Capítulo 6

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ABIGAIL
La alarma de mi móvil sonó y abrí poco a poco mis ojos, me sentía muy cansada, apenas habíamos dormido y, sobretodo, me sentía gratamente dolorida. Un recuerdo de todo lo que habíamos hecho vino a mi memoria y una gran sonrisa apareció en mi rostro, miré hacia a un lado y me encontré a Carlota y abrazada a ella estaba Claudia. Besé los labios de Carlota, sabía que le encantaba despertarse así.
—Buenos días- se frotó sus ojos- estoy destrozada, ¿Qué hora es?
—Las siete.
—¿Qué? ¿Y a dónde vas tan pronto?
—Me tengo que ir preparando para ir al trabajo- me puse encima de ella y despertamos a Claudia, ella la besaba y yo le acariciaba la cara.
—Hola preciosa- le dijo Carlota- ¿Cómo has dormido?
—Bien- sus ojos se cerraban solos- aunque necesito unas horas más.
—Yo me tengo que ir para la ducha, os podéis quedar en mi piso todo el tiempo que queráis, no hace falta que os vayáis, estáis en vuestra casa- Carlota me sonrió. Besé los labios de las dos y me fui para la ducha.
Estaba de muy buen humor, la sonrisa no se iba de mi rostro. Un media de hora después salí del baño ya preparada. Me puse una falda de tubo de talle alto marrón oscuro, una camisa blanca metida por dentro de esta y  unos tacones del mismo color que la falda, me hice un moño alto y me maquillé levemente. Cuando salí del baño ellas seguían como las había dejado, Claudia se había vuelto a dormir. Fui a la cocina, preparé café para las tres y fui a la cama para tomármelo con ellas antes de salir. Estuvimos hablando un rato, lo de anoche nos había encantado a las tres, ni en un millón de años hubiese imaginado hacer eso y más con mujeres tan fantásticas, son maravillosas. Me despedí y me fui en autobús para el trabajo.

ALEJANDRA
El fin de semana lo pasé con mi pequeño y con mi madre, decidí que, por ahora, dedicaría mi vida a mis estudios, mi trabajo y mi hijo, por ahora no habría sitio para nada o nadie mas.
Iba en el bus, otro lunes más, hacia la facultad. Rezaba por no tener que ver mucho al hijo de puta de Antonio, solo la idea de verlo me ponía enferma. Me coloqué mis auriculares y encendí mi ipod, la música me serviría para olvidar por un rato el dolor que aún sentía. El autobús paró y un grupo de gente se montó y entre ellos se encontraba Abi, al verla un cúmulo de emociones surgió, estaba confusa, sentía gratitud por haberme ayudado, rencor por cómo me trató, vergüenza por cómo me comporté con ella en el pasado y algunos sentimientos que no sabía cómo definirlos. Ese día, Abigail estaba radiante, sonreía como nunca la había visto sonreír, la verdad es que tenía una sonrisa preciosa, además la ropa que había elegido hoy la hacía parecer, no sé, ¿más atractiva? Que tontería Ale, tampoco es para tanto…
Ella ni siquiera se dio cuenta de que estaba allí, estaba muy concentrada mirando su ipad y su sonrisa no desaparecía…
Llegamos al campus y nos bajamos y, media hora después, una muy contenta Abi nos estaba dando clases. El día se pasó relativamente rápido y por suerte no vi al desgraciado de su becario. Le conté a Carolina lo sucedido con Antonio, aunque la parte en la que me desperté en el piso de nuestra profesora me lo ahorré. Ella me pidió perdón por haberme dejado sola y yo le dije que no tenía por qué dármelas que fue un asunto de fuerza mayor.
Al terminar las clases, cogí el bus que me llevaba a la cafetería preparada para otra agotadora jornada de trabajo.

ABIGAIL
Aquel día no me molestó nada, ni siquiera que Antonio no fuera a trabajar, aunque obviamente lo tendría en cuenta. En el cambio de clase me crucé con Santi. Al ver mi gran sonrisa se extrañó.
—Hola latin lover- le golpeé el brazo- ¿me vas a contar qué pasó en tu fin de semana para que tengas esa gran sonrisa? No sé de ti desde el viernes ¿qué pasó con la camarera?
—¿El viernes? Nada.
—Venga tía, no me lo creo.
—Pasó algo el sábado, bueno y también el domingo, aunque…
—Cuenta mujer, cuenta.
—Sabes que una señorita nunca cuenta esas cosas…- me puso cara de cachorrito, él sabía perfectamente que con esa cara podía conseguir cualquier cosa- solo te diré que me he despertado esta mañana al lado de dos bellezas.
—¿Queeé? ¡¡Noo!!- Hizo que todo el mundo nos mirara- Me estás insinuando que…- se quedó mirando con sonrisa pícara y un tanto incrédula.
—Que tengas un buen día Santi- Emprendí de nuevo mi camino hacía el despacho dejando a Santiago con una sonrisa difícil de describir.
—Eres mi ídolo, lo sabías- me dijo cuando me estaba alejando. Yo solo me reí. Él sería la única persona que sabría aquello, bueno, él y Esther, seguro que nada mas llegar a casa se lo cuenta, ya estoy imaginando su discursito de que tengo que sentar la cabeza de una vez, pero es que no lo puedo remediar, me encantan las mujeres, las adoro y adoro tener sexo con ellas. No creo que sea una persona de una sola persona.

Las lecciones del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora