Capítulo 26

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ALEJANDRA
Llegamos al restaurante donde habíamos quedado con el padre de Abi que estaba a las afueras de la ciudad. Yo seguía hecha un manojo de nervios y Abi no paraba de mirarme divertida.
Aparcamos en la zona reservada del restaurante y observé con detenimiento la fachada, se veía un sitio de lo más lujoso y por lo tanto bastante caro. Mierda, y yo con estas pintas…
—Me tenía que haber arreglado mas- le dije nerviosa.
—No seas tonta, estás preciosa- me dio un corto beso en los labios y agarró mi mano- vamos, mi padre seguro que ya está esperándonos- Víctor agarró mi otra mano y los tres entramos al restaurante seguidos de mi madre.
El metre nos saludó y Abi le indicó que teníamos mesa a nombre del señor Montenegro, el chico asintió cortésmente y nos dijo que lo siguiéramos. Avanzamos por las mesas hasta llegar donde mi suegro nos esperaba. El padre de Abi, su mujer y Daniela,  se levantaron al vernos llegar.
—Hola papá- abrazó a su padre y le dio golpecitos en la espalda.
—Hola cariño- le dijo al separarse.
Era un hombre alto, un 1.80 mas o menos, con el pelo y la barba canosos, con un porte muy elegante y con gafas, como su hija, aunque las de él eran de montura al aire. Parecía un hombre muy serio y profesional.
—Papá, te presento a Alejandra, mi novia. Alejandra él es César, mi padre- esperaba que mi suegro me diera dos besos o la mano pero me sorprendí cuando él, con toda naturalidad, me abrazó y me dio dos besos.
Al separarme pude ver que Abi también estaba sorprendida aunque recobró su compostura rápidamente
—Encantado de conocerte, Alejandra- yo, con timidez y nerviosismo, sonreí.
—Ella es Victoria, la madre de Alejandra- le dio un pequeño abrazo a mi madre y dos besos.
—Me alegro de volver a verte Victoria, aunque hace muchos años que no nos vemos el tiempo no ha pasado por ti- dijo su padre haciendo uso de su galantería que parecía que venía de familia. Mi madre se rió y negó con la cabeza.
—Por quien no ha pasado el tiempo es por ti, César, estás como la última vez que te vi recoger a Abi en el colegio.
—Y este pequeñín de aquí- dijo Abi acariciando el pelo de mi hijo que estaba abrazado a mis piernas con timidez- es Víctor. Víctor cariño, este es mi papá- Víctor lo miró con timidez sin apenas separar la cara de mi pierna.
—Hola- ante el tímido saludo de mi hijo, César se agachó sonriendo y le extendió la mano.
—Hola muchachote, me han contando que te gustan los videojuegos- mi pequeño separó su cara de mi pierna lentamente, asintió y le estrechó la mano- ¿sabes? Yo hago videojuegos- a mi hijo se le iluminó la cara.
—¿Sí?
—Si
—¡Que guay!- Todos nos reímos ante el cambio de actitud de mi hijo.
Abi siguió con las presentaciones y nos presentó a Diana, la esposa de su padre. Era una mujer rubia, se veía un poco mas joven que el padre de Abi, con el pelo por los hombros, elegante y simpática. Daniela era un calco suyo.
Después, saludamos a Daniela y Abi se la presentó a mi madre ya que ella no lo había conocido la otra vez que vino.
Nos sentamos a la mesa, Daniela, Diana y César, Abi al lado de su padre, Víctor entre nosotras dos y mi madre al lado mía, y pedimos las bebidas mientras que esperamos a Esther y a Santi que no tardaron mucho en llegar. Cuando llegaron, saludaron a todos y pedimos la comida.
—Daniela nos ha dicho que eras alumna de mi hija- me dijo mi suegro mientras me miraba con sus ojos marrones iguales a los de Abi.
A decir verdad, Abigail había salido completamente a su padre, no recordaba a su madre pero estaba muy segura en que no se parecían en nada, todo lo había sacado de su padre. Ante su afirmación yo solo asentí- creía que tenías prohibido salir con tus alumnas, Abigail- su mirada se fijo en su hija.
—Papá, tú lo has dicho, Alejandra era, mi alumna. Ya no- dijo su hija seria.
—¿No te parece de lo mas romántico, mamá?- intervino Daniela- cuando se conocieron eran alumna y profesora y te puedo asegurar que cuando conocí a Alejandra, ella y Abi no se podían ni ver- me sonrojé al recordar mi relación con Abi cuando conocí a Daniela.
Abi, al verme sonrojada, se rió y me dio un pequeño beso en los labios sin importarle que la viera su padre. Mi peque que estaba entre nosotras se rió y se tapó la boca con las manitas y mi chica al escucharlo al separarse de mí, comenzó a hacerle cosquillas y a hacerle pedorretas en el cuello. Víctor se reía a carcajadas. Y todos sonreían al ver como mi hijo y su mami interactuaban. Eran una pareja de lo más tierna.
Seguimos hablando de todo un poco. César le preguntó a su hija por el trabajo, por José y por sus becarios y luego él estuvo hablando de algunos proyectos de su empresa.
Por lo que pude ver en la comida, César era un hombre muy centrado en su trabajo, se veía que le gustaba lo que hacía, me recordaba mucho a Abi cuando hablaba de su trabajo aunque también se veía un hombre muy atento con su mujer y con Daniela.
—Y dime, Víctor, ¿es verdad eso de que mi hija es mas buena que tú a los videojuegos?- le dijo César a mi hijo. Víctor lo negó efusivamente.
—Yo soy mejor que ella.
—¿Qué? De eso nada renacuajo, si yo te gano casi siempre.
—¡Mentira!
—¡Verdad!- y ahí estaban de nuevo mis dos niños pequeños.
—A lo mejor tenemos este fin de semana oportunidad de ver quien es el mejor, que seré yo, por supuesto- dijo César para chinchar a mi hijo.
—No te puedes hacer una idea de las ganas que tengo siempre de que venga Abi a casa- me dijo Diana- así mi gran niño grande puede jugar un rato con su colección de videojuegos.
—Abi tiene una habitación para jugar a la consola con un montón de juegos- le dijo Víctor a César.
—Déjame decirte, pequeño renacuajo, que lo que tiene Abigail en su casa no es nada con lo que yo tengo en la mía- le dijo mi suegro orgulloso. Me sorprendió gratamente como César ya le hablaba a mi hijo de manera tan cariñosa.
—Es cierto peque, mi padre tiene un salón de juegos enorme en el sótano de su casa- mi hijo abrió los ojos sorprendido.
—Cuando vayáis a hacerme una visita lo podrás comprobar.
—¿Vamos a ir mami?- le dijo a Abi con mucha urgencia. Cuando mi hijo llamó mami a Abi pude ver como a César se le levantaban las cejas por la sorpresa pero mis nervios y mis preocupaciones se esfumaron cuando vi que sonreía.
—Iremos en vacaciones cariño.
—Fantástico- dijo con una sonrisa su padre.
César nos ofreció que saliéramos a tomar el postre al patio trasero que el restaurante tenía. Aunque aún estábamos en invierno el sol de mediodía calentaba lo suficiente como para poder estar al aire libre. Todos nos levantamos y salimos a una mesa que ya estaba preparada para nosotros y al lado de esta había una pequeña bicicleta de color azul con un lazo de regalo rojo. Yo miré extrañada a Abi y ella sonrió y negó con la cabeza, miré a mi hijo y me miraba con los ojos muy abiertos.
—¡Vaya! Parece que alguien va a tener una bicicleta nueva- dijo César con sorpresa fingida.
—¿Mami?- le dijo Víctor tímido a Abi.
—Creo que es para ti cariño, eres el único renacuajo que cabe en ella.
—Bueno yo si me lo propongo me podría montar- le dijo Santi a Víctor riéndose.
—¡No! ¡Que la rompes!- dijo él preocupado y los demás nos echamos a reír.
—Víctor es para ti- le dijo Daniela y a mi hijo se le iluminó la cara.
—Vamos a verla renacuajo- le animó abi.
Todos nos sentamos menos César, Víctor y Abi que se pusieron a ver la bicicleta.
—¿Víctor sabe montar?- le preguntó Diana preocupada a mi madre- desde que César se enteró de la relación de Abigail con tu hija estaba deseando venir a conoceros y cuando Daniela le dijo que Alejandra tenía un hijo se volvió loco buscando regalos para Víctor.
—Aunque le dijimos que no sabíamos si Víctor sabía montar o no él se empeñó en comprarle una bici- se rió Daniela.
—Si sabe montar, tenía una bicicleta en el pueblo pero no pudimos traérsela- dijo mi madre.
—No era necesario que le comprarais nada- dije yo- él estaba tan contento de conocer a la familia de Abi que no hacía falta nada mas.
—Era imposible decirle que no le comprara nada a Víctor- dijo Diana y todos nos reímos.
Al mirar hacia donde estaban Víctor y su mami, vi que mi peque ya estaba montado en su bici con una gran sonrisa mirando a César al igual que Abi y él.
—Mira mami- me dijo mi ángel- ¿a que está chula?
—Si cariño, es preciosa, tienes que darle las gracias a César, a Diana y a Daniela
—Si mami.
—Bueno peque, ve a probarla con cuidado, no te choques con ninguna mesa- le dijo Abi.
Mi pequeño se empujó con sus piernecitas y empezó a dar pedaladas, al principio el manillar se tambaleaba un poco pero enseguida se estabilizó y avanzó por el jardín mientras que a mi se me caía la baba al verlo, se veía tan contento.
César y Abi se sentaron mientras lo veían.
—Es un chico muy tierno- le dijo César a Abi.
—Es un renacuajo encantador- le contestó ella con orgullo- su maestra esta muy contenta con él. Hace su tarea todos los días, ayuda a sus compañeros y defiende a sus compañeras cuando los niños se meten con ellas. Una de sus compañeras lo ha invitado a su cumpleaños y será el único niño.
—Va a ser un ligón como su mamá de joven- dijo Santi en broma.
Víctor volvió de su paseo, dejó la bicicleta al lado de la mesa con la patilla puesta y se acerco a César para abrazarlo.
—Muchas gracias- le dijo aún abrazándolo.
—No es nada campeón.
Se separó de César y fue a abrazar a Daniela y a Diana dándole las gracias a las dos.

Las lecciones del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora