ABIGAIL
Esto debe ser una broma, ¿un niño? No, esto lo debe de estar diciendo porque está drogada…
—No podemos dejarla así- la cara de Claudia reflejaba preocupación. La habíamos vuelto a sentar porque ni siquiera se tenía de pie estando apoyada en la pared. Estaba al borde del coma etílico, o no sé, tal vez de algo peor.
—Lo sé- No Abi, no jodas tu noche por ella, ¡JODER!, soy una autentica gilipollas. Saqué mi teléfono del bolsillo, llamé a un taxi y lo volví a guardar en mi pantalón- oye bonita- la agarré de la cintura- sé que lo de esta noche se ha jodido, pero me gustaría seguir en otro momento- ella me sonrió y me besó, al separarse tenía mi móvil en sus manos, no me había dado cuenta de cuándo lo sacó de mi bolsillo. Se mordía el labio, dios cada vez odio más a Alejandra, me ha tirado por alto una muy buena noche. Me tendió el teléfono.
—Mañana libro, espero tener un mensaje tuyo- me brindó una sonrisa pícara y me volvió a besar. Escuchamos un claxon, sería el taxi. Entre las dos la levantamos y la llevamos a la calle, efectivamente, era el taxi. Con la ayuda de Claudia la metí dentro. Antes de subirme volví a agarrarla por la cintura y la besé, diciéndole con ese beso que quería terminar lo que habíamos empezado.
—Mañana te llamo- le sonreí, ella a mí y sin mas me monté en el taxi y me fui. Todavía estaba dándole vueltas a por qué había arruinado mi noche por una mujer a la que tanto odiaba.
ALEJANDRA
Abrí los ojos poco a poco, sentí que mi cabeza iba a explotar de un momento a otro. Apenas recordaba lo que había pasado esa noche a partir de mi conversación con el desgraciado de Antonio…
Cuando llegué con las chicas al pub, lo vi echado en la barra con su jefa y con mi otro profesor. Se notó a leguas su cambio de expresión cuando vio que estaba allí, pasó de una sonrisa preparada para ligar a una expresión de: estoy en apuros. Como si nada se acercó y nos saludó a todas, notó mi cara de descontento y me alejó de las demás.
—Ey guapa, ¿qué pasa?
—¿Qué pasa? ¿A caso no pensabas decirme que ibas a salir?
—Oye que tú tampoco me has dicho nada y aquí estás- parecía que le importaba poco.
—He venido porque me dijeron que venías, pero antes de eso pensaba que pasaríamos el viernes juntos- Resopló, ¿pero que se cree?
—Será mejor que salgamos a fuera- me agarró de la mano y me sacó del local- A ver, ¿qué pasa?- en ese momento, mi cabeza soltó todo lo que tenía guardado todo ese tiempo.
—Sólo quiero saber por qué estás así conmigo, llevamos quedando casi un mes y casi dos semanas acostándonos… quiero saber qué somos por qué yo no soy como las demás mujeres, yo no puedo ir teniendo un novio una semana y otro otra, no puedo, salí contigo porque me gustabas mucho y porque creía que yo a ti también pero con el paso de los días parece que tu interés por mi está bajando- suspiré hondo por lo que iba a decir- Antonio…yo tengo un hijo, tengo que tener una estabilidad emocional y necesito saber qué somos- Sus ojos se abrieron como platos.
—¿Un hijo?- Asentí-¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Porque tenía miedo…los hombres no reaccionan muy bien cuando se enteran de que soy madre soltera…pero por lo que estoy viendo el no decírtelo ha sido un error.
—Oye Alejandra, lo nuestro solo era para pasárnoslo bien, yo no quiero ningún tipo de relación seria- estaba luchando para que mis lágrimas no cayesen delante de él, no se las merecía-pero si quieres podemos seguir pasándolo bien- se intentó acercar a mi para besarme.
—Ni se te ocurra tocarme. No quiero saber nada de ti- No me lo podía creer, había caído en las redes de un estúpido engreído como si fuese una cría. Me sentía utilizada. Al volver dentro del local en busca de Carolina para contarle lo sucedido y desahogarme con alguien, ella me estaba buscando.
—Ale me tengo que ir.
—¿Qué? Si acabamos de llegar.
—Lo siento mucho- me dijo con cara de pena- pero me acaba de llamar mi compañera de piso, dice que se ha roto una tubería en la cocina y que el agua no para de salir. Me tengo que ir corriendo, lo siento, el lunes nos vemos, disfruta de la noche- Y sin dejarme decirle nada mas se fue.
A mi lo único que me apetecía en ese momento era beber. Me senté en un taburete al fondo de la barra y pedí una copa y después de esa otra, y otra... mi corazón se terminó de romper cuando lo vi ligando con otra chica, ¿no podía esperar a que yo no estuviera presente? No lo miré mas, solo me centré en mi copa. Después de eso no recuerdo nada…
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Las lecciones del destino
RomanceAbigail y Alejandra, dos mujeres con vidas completamente diferentes, se encontrarán después de mucho tiempo...