio involuntario.

Al final del día, había una chica con un futuro destrozado por un error.


Y yo aún no tenía a mi hijo de vuelta.



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