Capítulo 20

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ALEJANDRA
La semana de exámenes por fin había terminado y había estado plagada de un sin fin de emociones: estrés por todos los exámenes que tenía, felicidad, por la buena reacción que tuvo Víctor al descubrirnos a Abi y ami y, sobre todo, de amor, en los pocos momentos que tuvimos Abi y yo para estar a solas. Aunque eso se iba a acabar ya que habíamos terminado por fin los exámenes y ese día, después de casi dos semanas desde la primera vez que hicimos el amor, me quedaría en su casa.
Era viernes y habíamos quedado en vernos para cenar con Santi y Esther. Aún era por la mañana, yo no tenía que trabajar y como Abi tenía reuniones por las evaluaciones y todo eso yo aproveché para quedarme en casa, limpiar el desastre que tenía por habitación y elegir qué ponerme esa noche.
Estaba recogiendo los miles de papeles que tenía esparcidos por el escritorio y el suelo cuando el timbre sonó. Yo, extrañada, fui a abrir encontrándome con un repartidor preguntando por mi, le dije que era yo y me extendió una carpeta con un resguardo para que lo firmase, lo firmé y él me dio dos paquetes de considerable tamaño y se despidió sin darme ningún tipo de explicación, que “simpático”, se ha quedado sin propina... Yo cerré la puerta y dejé los paquetes en la mesa del salón para poder leer la pequeña nota que tenía pegada el primero.
“Es imposible que esté a la altura de tu belleza, pero al menos lo intenté. Abigail”
Dejé la nota y abrí el envoltorio del primer paquete encontrándome con una caja de Chanel. En su interior había un vestido negro precioso, corto, por delante era sobrio pero por detrás tenía un bonito escote acompañado de un poco de encaje, me encantó, en la misma caja del vestido también había un bolso de mano a conjunto con el vestido que también me gustó. Rompí el papel del otro paquete y me encontré una caja de Louboutin, está loca, se ha debido dejar una fortuna... sentí un poco de remordimiento por el dineral que le habría costado todo pero no me resistí a abrirla para ver unos tacones negros muy altos con su inconfundible suela roja, eran perfectos. No veía la hora de ponerme este conjunto para dejarla sin habla.
Para mi suerte, el día se pasó muy rápido, con todas las cosas que tenía que hacer no me dio tiempo ni a sentarme a ver el reloj pasar.
Dos horas antes de la hora en la que quedé con Abi comencé a arreglarme. Me  había propuesto ir esa noche lo mas arrebatadora posible. Con la ayuda de mi madre me hice un moño alto para dejar a la luz la bonita espalda que tenía el vestido, me maquillé y me puse el vestido y los tacones que Abi me había regalado. Me estaba como un guante, parecía hecho para mi al igual que los tacones. Al terminar de arreglarme, casi a la hora acordada salí del baño para que me viera Víctor.
—Mami estás guapísima- me dijo con los ojos muy abiertos- le voy a tener que decir a Abi que te cuide de los hombres- yo me reí y le di un sonoro beso en la mejilla dejándosela manchada de carmín- pasároslo muy bien.
—Y tú cariño, no te acuestes muy tarde- en ese mismo instante Abi tocó a la puerta y fui a abrirle.
Al abrir encontré a Abi con un vestido negro, igual de corto que el mio pero con un bonito escote delante en vez de por detrás. Su cabello estaba suelto y con unas preciosas ondas que la hacían mas bella si era posible. En sus manos traía una rosa, pero no me la dio ya que estaba petrificada con su media sonrisa mirándome de arriba abajo. Su mirada me hizo sentir tan deseada que un rubor apareció en mis mejillas y ella, al verse sorprendida movió un poco la cabeza intentado espabilarse y ya por fin me saludó con un beso y me dio la rosa.
—Estás preciosa- en sus ojos se podía ver que no era un cumplido pues me miraba como si intentara comerme con la mirada.
—Tu también, muchas gracias por la rosa y por el vestido, pasa, dejo la rosa y nos vamos- las dos entramos al salón, yo puse la rosa en uno de los jarrones y mientras ella saludó a mi madre y a mi hijo.
—Wo Abi, te iba a decir que cuidaras a mi mami de los hombres porque va muy guapa pero tú también debes tener cuidado- me reí del piropo que le lanzó mi hombrecito.
—Ey Don Juan, por lo que veo tu también sabes cómo se conquista a una mujer, hasta tienes carmín en la mejilla.
—Si pero tengo este lado sin nada- Abi se rio y le besó la otra mejilla para que estuvieran las dos manchadas en igualdad de condiciones.
Nos despedimos de mi madre y de Víctor y nos fuimos al restaurante en el que habíamos quedado con Santi y su novia. Abi se llevó su coche y yo le pregunté porqué.
—No voy a beber mucho... Para lo que tengo pensado hacer luego quiero estar sobria- mi sexo palpitó, sabía perfectamente a que se refería, yo también había pensado en ello todos estos días, lo deseaba tanto... Lo único que hice fue sonreírle y agarrar la mano que me brindaba.
Llegamos al restaurante donde habíamos quedado con Esther y Santi. Era un céntrico restaurante de la ciudad, muy conocido, con una larga lista de espera y, por lo tanto, uno de los mas caros de la provincia. Dimos nuestro nombre al metre y enseguida nos llevó a la mesa para cuatro que habían reservado los chicos. Apenas le habían dado la carta de vinos a Abigail cuando Santi y su chica aparecieron. Esther se abrazó a mi muy feliz.
—Sabía que tú eras la definitiva- me susurró al oído. Yo me sentí muy feliz- hoy tenemos mucho que celebrar ¿no Abi?- le dio dos besos
—¡Si! Por ahora vamos a elegir un buen vino para brindar- dijo Santi muy sonriente.
Nos sentamos y Santi le indicó al camarero el vino que había escogido y unos minutos después estábamos brindando.
—Bueno chicas, estoy muy feliz de estar rodeado de vosotras y espero disfrutar de vuestra compañía por muchos años mas, por nosotros y por vuestra nueva relación, espero que os traiga mucha felicidad, ¡salud!
Brindamos y nada mas darle un sorbo a la copa, Abi me besó. Fue un beso corto y tierno, al separarnos Esther estaba mirándonos de lo mas encantada y yo noté calor en mis mejillas, Abi al verme, me sonrió con ternura y me abrazó besándome en la cabeza.
—Estás preciosa cuando te ruborizas- me susurró al oído.
—Sois de lo mas tiernas- nos dijo Esther apoyando su cara en sus manos  con sus codos apoyados en al mesa.
La cena fue perfecta. Abigail, como siempre, estaba muy atenta todo el rato, brindándome sonrisas y pequeñas caricias. Hablamos de la boda y de los miles de planes que Esther había preparado para los cuatro. Ya estaría todo planificado hasta las navidades del año siguiente si no fuera porque Santi le dijo que parara.
La comida estaba deliciosa, aunque sigo pensando que los precios de los platos que pedimos eran totalmente desorbitados. Después de los platos principales disfrutamos de una selección de postres buenísimos. En esta ocasión consiguió pagar Abi después de que la tarjeta de Santi acabara hundida en uno de los pasteles que no nos habíamos comido. Salimos del restaurante en dirección a un bar para tomarnos unas copas. Era un sitio tranquilo, la música no estaba alta por lo que podíamos seguir charlando. Santi pidió nuestras copas en la barra para evitar que Abi las pagara y Esther, mientras tanto, fue al baño.
—Estás guapísima Alejandra... no me canso de decírtelo- me dijo mirándome a los ojos, su mirada estaba llena de deseo- todas las veces que te diga se quedaran cortas.
—Tú que me miras con buenos ojos- me ruboricé- además el vestido hace mucho, es precioso- ella negó con la cabeza.
—El vestido solo es la guinda del pastel... un bonito envoltorio para un bello regalo.
—¿Un regalo?
—Si... el que me ha dado la vida- no pude evitar besarla, era tan jodidamente romántica y yo le tenía ya tantas ganas...
—No tenías porqué, no era necesario gastarte tanto dinero cariño.
—No es nada... ayer me escapé con Esther para comprar unas camisas para el trabajo y cuando lo vi...- se acercó a mi oído rozando con sus labios el filo de mi oreja- en segundos me imaginé quitándotelo y tuve que comprarlo- me mordí el labio para hacerla saber que me gustaba la idea, su voz un poco mas grave me excitó mucho- hoy puede que estés en peligro- me dijo de forma mucho mas sensual.
—¿En peligro?- le dije sin moverme.
—Si... después de darme a probar tu cuerpo, me has tenido casi dos semanas sin nada y eso no es bueno...
—¿No? ¿Por qué?
—Porque esta noche cuando te pruebe después de tanto tiempo... no te dejaré escapar hasta que no me sacie y te advierto que eso no pasa tan fácilmente- mi sexo se estaba humedeciendo con cada palabra que me decía- puede que no salgas de la cama hasta el domingo- tuve que moverme un poco inconscientemente y suspiré.
—Tendré que correr ese riesgo
—Si la otra noche disfrutaste... esta noche te enseñaré lo que es el placer en estado puro- me dio un leve mordisco en el lóbulo y comenzó a acariciar mi muslo disimuladamente. Me importaba una mierda que la gente nos viera en esa situación, lo que quería era irme de allí y que mi novia me hiciera todo lo que me acaba de prometer- Me vuelves loca Alejandra...
—¡Sácame de aquí por favor!- dije con un tono un tanto desesperado ¡me había puesto tan cachonda que no podría estar así mucho tiempo!
—Aquí están las copas- las trajo Santi el mismo hasta la mesa- ¿y Esther?- Abi se separó un poco de mi y cogió su copa para beberse buena parte de ella sin dejar de mirarme.
—Ha ido al baño- le contesté a Santi. Ahora mismo no sabía si odiarlo porque nos había arruinado el momento o quererlo por pararnos ya que estaba deseando lanzarme encima de Abi.
—¿Vamos a ir después de las copas a echar unos bailes?
—¡No!- dijimos al unísono.
—¡Wo! veo que vosotras ya tenéis pensada vuestra propia fiesta privada- se rio.
—¿Qué fiesta?- dijo Esther al volver del baño.
—Nada- dijo Abi- que tu prometido quería ir de fiesta pero nosotras nos vamos a ir después de la copa.
—¿Ya? Pero si es prontísimo.
—Hoy ha sido un día muy largo Esther- le contesté- Y queremos ir a descansar- Abi pasó su mano por mi espalda y me abrazó. Esther se quedó un poco confusa al principio hasta que sus ojos se abrieron como platos.
—Ohh si, vale, vale, bueno- se quedó mirando a Santi que había comenzado a reírse- pues nosotros dos nos iremos a bailar un rato ¿no cariño?
—Claro mi amor- la besó- donde tú quieras.
Seguimos charlando apenas media hora hasta que las dos nos bebimos nuestra copa. Tuve que parar un poco a Abi pues si hubiese sido por ella se la hubiese tomado de un solo trago. Nos despedimos de los chicos y nos fuimos para el piso de Abi. Por el camino ella no paró de acariciar mi muslo, metiendo su mano un poco por debajo de mi vestido, si hubiese llegado hasta mi tanga se hubiese quedado impresionada de lo empapado que estaba. Enseguida llegamos ya que Abi se saltó un par de semáforos y condujo un poco mas rápido de lo permitido. Nada mas cerrar la puerta del piso me puso contra ella y me besó con fuerza. Sus labios me llevaban al cielo, eran deliciosos. En cuestión de segundos nuestras lenguas se encontraron y comenzaron una danza llena de excitación. Sus manos comenzaron a presionar mis pechos y yo empecé a gemir, quería que me arrancara el vestido y me hiciera el amor ahí mismo. Ella alzó un poco mi vestido y me levantó cargándome hasta llegar a la mesa del salón donde me dejó para seguir besándome. Abi aprovechó y se quitó los tacones y me quitó a mi los míos, me volvió a cargar y me llevó hasta su cuarto. Allí me apoyó contra la pared y comenzó a besar mi cuello dejando, de vez en cuando, pequeños mordiscos por toda mi piel expuesta. Poco a poco me bajó de ella y buscó la cremallera de mi vestido que estaba en uno de los laterales. La bajó despacio mirándome con gran deseo, cuando terminó, comenzó a bajar mi vestido con gran lentitud deleitándose con la piel que iba quedando al descubierto. Su cara fue un cuadro cuando quedó a la luz el sujetador de encaje negro que llevaba puesto, pero cuando vio mi tanga a juego con el sujetador completamente empapado, no pudo evitar gemir, sabía que le iba a gustar... Con sus ojos fijos en el, enganchó uno de sus dedos en la tira y fue bajando hasta notar la humedad, la vi como tragó fuerte.
—Oh joder- dijo en apenas un susurro. Yo me abalancé a su boca y la besé. Como pude encontré su cremallera en la parte trasera y la bajé rápidamente al igual que su vestido, yo no tendría tanta paciencia. La quería desnuda y la quería ¡Ya!
Ella llevaba un bonito conjunto rojo, mas sencillo pero igualmente sexy, todo lo que ella se pusiera con ese cuerpo escultural te dejaba sin aliento. La empujé lentamente hasta caer en la cama, me puse encima suya y seguimos besándonos. Esta vez no me corté ni un pelo, acaricié cada rincón de su cuerpo y apreté sus pechos con gran placer.
Nos giramos y yo quedé debajo de ella así que aproveché para quitarle el sujetador dejando sus bonitos pechos meciéndose y esperando ser atendidos por mi boca, le quité sus bragas y la giré para quedar encima suya y poder deleitarme con el manjar que se me ofrecía. Besé y chupé sus pechos deleitándome de su suave tacto y su sabor. Ella me acariciaba el pelo y me miraba con placer, estaba bien claro que estaba haciendo un buen trabajo, de repente ella me giró y me puso contra la cama. Comenzó a besar mi cuello mientras que me quitaba el sujetador. Al deshacerse de el besó mis pechos, que chupó y lamió con adoración, luego pasó a mi vientre y de ahí se pasó a mis muslos. Sus besos me quemaban al igual que sus caricias, lentamente bajó mi tanga completamente empapado y volvió a ascender hasta llegar a mi centro. Comenzó a besarlo, era una sensación tan increíble y maravillosa. Yo abrí mas mis piernas y le facilité todo lo posible su tarea. Era una diosa, mi cuerpo ya no estaba en la cama, no, ella lo estaba elevando hasta el cielo con su lengua. Mis caderas tenían vida propia pues se movían buscando un contacto mayor. Me sometí al placer, solo pude agarrar las sabanas y gemir diciendo su nombre cuando una oleada de placer salvaje recorrió cada milímetro de cuerpo. Cuando mi cuerpo dejó de agitarse ella comenzó a ascender depositando besos por todo mi cuerpo aunque esto no había acabado, no, su mano seguía ahí abajo estimulando mi clítoris. Aunque el anterior orgasmo me había dejado sin habla busqué las fuerzas para hacerlo a la vez que bajaba mi mano por su cuerpo hasta llegar a su centro el cual tenía tanto flujo que mojaba sus muslos.
—Ahora me toca ami sentirte...- le dije entre besos. Tocar su clítoris hinchado y mojado había sido una sensación desconocida para mi hasta  ese momento, pero esa primera vez fue una sensación de lo mas maravillosa, saber que era yo el motivo de esa excitación era... Indescriptible y mas al ver su reacción de satisfacción y su media sonrisa.
—Lo harás esta noche muchas veces preciosa, pero esta vez lo haremos las dos a la vez- me besó con mas ansias.
Estimuló un poco mas y yo la imité pero pocos segundos después me penetró con dos de sus dedos y acto reflejo yo agarré su nuca con mi mano libre y pegué mi frente a la suya jadeando, las acometidas de sus dedos me ponían a cien. Quise experimentar la sensación de estar dentro de ella por lo que yo también lo hice, primero con un solo dedo, mirando las reacciones de su cuerpo y su cara y, después de varias acometidas, con dos. Ella gimió al sentir mis dos dedos dentro de ella y yo encontré rápidamente el ritmo que me marcaban sus caderas. Tanta era nuestra excitación que ambos orgasmos llegaron enseguida y a la vez. Aunque yo estaba experimentando un placer indescriptible esa vez se acentuó aún mas al escucharla a ella correrse por primera vez, los gemidos y las palabras que salieron de su boca fueron gloria para mi.
Nos abrazamos mientras nuestras respiraciones se calmaban, pero ella apenas se había recuperado y ya empezaba a besar mi cuello de nuevo mientras que con sus dedos rozaba uno de mis pezones.
—Tú no te cansas...- dije casi en un susurro ya que la excitación que volvía a sentir apenas me dejaba hablar.
—Te advertí que no era bueno dejarme tanto tiempo sin probarte...- me besó los labios y me mordió mi labio inferior- la noche apenas ha comenzado preciosa... no voy a parar de hacerte el amor hasta que no puedas mas- y sin dejar contestarle volvió a besarme otra vez para comenzar de nuevo.
Y así seguimos, amándonos una y otra vez hasta que el cansancio nos venció y el sol comenzó a aparecer por el horizonte.




ABIGAIL
Un leve movimiento del cuerpo caliente al que estaba abrazada hizo que me despertara lentamente. Poco a poco, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a rondar mi cabeza y una gran sonrisa apareció en mi cara. Me acerqué mas a ella, aspiré el aroma de su pelo y apreté levemente el pecho que mi mano derecha acunaba. Había sido una noche mágica, tantas noches con tantas mujeres diferentes y con ninguna sentí lo que con ella. Con ella era diferente, sentía cosas indescriptibles que me volvían loca y me hacían querer poseerla una y otra vez. Volví a apretarla mas contra mí y hundí mi cara en su nuca obteniendo una pequeña risa a cambio, le había hecho cosquillas.
—Buenos días- le dije en apenas un susurro.
—Buenos días- dijo de igual manera. Se giró hasta quedar boca arriba y yo me monté encima suya y comencé a besar su cuello- definitivamente...- dijo mientras su respiración se hacía pesada- eres insaciable...
—Contigo es imposible no serlo, me vuelves loca- dejé mis besos y hundí mi cara en su cuello, ella me abrazó y me tapo con las sabanas- ¿cómo te sientes?
—Cansada... y  gratamente dolorida- levanté mi cabeza para mirarla preocupada.
—¿Te hice daño? ¿Por qué no me dijiste que parara?
—Oh no, no es eso, es que no estoy acostumbrada a hacerlo tantas veces- me besó- tendré que acostumbrarme a tanta actividad sexual- comenzó a besar mi cuello. Joder... era imposible no ponerse caliente...
—Si... te acostumbrarás...- hace un segundo me había dicho a mi misma que le daría un respiro pero esos besos hicieron que me poca cordura se perdiera...- vamos a seguir ahora mismo para que no pierdas la práctica- me lancé a esos jugosos labios que ya estaba añorando.
Bajé mi mano hasta su coño y ahí estaba, mojado y preparado para otra sesión de placer, esta vez no la penetraría...
Nos alcé a las dos para dejarnos sentadas una enfrente de la otra y me abrí de piernas y le indiqué que ella hiciera lo mismo para acoplarnos la una a la otra y poder sentir así el roce de nuestros clítoris empapados. Era la primera vez que lo hacíamos pero ella comenzó a moverse como si lo hubiese hecho miles de veces, ese vaivén me enloquecía. Moví mis caderas con fuerza para darle el mayor roce posible y por lo tanto el mayor placer posible. Las dos nos corrimos en poco tiempo dejándose ella caer encima mía. Nos quedamos abrazadas en la misma posición hasta que nos recuperamos, para luego, volver a tumbarnos.
Esa mañana la pasamos casi por completo en la cama. Después de pasar un rato abrazadas hablando, le sugerí darnos una ducha juntas y ella aceptó encantada. Durante esa larga ducha le enseñé lo placenteros que podían ser los chorros del hidromasaje si se utilizaban bien y, después de un par de orgasmos salimos y nos vestimos para comer algo. Cuando salimos eran ya mas de las tres de la tarde. Habíamos perdido la noción del tiempo, pero nos daba igual, ese día lo emplearíamos para demostrarnos lo que nos queríamos y todo lo que habíamos tenido guardado desde hace tanto tiempo.

A media tarde el teléfono fijo sonó, era Víctor. Me sentí un poco culpable por haberle robado a su madre de esa manera y dejarlos a su abuela y a él solos tanto tiempo, pero lo necesitábamos, necesitaba dejarle bien claro que ella era mía y yo era suya, solo suya y de nadie mas. Hablamos con él un rato y le prometí que el día siguiente pasaríamos el día entero juntos los cuatro.
El resto del día lo pasamos juntas, disfrutando de nuestros besos, nuestras caricias y nuestro amor.



ALEJANDRA
Me desperté el domingo de la misma manera que el día anterior: sintiendo que mi preciosa novia se movía pegándose mas a mi y apretando mi pecho con su mano. Le encantaba dormir así, sin soltar ni un segundo mi pecho en toda la noche, y ami también.
El día anterior y sobretodo la noche anterior, sería algo que no olvidaría jamás. Perdí la cuenta de todas las veces que hicimos el amor y, entre tantas veces que lo hicimos pude probar por primera vez el dulce néctar del sexo de Abi, esa experiencia fue increíble.
—Hola- me sacó Abi de mis pensamientos.
—Hola...- le dije en apenas un susurro.
—No quiero salir de la cama- me dijo como una niña pequeña- pero le prometí al peque que le llevaríamos el desayuno- me estrechó entre sus brazos. Adoraba que fuese así con mi hijo. Cuando me dijo llorando que Víctor le había dicho que quería decirle mamá tuve que sacar fuerzas de todos lados para no llorar de emoción con ella. Yo también quería que Abi fuera su madre, estaba segura que quería formar con ella una familia y que fuera la madre de Víctor y de, quizás, otro bebé, pero me daba miedo decírselo por si creía que iba muy rápido aunque la verdad es que lo iba- será mejor que vayamos a la ducha o sino no saldremos de aquí nunca- besó mi nuca y se separó de mi, se bajó de la cama completamente desnuda y me esperó en la puerta del baño- ¿vienes?- me bajé de la cama con los ojos clavados en su cuerpo y agarré la mano que me brindaba.
Disfruté de la agradable ducha. El agua caliente recorría mi cuerpo mientras que mi chica me enjabonaba el cuerpo con parsimonia, como si tuviésemos todo el tiempo del mundo.
Veinte minutos después salimos las dos del baño ya vestidas. Ella me dejó toda la ropa que necesité ya que no me había llevado ropa. Me prestó unos vaqueros pitillo que me estaban muy ajustados ya que ella estaba mas delgada que yo, una camisa, unas bailarinas y ropa interior.
—Estás demasiado sexy con esos vaqueros- me agarró el culo- tendré que ir alejando de ti a todos los moscones- me besó debajo de la oreja.
—¿No tienes otros mas grandes? eso pasa cuando tu novia está mas gorda que tú.
—Estás loca- se rio- estás perfecta y esos vaqueros te quedan muchísimo mejor que ami, voy a estar todo el día deseando quitártelos- comenzó a besarme el cuello.
—Cariño...
—¿Sí?
—Víctor nos espera...
—Cierto- se separó de mi- es mejor que nos vayamos- me dejó una trenca y nos fuimos para casa.
Fuimos hasta a casa en su coche y de camino paramos para comprarle a Víctor algunos dulces para el desayuno. Al llegar, parecía que nos estaba esperando detrás de la puerta ya que nada mas tocar el timbre mi hombrecito nos abrió la puerta y se colgó a Abi.
—¡Abiiii, mami!
—¡Wau! ¡Buenos días campeón!- ya en los brazos de Abi nos dio un beso a cada una- aún tienes que tener cuidado con ese brazo peque, aunque te hayan quitado el yeso se sigue recuperando.
—Hola mi amor, es cierto, se lo llevamos diciendo todos estos días pero ni caso.
—No me regañéis que él que os tiene que regañar soy yo, sois unas tardonas, llevo esperándoos un montón- cruzó sus bracitos y frunció el ceño.
—No te enfades renacuajo, que te hemos traído dulces para desayunar- se le iluminó la cara- así que vamos, que me muero de hambre.
Entramos en la cocina y allí estaba mi madre preparando café. No nos dijo nada solo nos miró con una sonrisa pícara que fue suficiente para que yo notara como mi cara me palpitaba por la vergüenza.
Los cuatro desayunamos y nos fuimos a dar un paseo por el parque que había cerca de casa. Abi tuvo que cargar con el coche tele-dirigido hasta allí ya que mi peque se moría por estrenarlo. Nada mas llegar al recinto del parque Abi le puso las baterías y se lo encendió. Ese cacharro corría muchísimo y mi pequeño comenzó a correr detrás de el y Abi detrás de mi hijo diciéndole que tuviera cuidado por su brazo. Cuando lo consiguió alcanzar lo alzó en sus brazos y los dos se pasaron un rato conduciéndolo y riéndose mientras que mi madre y yo los mirábamos desde un banco.
—Lo adora...- dijo mi madre tras un rato en silencio-... va a ser una muy buena madre para Víctor- yo la miré, en su mirada se notaba la decisión y la seriedad de sus palabras.
—Aún es pronto, pero sí, se quieren mucho el un al otro.
—No creo que sea pronto, eso ya se les notaba desde el primer día que quedaron para jugar juntos.
—Mamá no podemos precipitar las cosas, yo...
—Lo sé, lo sé- me cortó- solo quería que supieras que no podías haber encontrado a nadie mejor que ella y estoy mas que segura que será la definitiva- ojalá sea cierto, mamá, ojalá- Aún no me has contado qué tal fue la cena ni el fin de semana- ya intuía hasta donde quería llegar, mi madre no tiene remedio...
—Fue perfecta, la comida estaba muy pero que muy buena aunque si yo hubiese tenido que pagar algo creo que no hubiese podido pagar ni la cesta del pan- dije con un poco de vergüenza- luego fuimos a un pub a tomarnos una copa y luego nos fuimos al piso de Abi.
—¿Y el sábado?- mis ojos se abrieron mucho inconscientemente pero intenté disimular.
—¿El sabado? Mmm en casa, no salimos.
—¿De la cama?
—Mamá por favor- notaba el calor que de repente irradiaba mi cara mientras que ella se reía.
—Se que no me vas a contar nada pero me encanta verte roja como un tomate- no paraba de reír.
Intente pasar de ella y centrarme en Abi y Víctor que se habían alejado un poco mas hasta una zona en la que había mas arena, estaban aprovechando los huecos que la lluvia de hace unas semanas había hecho en la arena para que el coche saltara y derrapara, se les veía tan entusiasmados, Abi parecía que tenía la misma edad que Víctor, se comportaba como una niña, traviesa y juguetona pero, cuando estaba a solas conmigo, era toda una mujer, ardiente y pasional y eso era una de las tantas cosas que me gustaban de Abigail. Los sentimientos que sentía hacía ella eran muy fuertes, tanto que a veces me daban miedo. La noche anterior, en una de tantas veces que me hizo alcanzar el cielo estuve a punto de decirle que la amaba pero me contuve, me parecía muy pronto y no quería asustarla o presionarla. Mejor esperaría a mas adelante...

Cuando se acercó la hora de comer, seguimos con nuestro paseo hasta llegar a un restaurante que había en el final del parque donde Abi nos invitó a comer, después de la sobremesa, seguimos paseando de vuelta a casa. Todo el trayecto lo hicimos cogidas de la mano. Las personas mas importantes de mi vida ya lo sabía y Abi, como ya no era mi profesora no tenía porqué esconderse, por lo que me daba igual que la gente me viera de su mano, es mas, iba de lo mas orgullosa ya que esa magnifica mujer era mía y de nadie mas.
Llegamos a casa y nos sentamos a ver un rato la tele mientras que mis dos amores jugueteaban con un par de muñecos.
—Oye mami- miré a mi hijo, pero a quien estaba mirando era a Abi. Ella al escucharlo tuvo que respirar hondo y calmar su labio inferior que enseguida comenzó a temblar. Las pocas veces que Víctor le había dicho mamá en esas dos semanas pude ver que Abi hizo un esfuerzo sobrehumano para no emocionarse delante de él y eso me hacía la mujer mas feliz del mundo.
—¿Si cariño?- dijo con toda la templanza que pudo reunir después de aclararse la voz.
—¿Cuándo vamos a volver a jugar a la consola como antes?
—Podéis jugar ahora si quieres mi amor- le contesté.
—No me refería a eso- se quedó pensativo buscando las palabras correctas- me refiero a ir a tu casa como antes, los miércoles, para jugar toda la tarde.
—¿Quieres una tarde de chicos?
—¡Si! Bueno, no, tú eres una chica mami- Abi se rio.
—Según mi nuevo horario de este semestre, podemos vernos casi todas las tardes que quieras, apenas tengo que ir dos días a la universidad por la tarde.
—¿Los que yo quiera?
—Claro peque los que a ti te apetezcan.
—¿Y te vendrás luego a cenar?- miró a su abuela.
—Abi está en su casa mi amor, se puede quedar a cenar todos los días.
—Qué bien- saltó encima de Abi y se abrazó a ella, ella lo recibió entre sus brazos y lo apretó con fuerza, ami se me derretía el corazón al verlos- no quiero que te vayas nunca, te puedo dejar mi cuarto para que te quedes aquí para siempre- las tres nos reímos.
—Algún día cariño- le alborotó el pelo. Ami me encantaba la idea, era lo que mas deseaba pero sabía que teníamos que ir paso a paso.
La hora de la cena llegó y Abi insistió en pedir comida a domicilio para que mi madre no cocinase y ella, después de mucho insistirle, cedió. Pedimos comida china ya que a mi me apetecía  y al decírselo a Abi no hubo nada mas que hablar. Estuvimos un rato viendo la tele y cuando Abi acostó a Víctor,dijo de irse, mi madre la invitó a quedarse a dormir, ella dijo que no tenía pijama y que no quería aprovecharse de su hospitalidad y mi madre la llamó loca. Le dijo que estaba en su casa y que no había problema en que se quedase a dormir conmigo ya que sabía que nos comportaríamos. Ella al final no tuvo otra opción mas que aceptar. Le presté un pijama y le di un cepillo de dientes nuevo para que tuviese uno en mi casa para las veces que se quedara a dormir. Nos preparamos para acostarnos, nos despedimos de mi madre y nos fuimos a la cama. Mi cama era individual pero no tuvimos problemas para dormir, ella me abrazó por detrás como las otra veces que se había quedado a dormir y, lentamente, metió su mano por la camiseta de mi pijama de ositos para alcanzar mi pecho al que acunaba con su mano para dormir.
—Buenas noches preciosa- me dijo en apenas un susurro.
—Buenas noches, cariño.

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