Capítulo 16

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ABIGAIL
La noche que acabábamos de pasar había sido maravillosa, no me lo había pasado así en mucho tiempo. Después de que Alejandra aceptase salir, quedé con Santi en ir a cenar. Yo ya estaba preparada, había escogido un conjunto sencillo y elegante. Estaba esperando sentada en el sofá cuando escuché unos tacones, me levanté del sofá y vi a un ángel caído del cielo. Alejandra iba preciosa, mi corazón martilleaba con fuerza mientras mis ojos la recorrían de arriba a abajo y casi se quiso salir cuando nos íbamos ya que pude ver el sensual escote que llevaba su vestido. En una centésima de segundo mi cerebro nos imaginó a ambas en una situación de lo mas deliciosa, yo iba dejando besos por toda la abertura de su vestido hasta llegar al final de esta recorriendo cada centímetro de piel expuesta y bajándoselo lentamente cuando ya no quedara mas sitio donde besar. Menos mal que no íbamos en mi coche ya que con semejante monumento al lado mía me hubiese sido imposible hasta arrancar el coche.
La cena fue maravillosa y sobre todo la compañía, me hacia muy feliz saber que las personas que eran para mí mi familia se llevaran tan bien con Alejandra, aunque era imposible no llevarse bien con ella, era encantadora...
Unas horas después llegamos a la discoteca donde mis alumnos habían decidido quedar. Pedimos un reservado y seguimos disfrutando de tan buena compañía. Esta cercanía con Alejandra me derretía. Sabia que no serviría de nada pero yo, cada vez me acerca más, cada vez la tocaba más y como no obtenía ningún indicio de desacuerdo mis contactos eran más prolongados y continuos. La necesitaba, necesitaba sentir su suave piel y oler su delicioso perfume. Tenerla tan cerca de mi me hacía rememorar una y otra vez esa fantasía en la que le quitaba ese vestido con parsimonia casi dolorosa. La pasamos muy bien, incluso baile con ella por un rato, no me quise acercar mucho a ella y ella tampoco lo hizo pero aun así era fantástico, sus movimientos a veces eran tan sensuales que hacían que mis piernas temblaran al imaginarme lo que quería hacerle.
Lamentablemente, después de pasarlo bastante bien un rato, la realidad me volvió a golpear en la cara. Un chico se le acercó y ella comenzó a hablar con él. Me enfurecí tanto que tuve que mirar a otro lado para poder disimular pues me entraron unas ganas terribles de decirle al muchacho que la dejara en paz que estaba conmigo o incluso de encararlo empujándole, pero no tenía ningún derecho a hacerlo así que, derrotada, me retiré dejándola a ella con su pretendiente. Volví al palco y hablé con mis compañeros intentando olvidarme del tema. No quería mirar ni siquiera a donde ella estaba o iría hasta allí y lo apartaría de un puñetazo. Un rato después miré para otro lado y vi a alguien conocido. Me alegré mucho de verla allí, bajé del reservado y fui hasta ella.
—Hola muñeca, ¿te apetece una copa?-le dije al oído cuando estaba detrás de ella cambiando mi voz a una mas grave y masculina.
—¿Muñeca? ¿En qué siglo vives para llamarme muñeca? muñeca será tu mad...- al fin Claudia se giró- oh Abi- me abrazó- creía que eras un crío estúpido de todos los que hay aquí hoy, ni te imaginas lo babosos que son- Yo me reí
—Me alegra verte por aquí y sobretodo mas animada que la última vez- la apreté contra mi
—Mis compañeras de clase me han animado para que venga- me las señaló y las chicas la miraban con los ojos como platos- y después de un par de gintonics cualquiera está mas feliz- después de hablar un poco mas con ella me presentó a sus compañeras y me dijo, a modo de broma, que si no estuviera tan enamorada como digo estar me podría haber llevado a la que quisiera a la cama, ella aun no se creía que fuera cierto, ¿tan difícil era de creer que me hubiese centrado en una sola persona? La verdad es que si alguien me lo hubiese dicho hace unos pocos meses me habría reído en su cara pero parece que el destino tenía esta pequeña lección preparada para mí.
Hablamos un rato de cosas sin importancia y me animó a que bailara con ella. De repente, Alejandra apareció de la nada, me alegré bastante al ver que el tío con el que estaba ya no revoloteaba por su alrededor. Le presenté a Claudia y me dijo de irnos. A mí me pareció bien, me había levantado muy temprano y había tenido un día bastante largo por lo que estaba cansada. La cogí de la mano, fuimos hasta el palco, nos despedimos y salimos en busca de un taxi. Tan solo estuvimos esperando un par de minutos pero el frío hizo que Alejandra comenzase a tiritar por lo que me quité mi americana y se la puse para aliviar un poco su frío, si supieras que tengo mil formas más deliciosas de hacerte entrar en calor…
Llegamos a casa y yo preparé el sofá para dormir. Nos despedimos y cuando estaba por tumbarme ella me llamó y me invitó a dormir con ella en la cama. Yo lo dudé por unos segundos, estar tan cerca de ella sería una deliciosa tortura. Al final acepté y cada una se acostó en un lado de la cama, en esa ocasión hubiese deseado haber comprado una cama mas pequeña ya que había un abismo entre las dos. Nos despedimos y a mi se me hacía imposible dormir, estaba cansada, pero tenerla ahí… joder…miré a la mesita de noche donde estaba mi despertador, ya había pasado una hora desde que nos habíamos acostado, poco a poco noté como se acercaba a mi y pasaba su brazo por encima de mí, yo no pude aguantar las ganas y la abracé apretándola contra mi. Se veía tan tranquila, durmiendo tan placidamente, tan tierna. Acerqué mi cara a su cabello y aspiré profundamente, me volvía loca e inmediatamente mi cerebro recordó la fantasía que al empezar la noche había tenido solo que esa vez ya estábamos en la cama y yo le había quitado completamente su vestido. La fantasía se estaba haciendo tan intensa que un pequeño gemido se escapó desde lo más profundo de mi garganta, abrí los ojos de par en par… mierda, ¿me habrá escuchado? Me moví un poco para mirar si sus ojos se habían movido y porque me puse un poco nerviosa cosa que hizo que al final Alejandra se despertara. Me miró y yo sentí miedo, miedo de que actuara como la última vez en su casa pero no, no fue así. Se apretó más a mí y hundió su cara en mi cuello.
—Siento haberte despertado- le dije en voz muy baja.
—No te preocupes- su voz medio dormida hacía que me excitara y tuve que moverme un poco inconcientemente- ¿te molesto? Es que tenía un poco de frío.
—No para nada-  su aliento tan cerca de mi oreja hizo que mi voz se pusiera un poco ronca por lo que decidí pararlo para así no perder el control y no comérmela a besos- necesito ir al baño- me despegué de ella lentamente y me arrepentí en el momento.
Mientras estaba en el baño me repetí una y otra vez lo tonta que era, podría haber disfrutado de una noche junto a ella, en la cama, ¡en mi cama! eso no iba a pasar nunca mas posiblemente. Salí del baño y me acerqué al vestidor y cogí una manta. Yo era muy calurosa y era normal que ella hubiese pasado un poco de frío. La extendí en la cama y me volví a meter dentro de ella.
—Gracias...- su voz sonaba un tanto desilusionada, no sé serán cosas mías… pensé ya que yo al hacerlo me volví a arrepentir. Ella se giró quedando de espaldas a mí y yo hice lo mismo hasta que por fin mi sueño me venció.

Me desperté lentamente, aún tenía sueño, pero no habíamos bajado las persianas por lo que la luz hizo que me despertara. Lo primero que vi fue la larga melena castaña un poco alborotada. Intenté mover mi brazo izquierdo pero los dedos de mi mano izquierda estaban entrelazados con los de ella. Ambas estábamos en un lado de la cama, ella estaba de lado y yo de la misma manera pegada a su espalda y con mi brazo izquierdo rodeándola, oh joder, espero no haberle tocado ninguno de sus pechos…
Disfruté un rato más de eso contacto, de su piel suave y de su olor aunque me culpé a mi misma por aprovecharme de esa situación por lo que, muy lentamente, separé mi mano de la suya y me levanté.


ALEJANDRA
Un pequeño ruido me hizo despertar, levanté mi cabeza de la almohada y miré a ambos lados, no había nadie. Me giré sobre mi misma quedándome boca arriba y me estiré. Había dormido tan bien… Me desperté cuando estaba amaneciendo y pude notar enseguida como su cuerpo caliente estaba detrás de mí muy muuuy pegado y con su mano rodeando mi vientre. Entrelacé mis dedos con los suyos y la apreté contra mí, sentí miedo de que se pudiera despertar así que giré poco a poco mi cabeza para ver si había sido así, pero no, dormía placidamente. La tenía tan cerca, sus labios y los míos estaban a escasos centímetros y unas ganas inmensas por recorrer esa pequeña distancia me invadió. Me acerqué un poco mas pero me paré, no podía hacer eso y si se despertaba y me encontraba pegada a ella besando sus labios, no, no podía hacer eso, retrocedí y volví a posar mi cabeza en la almohada volviéndome a dormir. Ella no estaba en la cama pero tenía bien claro que todo eso no había sido un sueño. Me espabilé un poco y me levanté de la cama, fui al baño y salí al salón. Escuché un ligero traqueteo en la cocina por lo que me acerqué encontrándome en ella a Abi que estaba preparando el desayuno.
—Buenos días- hice que se sobresaltara un poco y mirara hacía atrás esbozándome enseguida una bonita sonrisa.
—Buenos días dormilona, estoy terminando el desayuno, ¿café?
—Si, por favor.
—Pues siéntate que ahora mismo te lo sirvo- me senté en uno de los taburetes y esperé paciente a que ella me sirviera el desayuno.
Me sirvió una taza de café con leche y puso sobre la mesa algunos platos con fruta, galletas, dulces y tostadas. Las dos comenzamos a desayunar en silencio, no era nada incómodo pero decidí romperlo.
—¿Cómo has dormido? Espero no haberte molestado mucho
—Genial y no te preocupes que apenas te moviste, me lo habías puesto peor de lo que era- nos reímos.
—Mejor, así querrás volver a dormí conmigo esta noche- ella me miró a los ojos de tal manera que no pude aguantarla y tuve que bajar mi mirada hasta la taza de café.
—Por supuesto…- es lo único que me dijo después de unos segundos. Al ver que yo me había quedado muda ella intentó desviar el tema- ¿qué te apetece hacer hoy?
—Pues no se…- en ese mismo instante llamaron al teléfono fijo de Abi, ella se levantó y fue a atenderlo y volvió hablando con el.
—Espera un segundo Esther- me tendió el teléfono- Esther quiere habar contigo- Yo cogí el teléfono extrañada.
—¿Si?
—Hola guapa, ¿qué tal la noche?- Lo dijo con un tono que parecía querer insinuarme algo, cosa que me puso un poco nerviosa.
—Bien, lo pasé muy bien y la compañía tuvo mucho que ver- miré con una pequeña sonrisa a Abi y pude ver como ella esbozaba una media sonrisa, miraba para abajo y se mordía el labio inferior, esta acción produjo un pinchazo en mi entrepierna, oh joder…
—No me refería a esa parte de la noche exactamente pero bueno, a lo que iba, Santi y yo habíamos pensado ir dar un paseo por el centro, ver unas tiendas y después comer, ¿te apetece? Abi me ha dicho que lo que tú decidas.
—Puess…- miré a Abi y ella me sonrió y se encogió de hombros- está bien.
—¡Perfecto! Pasamos por vosotras dentro de una hora.
Me despedí de ella e informé a Abi de en qué habíamos quedado. La verdad es que hubiese preferido estar a solas con Abi en casa para, en algún momento, intentar acercarme a ella o insinuarme, pero bueno, ya estaba decidido.
Como el día anterior, yo me preparé en el baño de Abi y ella en el de invitados. Me puse unos vaqueros, una camisa rosa y unas botas marrones, cogí mi parka y salí al salón, justo en ese momento salía Abi del baño. Ella se había puesto unos pantalones verdes oscuros, una camisa vaquera clara y unas zapatillas. Me sonrió al verme y yo a ella.
—¿Preparada?- le pregunté.
—Si, cojo el abrigo y bajamos.
Bajamos a la entrada del bloque y justo estaban llegando Santi y Esther en el coche de su prometido. Nos montamos y fuimos hasta uno de los centros comerciales más grandes de la provincia que se encontraba a las afueras de la ciudad.
Estuvimos unas horas mirando tiendas y paseando. A la hora de comer, entramos a uno de los restaurantes que había dentro del centro. Durante todo el día Abi se estaba comportando como el día anterior, muy atenta y cercana conmigo, se podría decir que cariñosa aunque algunas veces parecía que se contenía y yo le gritaba mentalmente que no lo hiciera, que me abrazara y me besara y, mientras paseábamos que me cogiese de la mano. Terminamos de comer y fuimos a ver la cartelera del cine. A Santi y a Abi le gustaban las películas de terror así que, después de convencer a Esther para que entrásemos, Abi nos invitó a los cuatro ya que ese día Santi había conseguido pagar la comida después de su típico rifirrafe en el cual esta vez la tarjeta de Abi había salido volando por el restaurante.
A mi las películas de terror me dan bastante miedo, aunque intenté mantener la compostura a diferencia de Esther que casi estaba montada encima de Santi tapándose con su sudadera. Lo conseguí hasta que la abuela de la familia decidió estar poseída sin venir a cuento y comenzara a andar por las paredes chillando como una loca con la cara desencajada.
—¡Oh joder!- chillé. Me tapé los ojos y subí mis piernas en el asiento. Hice que Abi se asustara por mi chillido por lo que me miró y me vio en semejante postura, me sonrió y pasó su brazo por mis hombros.
—Ehh, cálmate- me susurró en mi oído- no pasa nada- La necesitaba cerca de mi por lo que me acerqué todo lo que pude y apoyé mi cabeza en su hombro. Ella me apretó mas contra ella.
—La abuela cabrona me ha asustado- ella se rió.
—¿No te gustan estas películas verdad?
—No…- ella comenzó a acariciar mi brazo para reconfortarme.
—No te preocupes, verás como a partir de ahora no te asustas tanto.
Ella comenzó a susurrarme comentarios graciosos al oído. Me asustaba un poco pero a la vez me reía con todo lo que decía e hizo que la mitad de la película que aún quedaba se me pasara en un abrir y cerrar de ojos. Si hubiese sido por mi hubiera visto la película cuatro veces mas si seguía abrazada a ella. Por desgracia la película terminó y nos levantamos de las butacas.
Dimos otro pequeño paseo y decidimos irnos al piso de Santi y Esther. Cuando llegamos Esther me cogió del brazo y me enseñó el piso. Era un piso bastante grande, con tres habitaciones, dos baños, cocina y un amplio salón. Mientras que ella me contaba todo lo que había hecho en el piso para ponerlo a su gusto, Santi y Abi prepararon unas copas y una botella de vino.
Nos sentamos en el salón, Esther y Santi en los sillones y Abi y yo en el sofá. Nada mas sentarme ella pasó su brazo derecho por detrás de mi espalda haciéndome estar mas cerca suya. Hablamos animadamente y Santi y Esther nos contaban sus matrimoniadas, discutiendo en forma de broma de cual de los dos tenía unas manías mas extrañas. Mientras ellos se "peleaban" porque a Esther le gustaba dormir con la cabeza tapada y Santi decía que era imposible para un ser humano dormir de esa manera sin morir, Abi se acercó a mi oreja para susurrarme.
—¿Se te ha pasado ya el susto por la peli?- yo sonreí.
—Si… aunque si…te acercas un poco mas… me sentiré mas a salvo de la abuela loca- me mordí el labio al sentir como ella se acercaba más aún a mi cuerpo y apretaba mas su brazo contra mi cuerpo.
—¿Mejor?
—No sabes cuanto…
—Esta noche…
—¿Si?
—Te tendré que cuidar para… ya sabes… para que no tengas pesadillas- sus labios estaban tan cerca que pude notar un leve roce contra mi oreja que produjo una gran excitación en mi entrepierna.
—Me parece perfecto… con tus brazos rodeándome seguro que ninguna vieja loca me ataca…- pude ver por el rabillo del ojo su media sonrisa. Y sonreí.
—Eh- nos gritó Santi haciendo que Abi separara sus labios de mi oreja pero dejando su cuerpo igual de pegado al mío- ¿Chino o Kebab?
—Yo quiero comida china, pero aquí el señorito está por llevarme la contraria- aclaró Esther sonriendo por habernos pillado en pleno coqueteo, porque está bien claro que eso ha sido coquetear ¿no?
—¿Tú que prefieres?- me preguntó Abi. Quiero que beses, que me lleves a tu casa y que me hagas el amor...
—Mmm Chino.
—¡Bien!- Esther hizo gestos de victoria para molestar a Santi.
—Pues no se hable más, lo que deseen las señoritas- dijo Abi mirándome a los ojos. Si hicieras lo que yo deseo ahora mismo no estarías vestida. Se palpó los bolsillos- he dejado mi móvil en el bolso- se levantó y fue a por él y yo aproveché para ir al servicio. Abi había conseguido con esas palabras y con su contacto que mis bragas estuvieran empapadas, si apenas me ha tocado… Me limpié y volví al salón. Ella estaba haciendo el pedido y yo, con total naturalidad, me senté a su lado quedando lo mas cerca posible de ella sin sentarme encima suya, al colgar, soltó su móvil en la mesa y volvió a poner su brazo detrás mía- Ey creía que habías huido de mi.
—Eso nunca…
—Oh joder- dijo en voz alta Esther, nos giramos para verla y puso los ojos como platos al sentirse pillada- se ha acabado el vino- levantó la botella- voy a por mas- se levantó nerviosa y se fue volviendo con otra botella descorchada
Nos llenamos las copas y seguimos charlando animadamente hasta que llegó la cena.
Después de una animada sobremesa, todos estábamos muy cansados por el largo día así que decidimos irnos. Abi pidió un taxi y nos fuimos a su casa.
—¿Te lo has pasado bien?- me preguntó Abi soltando su móvil y sus llaves en la mesa.
—Como nunca- le sonreí.
—Me alegro de saberlo, a Esther y a Santi le caes genial, sobretodo a Esther- me dijo esto acercándose a mí.
—Que bien, ellos a mi también, son muy graciosos con sus matrimoniadas.
—Me alegro- con su mano derecha me acarició la mejilla y yo no pude resistir la tentación inclinar mi cabeza sobre su mano- Alejandra…
—¿Sí?
—Yo…- Sonó el teléfono fijo y ella se separó para ir rápido a atenderlo. Vino con una gran sonrisa y me lo tendió.
—¿Si?
—Mamiiiii- una gran sonrisa del tamaño de la de Abi apareció en cara.
—Hola mi amor, ¿qué haces despierto tan tarde? ¿La abuela te esta consintiendo demasiado?
—No mami, acabamos de llegar de la cena del cole y te echaba de menos y a Abi también.
—Nosotras también te echamos de menos mi amor- vi como Abi sonrió de manera tierna
Hablé un poco mas con él y le dimos las dos las buenas noches. Decidimos cambiarnos e irnos a la cama y, como la noche anterior cada una se tumbó a un lado. Deseaba que se acercara y me abrazara pero no se movía, esperé unos minutos y nada así que deje toda mi vergüenza y mis inseguridades a un lado.
—Estas…- respiré hondo- fallando a tu promesa… Abi- No obtuve respuesta, solo sentí como Abi se acercaba a mí hasta que nuestros cuerpos quedaron pegados y me rodeaba con sus brazos pegándome aún más a ella.
—¿Mejor preciosa?- yo suspiré al sentir ese agradable cosquilleo en mi barriga.
—Muchísimo mejor…


ABIGAIL
Desperté sintiendo al instante el pequeño hueco vacío que su cuerpo había dejado. Me puse bocabajo y hundí mi cara en la parte de la almohada donde ella había dormido. Oh señor, huele tan bien. Aquella noche cuando nos acostamos estaba deseando pegarme a ella, pero no sabía si lo que habíamos hablado aquella tarde para ella había sido una broma o no, pero cuando la escuché mencionármelo me faltó tiempo para amoldarme a su cuerpo, era una sensación de lo mas deliciosa y maravillosa, me notaba en el cielo y mas cuando su culo quedó justo en mi coño que estaba de lo mas caliente y eso que la gorda tela de su pijama nos separaba. Al final conseguí dormirme mientras me embriagaba con su aroma y ahora ella no estaba.
Me bajé de la cama de un salto y fui en su busca. No tardé mucho en encontrarla haciendo el desayuno en la cocina.
—Buenos días- le dije apoyada en el marco de la puerta.
—Hola, pensé que estaría bien que hoy te sirviera yo el desayuno, he preparado tortitas y tostadas y algo de zumo- me miró y frunció el ceño- oh por dios, ¿qué haces descalza? Te vas a resfriar anda ve a por unas zapatillas- yo le hice una señal con la mano como si fuera un soldado y fui a por ellas volviendo enseguida. Estaba terminado de preparar el desayuno con su pijama de ositos y no pude resistirme, me acerqué por detrás y la abracé, sabía que me estaba arriesgando demasiado, pero me daba igual. Todo el fin de semana había estado haciendo lo mismo, cada vez me acercaba mas y la tocaba mas, paso a paso, viendo sus reacciones y arriesgándome mas y mas con el tema del tonteo hasta ahora no había recibido ninguna negativa por lo que cada vez me arriesgaba mas.
—¿Necesitas que te ayude?- le dije muy cerca de su oído. Ella acarició levemente mi mano que se encontraba en su vientre.
—No… ya está todo listo… puedes llevarte las cosas a la mesa.
—¿Ya?- le dije eso dejándole saber claramente que no me quería separar de ella, que gustaba ese contacto. La noté suspirar.
—Cuando quieras… no corre prisa.
Hundí mi nariz en su pelo y aspiré profundamente. Separé lentamente mis manos de su vientre y cogí uno de los platos llevándomelo hasta la mesa, ella hizo lo mismo y llevó el resto de cosas.
Desayunamos tranquilamente, yo no separaba mi ojos de los suyos y ella, algunas veces no podía aguantar mi mirada y tenía que separarla de la mía por unos segundos. Terminamos, recogimos la cocina y nos duchamos cada una en un baño. Yo terminé y me puse unos leggins y una sudadera, algo cómodo ya que, durante el desayuno, me había dicho que prefería pasar el domingo en casa. Salí y ella aún no estaba fuera por lo que me senté en un sillón y me dispuse a mirar mi correo. Tenía veinte correos de alumnos preguntadote dudas, algunas fáciles de contestar y otras que eran casi imposibles de responder por correo. Me puse a contestarlos a toda prisa para terminar antes de que saliera de la ducha pero se me adelantó. Salió del cuarto, dejando su maleta en el pasillo. Se había puesto unos vaqueros, una sudadera y unas zapatillas. Al verme centrada en mi portátil se acercó hasta a mi hasta quedar detrás del sillón y pasó sus brazos por ambos lados de mi cuello y acercó su cabeza hasta estar a la altura de la mía para hablarme.
—¿He tardado mucho? Tu ducha es adictiva y me parece que he tardado demasiado.
—No, acabo de sentarme y estoy revisando los correos de tus compañeros, dame unos minutos y lo dejo- me dio un beso en la cabeza.
—Está bien- se fue hasta el sofá y se tumbó con toda confianza la miré y ella me sonrió.
Puso la televisión para entretenerse pero yo apenas tardé unos diez minutos. Cerré el portátil y lo dejé en la mesa, acercándome hasta el sofá.
—¿Me dejas un sitio?- Ella levantó sus piernas invitándome a sentarme ahí para luego volver a ponerlas, yo me reí y le hice caso, me senté y ella puso sus piernas encima de las mías, al tenerlas encima y con toda naturalidad comencé a hacerle caricias empezando por las espinillas y subiendo poco a poco hasta sus muslos, aunque tenía los vaqueros podía notar como ella reaccionaba con mis caricias y… me encantaba.
Nos pasamos lo poco que quedaba de mañana de esa manera, viendo la tele, hablando, riéndonos y sobre todo disfrutando de nuestro acercamiento. Estaba bastante claro que ella estaba receptiva con mis muestras de cariño. En otras ocasiones no hubiese sido tan paciente y en un fin de semana hubiese echando mas de un polvo pero con ella era todo diferente. Quería ir lo más lento posible y estar completamente segura.

A la hora de comer preparamos juntas la comida, algo sencillo, un poco de pollo con verduras y ensalada. Comimos en el salón, recogimos y yo me fui corriendo al sofá estirándome todo lo que pude. Ella al llegar hasta a mi se cruzó de brazos.
—¿Te estás vengando de mi?- yo le sonreí y asentí- yo te he dejado antes un sitio- me puso carita de pena.
—Está bieeeen- dije como si no me apeteciera moverme pero la verdad era que estaba deseándolo y mas si aceptaba sentarse como yo lo había pensado. Me senté de lado con las piernas en el sofá, abrí las piernas y le dije que se sentara. Ella ni se lo pensó, se sentó en el hueco que le había dejado y apoyó su espalda en mi pecho, busqué por los canales alguna película para ver hasta que encontré alguna buena. Solté el mando en la mesa y puse mis manos en su vientre.
—¿Estás a gusto?- le pregunté apretándola mas a mi
—Si... En la gloria- no pude evitar sonreír.
Seguimos viendo la película, aunque pude notar que ella se durmió. Un poco antes que terminara se despertó ya que pude notar como se estiraba lentamente.
—Dormilona...
—No me he dormido...
—No, solo has estado con los cerrados mas de media hora- le hice cosquillas en los costados y ella empezó a saltar por las cosquillas
—Que no me he dormido- decía entre risas, se dio la vuelta y empezó a hacerme cosquillas a mi
—Siiii- le dije intentado respirar- eres una marmota dormilona
—No soy una marmota
—Sii, si que lo eres, eres una marmota preciosa- estábamos muy cerca y al decirle eso ella paró de hacerme cosquillas y yo la imité. Nos quedamos mirándonos con nuestras cabezas apoyadas en el respaldo del sofá. Puse mi mano en su mejilla y la acaricié disfrutando de la sonrisa que me brindó por ello- eres preciosa...la mujer mas preciosa que jamás he conocido- era el momento, era ahora o nunca, ya había expuesto mis cartas y no había vuelta atrás. Comencé a acercarme lentamente para besar sus labios, lo hice muy lentamente para darle tiempo a echarse para atrás pero ella no lo hacía así que seguí mi camino que llevaba a sus deliciosos labios. Nuestras narices ya se rozaban y tan solo faltaba medio centímetro para rozarnos, ya sentía su aliento en mis labios pero cuando estaba a punto de completar el trayecto el timbre sonó. Yo me quede en la misma posición pero ella giró levemente la cabeza. El timbre volvió a sonar insistentemente.
—Llaman a la puerta- dijo bajando un poco mas la cabeza. Esperé unos segundos pero ella no me miró por lo que me levanté sintiendo un gran dolor en mi pecho, un dolor muy agudo y profundo. Abrí la puerta y Carlota se abalanzó a mis brazos, estaba llorando desconsoladamente.
—Abi por favor, te necesito, no me dejes sola, te necesito.
—¿Qué pasa Carlota? Cálmate- miré a Alejandra y nos miraba con semblante serio
—Por favor, te necesito- parecía que tenia un ataque de ansiedad- no me dejes sola por favor, por favor, me duele- se apretaba mas a mi
—Carlota por favor necesito que te calmes para saber qué pasa- volví a mirar para el sofá y Alejandra no estaba, la vi cogiendo su maleta y dirigiéndose al perchero para coger su abrigo- ¡Alejandra!- la llamé pero ella ni me miraba- Alejandra, espera, ¿qué pasa?- ella ni siquiera me miró abrió la puerta y la cerró pegando un portazo y haciendo que los pequeños trozos de mi corazón que aun quedaban en pie cayeran haciéndose partículas aun mas diminutas.

Las lecciones del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora