Capítulo 10

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Nico esta trabajando hace unos dos meses ya. Odio que trabaje porque lo extraño cuando llego a casa, pero es lo que él quería hacer con su vida, y supongo que debería estar agradecida de que aún no me ha dicho que quiere mudarse. 

No estoy segura que excusa sería la mejor para verlo todos los días. 

Me he vuelto adicta a su presencia. Soy una drogadicta completamente dependiente a su atención y no puedo evitarlo. Me doy cuenta lo que es esto, solo que preferí fingir que no había nada malo conmigo hace un año. Supongo que todos tenemos un límite en el que podemos mentirnos a nosotros mismos.

Yo cumplí mi cuota hace meses.

Sin embargo, aún era muy efectiva en mentirle al resto del mundo. Sí, quebrante mi regla auto impuesta de solo mentir en el trabajo, ¡pero es que no tenía opción! 

Lo quiero. Mucho. Lo quiero todo para mi. Pero no puedo tenerlo, así que no puedo caer en la tentación de decirle, porque Nico querría intentarlo, y nosotros no podemos... 

Así que mentí y sigo mintiendo porque soy un infierno de mentirosa y es muy raro que alguien pueda ver a través de mi.

Estoy haciendo un intento de salsa cuando escucho a Nico llegar a casa. 

-¿Sarah? - Me llama.

-¡En la cocina! -Grito en respuesta.

No dejo de revolver la salsa porque siento que se esta pegando en el fondo y esta vez realmente leí la receta, no puede salir mal, estoy harta de cenar mi comida basura, desearía que Nico no trabajara hasta tan tarde y volviese a cocinar la cena. Estoy segura de que él también esta harto de comer mi comida, pero es lo suficientemente amable como para no mencionarlo.

Acaricia mi espalda a modo de saludo y se inclina sobre mi hombro para ver dentro de la olla.

-¿Quieres un consejo no solicitado? - Susurra en mi oído. 

Asiento sin mirarlo, porque creo que podría llorar si esta salsa vuelve a salirme mal.

-Baja el nivel del fuego. No importa cuanto revuelvas para que se enfríe, se quemará en el fondo.

Hago lo que me dijo y suspiro. 

-Juro que la pasta quedó bien. -Digo mientras paro de revolver y muevo mi hombro para liberar la tensión. - Quizá no deberíamos ponerle la salsa.  

Él se dirige a la sala, pero se detiene y me sonríe suavemente sobre el hombro. 

-Alissa dice que no hay nada que las especies no cubran. Creo que aún nos queda un poco de orégano, puedes probar con eso si crees que lo necesita. -Entonces sale de la cocina.

Me giro hacia el fregadero y meto mis manos dentro de una olla con agua jabonosa porque temo que regrese y vea mis puños apretados. Puedo ver mi reflejo en la ventana y no tengo una expresión feliz. 

Alissa. La encargada de entrenar a Nico en el restaurante donde trabaja. Ella es perfecta, o al menos Nico cree que ella es perfecta y eso es lo suficientemente irritante para mi. Me fastidia.

Ni siquiera la conozco en realidad, pero siento como si lo hiciera, porque Nicolás no deja de traerla a colación en cada oportunidad que tiene.

Alissa cocinó pato a la naranja ayer y el chef la felicitó en persona.

Alissa cree que la carne blanca es mejor que la roja.

Ayer Alissa contó este chiste sobre ...

Alissa me cubrió cuando arruiné una comida hoy.

Sí, sí, Alissa es perfecta. Lo capto. 

EdipoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora