Capítulo 14

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ABIGAIL
Todo iba saliendo a pedir de boca. Víctor se estaba recuperando muy bien.  Todos los días que estuvo en casa sin ir al colegio fui a verlo cada momento que tenía libre y después me quedaba a cenar con ellos. Me encantaba estar así. Me gustaba tener con quien cenar por las noches, tener al pequeño dándome un beso de buenas noches antes de acostarse y lo que mas me movía las entrañas era darle ese pequeño beso en la mejilla a Alejandra cuando me iba a casa. Me gustaba toda la estabilidad que todo ello conllevaba aunque odiaba la sensación de saber que nunca sería mi familia ya que solo sería su amiga. No me gustaba pensar en eso, me angustiaba mucho pero no podía evitar involucrarme en la vida de esa familia más y más.

Era otro miércoles más en la facultad. Ya apenas quedaba una semana y media para las vacaciones de navidad y ya estaba casi todo listo para los exámenes. Todas mis clases habían ido a la perfección, como siempre, excepto las que dio Antonio. Después de aquel día en el que faltó sin excusa aparente, se volvió a ausentar un par de veces más y mi relación con él era… una verdadera tortura. Intentaba por todos los medios mantenerme imparcial pero es que se ganaba a pulso mi desprecio aunque yo sabía que ese comportamiento me perjudicaba a mi también aunque, por si acaso, me había ido formando todos estos meses una pequeña "salvaguardia" que mostraría si el niño del rector intentaba desprestigiarme.
Estaba inmersa en mis pensamientos mirando la pantalla de mi ordenador del despacho cuando mi móvil sonó. Lo saqué de mi bolsillo y miré la pantalla, era Claudia.
—Hola guapa- hablábamos bastante a menudo, solo que últimamente sus conversaciones eran monotemáticas: Carlota. No me quería meter en ese tema, pero ella seguía sin admitir que estaba enamorada de Carlota y yo cada vez lo veía más y más evidente.
—Hola Abi- notaba un poco de tristeza en su voz- sé que estás muy atareada preparando exámenes y todo eso pero, ¿te gustaría que quedásemos para comer?-  como todos los miércoles, había quedado con Víctor para vernos, pero no pude rechazar la oferta, quería verla y ver que estaba bien.
—Claro, ¿dónde nos vemos?
—En mi piso, preparé algo.
—Está bien, dentro de una hora nos vemos.

Terminé mi trabajo y casi a la hora acordada salí de la facultad dirigiéndome en bus al piso de Claudia. Al llegar ella me recibió con una sonrisa, aunque podía notar la tristeza en sus ojos. Había preparado para mí un rico plato de pasta, nos sentamos a la mesa y comenzamos a disfrutar de el. La conversación era liviana, hablamos de sus estudios y de mi trabajo pero sabía que había un tema de conversación que ella estaba deseosa por sacar. Terminamos de comer y le ayudé a recoger la mesa.
Estábamos en la cocina, yo estaba apoyada en el mostrador y ella acaba de meter los platos en el lavavajillas cuando, de repente, se acercó a mí y me besó. Yo no la rechacé, pero tampoco me aventuré a acariciarla o a acercarme a ella, a diferencia de ella que fue directa a meter sus manos debajo de mi camisa. Sacó una de ellas y la puso en mi nuca para intentar que me pegase mas a ella y así profundizar el beso pero yo no cedí. Ella no se dio por vencida y pasó a mi cuello. Esto no estaba bien…
—Claudia… para por favor- pero ella no paraba.
—Venga Abi, como en los viejos tiempos, sólo sexo- volvió a capturar mis labios. Sabía que esto para ella no era solo sexo, quería decirse así misma que no le importaba Carlota, ya había hablado con ella un par de veces sobre el tema pero era muy cabezota y no quería admitirlo, me recuerda a alguien… a alguien que no se atreve a aceptar que esta enamorada de Alejandra, joder… Parecía estúpida, sentía angustia de solo pensar que podría estar engañando a Alejandra, que tontería Abigail, si solo es tu amiga… pero aún así sentía que tenía que parar a Claudia.
—Claudia…- me separé se sus labios y agarré su cara con mis dos manos para que no volviera a besarme- no deberías hacer esto- le negaba con la cabeza- sé por lo que lo estás haciendo y el sexo no es la solución.
—¡Y por qué se supone que lo estoy haciendo a ver!- me dijo ofuscada separándose de mi.
—Porque crees que con un par de polvos te vas a olvidar de Carlota y no Claudia, no, no te la vas a sacar de la cabeza de esa manera- ella agachó la cabeza.
—En mi cabeza no está Carlota
—Joder Claudia, acéptalo de una puta vez. No tiene nada de malo que me admitas que estas enamorada de ella. Lo estás Claudia, sino no hablarías todo el rato de ella y no estarías tan enfadada porque ella esté con ese tío- ella se había apoyado en la pared contraria enfrente de mi. Sus lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas y poco a poco se fue deslizando hasta acabar sentada en el suelo- no llores preciosa- me senté a su lado y la abracé.
—Cómo no voy a llorar, me he enamorado de una mujer mucho mas mayor que yo, que encima no me corresponde, joder, llevo unos meses de mierda… no te los puedes imaginar… me levanto y me acuesto pensando en ella, recordando cada caricia y cada beso que nos dimos incluso pienso en cada sonrisa y cada palabra bonita que me brindó- con esas ultimas palabras no pude evitar que mi cerebro recordara la sonrisa de Alejandra. A mi me pasaba igual que a Claudia, me levantaba y me acostaba pensando en esa preciosa sonrisa y en esos ojos verdes tan arrebatadores. No sabía ni que decirle para consolarla, si lo miraba de esa manera yo estaba en la misma posición. Me había enamorado de una mujer con la que no tenía ni una mínima posibilidad y lo que era peor, me había enamorado de su familia hasta las trancas ¿qué haría cuando fuera a visitar a Víctor y me encontrara con un novio de Alejandra? No sé si lo podría soportar. Me estaba dando cuenta que sentía cosas muy muy fuertes por ella. Me había enamorado como nunca lo había hecho en mi vida. La abracé con fuerza buscando un poco de consuelo para mi también en ese abrazo.
—Estamos jodidas pequeña.
—¿Qué?- levantó la cara de mi hombro extrañada- no me digas que Abigail, la chica sin compromisos suspira por otra mujer- le brindé una pequeña sonrisa de resignación y le afirmé con la cabeza- si, estamos jodidas- nos reímos.
Pasé un rato más con ella. No me quería ir hasta que Claudia se quedara un poco más animada. Después de eso me fui para la casa de Víctor para así pasar una buena tarde con mi pequeño, deseando que llegara pronto la hora de la cena para ver a su preciosa madre.


VICTORIA
Eran exactamente las cuatro de la tarde. Ya mismo estará aquí.
—Víctor- llamé a mi nieto para que viniese a la cocina. Podía escuchar su paso rápido por el pasillo
—Si abu- por un segundo volví a pensarme si lo que iba a decirle estaba bien… ¡claro que esta bien!
—Cariño, ¿tú sigues queriendo que Abi sea tu otra mamá?- mi príncipe me brindó una pequeña sonrisa un tanto triste- ¿eso es que no?
—Claro que quiero abu, pero ya vistes que mamá me dijo que a ella no le gustaba Abi y sino le gusta no pueden ser novias y si no son novias Abi no puede ser mi mamá- me dijo repitiendo las palabras que aquel día le dijo su madre. Yo le hice una señal para que se acercase a mí como si fuera a contarle un secreto del que nadie se podía enterar, una tontería ya que estábamos solo los dos en el piso. Él se acercó curioso y yo me agaché para llegar a su oreja.
—¿Y si te digo que no es tan difícil que Abi sea tu mamá? Sólo necesitan un empujoncito y nosotros- nos señalé- podemos darle ese empujoncito- el esbozó una gran sonrisa.
—Yo algunas veces le digo a Abi que mami es la más guapa de todas- me susurró.
—Muy bien cariño, pero necesitan más que eso. Por ahora vamos a hacer una cosa- le conté mi idea y él asentía- ¿qué te parece peque?- el me sonrió y asintió.
—Genial abu
—Pero tú shhh- el asintió varias veces insistentemente.
Justo en ese momento sonó el timbre y mi pequeño salió disparado hacia la puerta. Un minuto mas tarde apareció Abigail cargando a mi niño, podía ver en sus ojos el amor que se tenían.
Saludé a Abigail con dos besos y, después de hablar con ella unos minutos, me despedí de ellos. Era más que evidente que mi hija estaba prendada de la amiga de mi hijo, pude notar el cambio de actitud entre ellas dos con el paso de las semanas. Cuando mi nieto y ella se conocieron Abigail ignoraba a mi hija y de ahí pasaron a tener una especie de relación amor-odio que, gracias a dios, acabó en amor, se notaba en sus ojos y en su forma de tratarse y no me quedó la menor duda cuando desgraciadamente ocurrió el accidente de mi príncipe. A mí no me importaba ni lo más mínimo que mi hija se hubiese enamorado de una mujer. Abigail tenía todo lo que hubiese deseado para la persona que estuviese al lado de mi hija: cariñosa, responsable, madura, con un buen puesto de trabajo, aunque para mi eso no era tan relevante, con la que me llevaba a las mil maravillas y, lo más importante, que quería a mi nieto con locura. Yo no quería al lado de mi hija a otra persona que no fuese Abi y, como ellas no estaban muy por la labor de decirse lo que sentían, ahí estábamos mi nieto y yo para ayudarlas a ello. Por ahora tenía pensado algunas cosas para que Víctor las acercara físicamente pero ahora ya no era momento de pensar en eso. Iba a relajarme un rato con mis nuevas amigas ¡Hoy tocaba tarde de bridge!


ALEJANDRA
Llegué otra noche más y me volví a encontrar la estampa mas bonita que me podría encontrar: una mesa preparada para cenar y sentados al rededor de ella las tres personas a las que mas quería en la tierra. Los saludé, me di una ducha rápida y me senté a la mesa. Cenamos contándonos qué habíamos hecho ese día y después de recoger la mesa nos sentamos en el salón para ver una peli. Mi madre estaba sentada en su sillón y Abi, Víctor y yo estábamos en el sofá. Mi pequeño estaba tumbado encima de nosotras dos, Víctor apoyaba su cabeza en el pecho de Abi y sus piernas encima de mi por lo que ella y yo estábamos muy cerca, tan cerca que si me inclinaba levemente podría apoyar mi cabeza en su hombro, echaba tantísimo de menos sus abrazos. Estaba tan a gusto y a la vez tan cansada que no pude evitar dormirme.
Un movimiento debajo de mi hizo que me despertara, qué pasa, estaban tan a gusto... Miré a mi lado y estaba abrazada a Abi. Me dio tanta vergüenza que me separé de ella como si me estuviese quemando.
—Lo siento, me he quedado dormida-me froté la cara como si así mi vergüenza se fuese a ir.
—No pasa nada- pude notar un cierto tono de tristeza o decepción en su voz- Víctor se había quedado dormido también y tu madre ha decidido llevárselo a su cuarto y... tú parecías dormir tan relajada que me ha sabido mal despertarte... será mejor que vaya- se levantó del sofá y apenas me miraba- hasta mañana, Alejandra.
—Hasta mañana Abi
Cogió sus cosas y antes de irse se despidió de mi madre con un beso dejándome a mí extrañando ese pequeño beso que cada noche me daba.

El resto de la semana la noté un tanto ausente conmigo, no me sonreía como antes, no eran tan cercana ni tan cariñosa y todo eso me mataba, la quería como antes… la quería conmigo. Desde ese día Abi no volvió a cenar en casa excusándose en que estaba muy atareada preparando los exámenes finales pero algo me decía que había algo más detrás de su ausencia…
Era ya viernes por la mañana de la semana siguiente. Ese fin de semana iríamos al pueblo a ver a las amigas de mi madre, las actuaciones de navidad del antiguo colegio de Víctor y a visitar la tumba de mi padre por lo que ese fin de semana no podría verla tan siquiera por unos minutos. Tan solo podría imaginármela como cada mañana al despertar… abrazándome… acariciándome… haciéndome el a… ¡Alejandra! Me avergonzaba admitirlo pero ya había tenido hasta sueños eróticos con ella, sueños que hacían que me despertase con unas ganas inmensas de sexo y con mis muslos empapados, yo deseando comérmela entera y ella se podría decir que me huye… geniaaaal…
Se nos fue toda la mañana preparándolo todo para irnos. Preparé una pequeña maleta con un poco de ropa para mí y otra maleta para mi pequeño. Cuando ya estaba todo listo preparamos la comida y comimos antes de irnos.
Eran ya las cuatro y media cuando terminé de limpiar la cocina, cerré el gas y revisé los cuartos para que no nos dejáramos nada encendido.
—Perfecto, ya podemos irnos- mi madre miró a Víctor y éste le sonrió- ¿qué pasa?- en ese momento sonó el timbre del portal.
—Ya está aquí abu- le dijo con una gran sonrisa.
—¿Quién está aquí mamá?- ¿pero qué cojones está pasando aquí?
—Cariño, siento decirte que tú no vienes con nosotros al pueblo.
—¿Qué por qué no?
—Cariño te vas a aburrir mucho con mis amigas y con los amigos de Víctor y hemos pensado que te quedes aquí.
—Y para que no estés sola le he pedido a Abi que te quedes con ella en su casa- terminó de explicarme mi hijo ¿Queeeeeeé? esto no me puede estar pasando…Abi tocó al timbre de la puerta y Víctor fue corriendo a recibirla- ¿Mamaá?- le susurré intentando que me explicase que era todo eso. Pero ella sonrió y no me contestó.
—Hola, Alejandra- apareció Abi con una pequeña sonrisa cargando en sus espaldas a Víctor.
—Hola, Abigail.



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