Capítulo 8

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Nose podía conciderar estacionar a la forma en que dejé el autofrente a la casa, solo saqué de un tirón las llaves del contacto ydejé que mi coche descansara con una de sus ruedas sobre la vereda.


Corrípor el sendero del jardín hacia Nico, él estaba corriendo hacia mi,también, y colisionamos en el medio del patio, en un abrazo tanfuerte que mis huesos se sacudieron dentro de mi cuerpo.


-Sarah.-Nico suspiró mi nombre. Sus manos me recorrían el cuerpo hasta queuna de ellas se detuvo en mi cabeza, fijándome contra su pecho, y unbrazo rodeó mi cintura. No quería dejarme ir.


Yono quería que lo hicera.


Mesentía tan a salvo ahora que estaba con él, entre sus brazos, quetodo el miedo que había sentido e intentado contener dentro de mi meestaba ahogando y empecé a llorar. Primero solo unas lágrimas, medije a mi misma que debía mantenerme fuerte, pero luego los sollozostomaron lugar y Nico tuvo que arrastrarme dentro porque yo ya nopodía mantenerme en pie.


Élnos llevó hasta el sillón, donde nos sentó uno al lado del otro,él aun sostenía su agarré en mi.


Hicealgo egoista entonces.


Movímis piernas, quedando sentada a horcajadas de él, escondí mi cabezaen su cuello, y lloré hasta dejarlo sordo.


-Shh...Ya estás aquí, estás en casa. -Repetía tranquilizadoramentemientras acariciaba mi espalda, mi cabello, mis brazos. - Estás encasa, estás en casa.


Loestaba, pero por poco.


Cuandoel conteo de la bomba llegó a cero, ésta no explotó. No porquealguien hubiese sido capaz de desactivarla, sino porque nos habíanperdonado la vida, ellos, los que habían jugado con nosotros.


Lapuerta se abrió en ese momento, otro acto de caridad de nuestrosprisioneros.


Porun momento esperé que los barrotes de las ventanas salieran volandotambién.


Todosnos empujamos para salir de ese aterrador piso, algunos llorando,otros demasiado en shock como para demostrar nada. Yo estaba enshock. Incluso olvidé mi celular en la oficina, con la video llamadacon Nico aun funcionando. No le expliqué nada, ni siquiera pensé enhacerlo. Solo caminé y caminé hacia donde había dejado mi coche,gracias a Dios siempre tenía las llaves en los bolsillos internos demi chaqueta.


Decenasde policias, paramedicos, bomberos y el escuadrón antibombasrodearon el edificio, impidiendonos el paso. Pero éramos Fiscales,cuando un policia te detiene sabes exactamente que decir para que tedejen en paz.


-Señorita,necesito su nombre. -Me detuvo un oficial.


-SoySarah Ston.


-¿Puedecomprobarlo? -Dijo mientras anotaba en su planilla.

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