Capitulo 16.

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Cuando era pequeña, no fui a la guardería. Mamá se quedaría en casa conmigo hasta que papá llegara del trabajo, luego ella se iría a su propio trabajo. Solo estaban juntos durante la cena y la hora de dormir. Para mi era bueno, los tenía a ambos solo para mi, supongo que para ellos no fue tan genial, pero lo hicieron hasta que cumplí 5 años, entonces comencé la escuela.

Hasta ese momento, no había tenido demasiado contacto con niños de mi edad, así que no noté lo diferente que hablaba.

No era demasiado extraño, podía comunicarme lo suficientemente bien como para hacerme entender, mi problema eran las malditas "r". Simplemente no podía pronunciarla en una palabra. Se enredaba en mi lengua y no salía por mis labios.

Ni mamá ni papá me corregian por ello, así que no le di mayor importancia hasta que mi maestra si se la dio. Ella habló conmigo, y luego habló con mi mamá.

Mis padres decidieron que debía ir a un foneatra. Recuerdo haber preguntado si estaba enferma y si era algo muy grave. No use la palabra morir, pero la pensé.

-No, cielo. - Me dijo mi madre con una sonrisa mientras quitaba cabello de mi cara. -La foneatra es solo una maestra del habla. Te ayudará a que pronuncie esas "r" difíciles.

Lo dejé pasar. Principalmente porque mi compañero Larry no había tenido razón en que iba a un doctor porque estaba muriendo, pero con el correr del tiempo, esas clases extras me resultaron demasiado aburridas y molestas. Sobre todo porque ninguno de mis compañeros las necesitaban, solo yo. Odiaba eso.

¿Porque algo que era fácil y natural para todos tenía que ser tan complicado para mí?

Me pregunto lo mismo justo ahora.

Estar enamorada parece tan sencillo para todo el mundo. Tener citas es algo casual. Besarse en público es algo lícito. Casarse, tener hijos, envejecer juntos, algo que es decisión de cada pareja y solo de ellos.

Me siento estafada.

Nico está golpeando mi puerta. Quiero dejarlo afuera y fingir que no estoy, pero es mi hijo y podría estar en problemas, así que dejo a un lado lo que quiero y hago lo que debo. Abro la puerta.

-¡Hola! Que sorpresa verte a esta hora, -miro el reloj para asegurarme.- Es casi media noches, ¿esta todo bien?

-Si, yo... no pensé en la hora, lo siento.- Luce un poco como si quisiera salir corriendo, pero en cambio pregunta.- ¿Puedo pasar?

-Claro. - Me aparto para permitirle entrar. -Sigue siendo tu casa.

Él no responde, camina unos pasos en dirección al sofá pero se detiene antes de llegar y me mira sobre su hombro. Para entonces ya cerré la puerta y estoy rumbo a la cocina.

-Voy a buscarme un vaso de agua, ¿quieres algo? -Ofrezco.

-No, estoy bien.

Vuelvo al salón y él sigue de pie, cambiando su peso de una pierna a la otra, luciendo inquieto. Sea lo que sea que quiera decir, debe ser difícil para él,  así que finjo no notar sus nervios y me dejo caer en el sofá. Sostengo mi vaso de agua en mis manos y apoyo mis pies con mis pantuflas de conejo en la mesa ratona. Eso es como un click para él.

Enseguida esta sentado a mi lado, moviendo mis pies hacia su regazo, mirando la mesa con el seño fruncido, en busca de suciedad residual. No puedo evitar reírme.

Nico me mira entonces y también ríe. Entonces todo vuelve hacer como hace años y el ambiente se siente cómodo y confortable de nuevo.

-¿Que tal has estado? - Me pregunta.

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