Y entonces pasó otro mes.
Sami actúa como si su mamá nunca hubiese enloquecido.
Nicolás me mira furtivamente cuando cree que no lo noto, algo le pasa, no tengo el valor para preguntarle qué es.
A pesar de ello, me siento un poco más mamá cada día.
Es una locura. Cuando realmente lo arruino todo, ¿es entonces cuando me siento una mamá? Quizá solo esté perdiendo mi mente.
Los tres hemos caído en la rutina, y eso es bueno, antes todo era incómodo, nadie sabía muy bien que debía hacer. Esto es más fácil.
Más aburrido, pero más fácil.
Y así empieza la semana. El lunes corre dándole paso al martes, que invita a pasar al miércoles y cuando finalmente es sábado ya no estoy segura de cómo se fue la semana. Hago todo en piloto automático, Nicolás parece tan metido en la rutina cómo yo lo estoy, el único que no parece que estuviese esperando que algo ocurra es Sami. Está tan enérgico como siempre.
Admito que me fastidió, solo un poco. Él quiere andar en bici cuando yo quiero llegar en hora al trabajo, él quiere que juegue con él cuando yo tengo que llevarme trabajo a casa, él quiere ver una película conmigo cuando ya son pasadas las diez y solo puedo pensar en dormir.
No es su culpa. Es un niño, debería darle toda mi atención, pero no puedo estar toda para él todo el tiempo, tengo que hacer cosas, trabajar, llevarlo en hora a la escuela, ocuparme de Nicolás, limpiar y ordenar la casa, son muchas cosas.
Sé que son excusas, debería hacerme un tiempo para todo, intentaré hacerlo mejor la próxima semana. Intentaré hacer algo divertido el fin de semana.
Lo intentaré, lo prometo.
Hoy ya es lunes otra vez.
Estoy sentada en la mesa frente a Sam, estamos trabajando en su tarea que consiste en hacer un cuadro, la Señorita Betty dijo que deberían usar todos los colores que pudiesen y Sam tuvo esta gran idea de usar brillantina de todos los colores. Al principio, quise matar a la Señorita Betty, pero unos quince minutos más tarde, cuando ya estábamos cubiertos de brillantina, la mesa se sentía pegajosa por el exceso de pegamento derramado y el suelo parecía haber salido de una película de Disney, me sentí mucho más emocionada por el trabajo. Me obligué a disfrutar del momento y enloquecer por el desastre luego.
-¿Crees que deberías usar brillantina también allí? – pregunté.
Sami asintió con la cabeza sin levantar la vista mientras esparcía una generosa cantidad de pegamento sobre uno de los pocos espacios libres de la cartulina.
-¿No crees que deberías dejar algunos espacios sin brillantina? Sino no se entenderá muy bien tu dibujo...
-No, la Señorita Betty dijo que tenía que tener mucho color. – Me explicó.
-Muy bien, si la Señorita Betty lo dijo... -Tomé el tarro de brillantina multicolor y se lo pasé.
-Gracias. – Y espolvoreó brillantina en exceso.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO
-¡Deja ese dibujo pegajoso secar, Sam! – Le instruí mientras luchaba por sacar la aspiradora el cuarto de limpieza. Y sí, no se burlen, tengo un cuarto de limpieza, en realidad es un pequeño espacio con una puerta que está muy cerca de la puerta de entrada. Todos me dijeron que debería colgar los abrigos allí, pero no le veo el sentido, ¡la ropa va en los armarios! ¿Quién necesita dos lugares? Así que lo convertí en el cuarto de limpieza.
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Edipo
Romance"Mi corazón está bombeando tanta sangre a mi cabeza que me siento mareada. Voy a echarle la culpa a eso cuando termine en un estrado declarando porque mantuve una relación incestuosa con mi hijo".