Capítulo 2

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Recibí una amenaza hoy, en la corte. Es decir, Susan y yo recibimos una amenaza, justo después de que el Juez desestimara nuestro caso contra la Sra. James por falta de pruebas.

No pudimos probar lo que era obvio para todos, ella mató a su marido, no tenías que ser un genio para darte cuenta. Sin embargo, ella era muy inteligente, lo suficiente como para no dejar pistas.

Así que perdimos.

Me siento estúpida.

Susan se siente estúpida.

Y la Sra. James nos sonríe y dice que irá contra nosotras por todas las molestias que le causamos.

-Es un asunto legal por la muerte de su marido, Sra James, ¿de qué molestias está hablando? – La increpa Susan.

Estoy completamente de acuerdo con su respuesta porque ¿Qué demonios? ¿Tiene que regodearse así a tres segundos de que se desestimara su caso? ¿Un caso por asesinato? Por lo menos podría actuar como una verdadera viuda hasta poner un pie fuera de la corte.

Estoy tan, pero tan molesta.

Ella tiene escrito "CULPABLE" por todo su cuerpo.

Maldito Juez.

Maldito sistema legal.

Maldito trabajo de mierda.

Odio perder. Lo odio tanto que odio odiarlo.

La hiena se va con su abogado, al cual le tomó tres segundos patearnos el culo. Algunos podrían decir que es muy bueno en su trabajo, es decir, seguro que lo es, pero aquí no había realmente una forma de perder para él, porque la Sr. James lo había hecho todo demasiado bien.

Joder.

-¿Quién le dirá a la jefa de esto? – Le pregunté a Susan.

-No te preocupes por eso. –Dijo juntando todos los papeles en su portafolios. –La prensa lo hará.

Bufé. – Va a matarnos.

Susan asintió.

-Definitivamente. Pero luego nos perdonará la vida y nos podrá a trabajar en otro caso imposible de resolver, entonces lo ganaremos y nos dirá cuanto le complace tenernos en su equipo. – Terminó de hablar dando un golpe al maletero y lo colgó en su hombro.

Tomé mi portafolio y mi cartera y nos encaminamos a la salida.

-Odios perder. –declaré.

Ella me miró y me dio una de sus sonrisas amigables.

-Yo lo odio incluso más que tú.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Nico estaba incómodamente apoyado en el marco de la puerta cuando estacioné el auto, lo había llamado para hacerle saber que estaba de camino a casa y no había dicho nada más, pero por su postura y su sonrisa dubitativa, él ya lo sabía. Maldita prensa.

-Hola, Sarah. – Dijo cuando llegué a su lado.

-Hola.

Fui directamente a mi habitación y me puse ropa cómoda, junto con mis pantuflas de conejo, antes de volver al salón y desplomarme en el sillón que Nico comúnmente usaba como una cama.

Subí mis pies de conejo a la mesa de café y miré a Nico que seguía allí parado haciendo algo en su teléfono. Cuando me echó una mirada, rápidamente se sentó en el sillón a mi lado y tomó mis pies, depositándolos sobre su falda. Él tenía un serio problema que tratar sobre cualquier persona apoyando sus pies en la mesa del café.

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