ALEJANDRA
Después de aquel día nuestra relación fue a mejor, bueno, la verdad es que no, en realidad lo que hacíamos era fingir que nos llevábamos delante de Víctor aunque los cuchillos volaban. Había pasado de ignorarme a lanzarme continuamente pullitas enmascaradas en buenas palabras para que Víctor no se percatara. Yo hice el esfuerzo de llevarlo a su casa cuando mi madre no podía y al principio ignoraba sus comentarios pero cuando pasaron un par de semanas no pude evitar entrar en su juego y de esa manera, cada vez que nos veíamos, los comentarios con doble sentido metiéndonos la una con la otra volaban a diestro y siniestro. Mi madre lo notaba y me regañó un par de veces pero, al ver que ella también lo hacía y que Víctor creía que no llevábamos bien, dejó de hacerlo. Nos metíamos la una con la otra por todo, por la ropa que nos habíamos puesto ese día, por mi relación con Antonio, por su gusto por los videojuegos siendo ya tan mayor y por lo que se nos ocurriera en ese momento que pensáramos que nos podía hacer daño.
La relación de Abi y Víctor cada vez era mas estrecha, no solo quedaban para jugar a videojuegos sino que ya quedaban para salir al parque, a los recreativos, para tomar un helado o para ir al cine. Aún me molestaba mucho que él pasara más tiempo con ella que conmigo pero nunca lo había visto tan feliz y eso se lo tenía que agradecer a ella.
Eran las nueve de la noche y ya estábamos cerrando la cafetería, normalmente la cerrábamos como dos horas después, pero hoy estaba desierta así que, para mi felicidad, cerramos, limpiamos y nos fuimos todos rumbo a casa. Tomé el bus que me llevaba a casa y llamé a mi madre para avisarle que llegaría en un cuarto de hora por si me quería esperar para cenar, ella me dijo que si podía ir a recoger a Víctor que estaba aún en casa de Abi y, como me pillaba de camino, no tuve más que aceptar. Cinco minutos después ya estaba en la parada que había cerca de la casa de mi profesora, subí a su piso y toqué. Me recibieron los dos, estaban enfrascados en una lucha con unas pistolas que lanzaban proyectiles de corcho.
—Mamiiii- mi pequeño tenía la respiración acelerada- ¿ya has salido de trabajar? ¡Que bien! Hemos ido a la juguetería y hemos comprado estas pistolas, ¿a que son lo más guay que has visto en tú vida?
—Hola Alejandra, no sabía que había pedido bollos ni café- le sonreí falsamente, sabía que se estaba riendo de mi ropa de trabajo.
—Hola Abigail, que guay los juguetes, Víctor. Son tan chulos que se los tendría que llevar Abi mañana al trabajo, podríamos jugar todos en clase o en la cafetería con tus compañeros de trabajo, ¿no Abigail?- me sonrió con la misma mirada falsa que yo le había puesto- peque nos tenemos que ir a casa, nos espera la abuela para cenar.
—¿Se puede venir Abi con nosotros mami? Así le podíamos enseñar a la abu los juguetes nuevos.
—Otro día mejor, renacuajo.
—Porfi porfi porfiiii- le insistía saltándole alrededor suya.
En ese momento una rubia tetona con un conjunto de falda y americana de secretaria putilla se acercó hasta nosotras.
—Hola guapa- le dio dos besos a Abi. Pero que mujer tan descarada.
—Ey preciosa, no te esperaba, mira ella es Alejandra, Alejandra, ella es Carlota una amiga y el renacuajo de aquí es su hijo, Víctor, mi compi de juegos.
—Encantada- me dio dos besos yo le sonreí sin ninguna gana y mi chico le chocó la mano- venía para hablar contigo, pero si estás ocupada nos vemos en otro momento.
—Emm no, no te preocupes nosotros nos íbamos ya- le dije agarrando a Víctor de la mano- nos vemos mañana.
—Está bien, dejamos esa cena para otro día, ¿vale peque?- Víctor asintió triste- nos vemos el sábado y afina tu puntería que eres un manta- los dos se rieron.
—Si la mala aquí eres tú- le dijo riéndose- hasta el sábado.
Finalmente nos despedimos y nos fuimos para casa y ellas dos se metieron dentro del piso.
—¿Esa será su novia mamá?- me dijo mi hijo cuando ya estábamos en el autobús.
—No sé cariño- la verdad es que no sé por qué pero no me hizo mucha gracia que esa mujer fuera su novia.
ABIGAIL
Estábamos Víctor y yo sumergidos en una lucha de pistolas de corcho que habíamos comprado esa misma tarde cuando el timbre sonó. Fui hasta la puerta intentando que ningún proyectil me diese y abrí encontrándome a Alejandra que venía a recoger a su hijo, nos saludamos, nos metimos la una con la otra un poco y Víctor me invitó a cenar, la verdad era que me apetecía, aunque la última velada no acabó muy bien, pero me gustaba pasar el rato con Víctor y con su abuela además de que me divertía la nueva relación que tenía con Alejandra en la que nos metíamos la una con la otra. Justo en ese momento Carlota apareció por el pasillo con una gran sonrisa, Alejandra no puso muy buena cara cuando me saludó pero no le tomé mucha importancia, las presenté y ella decidió irse. Nos despedimos y Carlota y yo entramos al piso. Ella llevaba una gran sonrisa que apenas le cabía en la cara además de que parecía muy ansiosa.
—¿Me puedes contar que ha ocurrido?- nos sentamos una enfrente de la otra en el sofá.
—No te lo vas a creer.
—Pero venga cuéntame, me tienes en ascuas.
—Me he acostado con Javi.
—¿Queeeé?- mis ojos se abrieron como platos. Javi era el chico del que Carlota estaba enamorada desde hace mucho tiempo- Pero dime cómo ha ocurrido eso.
—Estábamos en la sala de juntas los dos solos hablando cuando salió el tema de su boda. Me dijo que estaba muy agobiado, que no estaba muy seguro de hacerlo y que cada día le daban ganas de decirle a su novia que no se casaba con ella. Yo le dije que lo pensara muy bien, que era una decisión de la que tenía que estar muy seguro y me acerqué para tocar su brazo para hacerlo sentir mejor, pero en ese momento, se acercó y me besó, yo le respondí el beso y pues…ya sabes.
—No me digas que te lo has follado en la sala de juntas- ella se mordió el labio, yo negué con la cabeza y sonreí- entonces… ¿qué significa eso?
—No sé me ha dicho que nos veíamos mañana.
Seguimos hablando sobre el tema, a mi la verdad es que no me daba muy buena espina pero no quería desilusionarla, se veía tan feliz, ella se merecía serlo, era una gran persona y nos habíamos convertido en buenas amigas.
Cenamos juntas y se quedó a dormir, aunque estaba vez no hicimos nada, solo pasamos la noche abrazadas, ella no paró de hablar de lo feliz que era por lo que había pasado.
ALEJANDRA
Iba andando rápido por el pasillo que me llevaba hacía su despacho, lo había pensado toda la noche anterior y ya había encontrado la razón de por qué me molestó tanto la presencia de esa mujer: no quería que mi hijo pasara el rato con todos los ligues de Abigail, ella tenía fama de mujeriega y eso significaba que mi hijo vería un desfile de mujeres en el piso de su adorada amiga. Así que ahí estaba yo camino a su despacho para dejarle las cosas bien claras. Toqué con decisión a su puerta y segundos después la estaba abriendo. Para mi suerte el payaso de Antonio no estaba allí, solo estaba Abi.
—Buenos días, Alejandra- apenas me miró- ¿Qué te trae por aquí? ¿Vienes a inundarnos con tu simpatía o a traerme unos donuts?
—Hola, Abigail- dude por un momento pero mi rabia me ayudó a seguir- tenemos que poner algunas reglas.
—¿Reglas?- puso una cara que reflejaba extrañeza y ¿asco?
—Si, he dejado que Víctor y tú paséis mucho tiempo juntos, pero he visto necesario imponer al menos una regla y es que mientras estés con mi hijo no estés con ninguno de tus ligues.
—Pero qué…- no dejé que siguiera.
—Ayer mi hijo me preguntó que si esa mujer era tu novia, ¿qué va a pensar mi hijo cuando cada día que vaya a tu casa haya una mujer diferente? Tengo que implantarle buenos valores a mi hijo y no hacerle creer que estar con una mujer cada día es algo normal- su semblante se fue poniendo serio poco a poco, se quitó las gafas, se apretó el tabiqué de la nariz y se las volvió a poner.
—A ver Alejandra, yo no tengo que darte explicaciones de lo que hago en mi vida privada- paró de hablar por unos segundos y prosiguió- en todas las ocasiones que he estado con tu hijo nunca ha habido ninguna mujer con nosotros, nunca lo he hecho ni pienso hacerlo por si así te quedas mas tranquila- su reacción me sorprendió, me extrañaba que hubiese reaccionado con tanta tranquilidad y sin intentar herirme con sus palabras, además de que en todo momento me miró a los ojos, cosa que hizo que me quedase mas helada aún-¿Tienes algo mas que decirme o alguna duda sobre la asignatura?- En ese momento entró Silvia, su becaria.
—Emm, no, solo, solo era eso, solo espero que respetes mi decisión- había vuelto a fijar su mirada en los documentos de su mesa.
—Te repito que no estaba ni está entre mis planes, ah, y dile a tu madre que el sábado podríamos quedar una hora mas tarde, tengo que terminar de corregir unos trabajos de cuarto.
—Va, vale, yo se lo diré.
—Adiós, Alejandra, no te pierdas por los pasillos- que “considerada”, aunque yo tenía un buen contraataque. Antes de irme me acerqué a su mesa y saqué un proyectil de goma espuma de las pistolas con las que el día anterior estuvieron jugando, lo puse en su mesa y me despedí.
—Adiós profesora- le sonreí falsamente y me fui victoriosa.
ABIGAIL
Agarré el pequeño trozo de corcho en forma de proyectil sonriendo. La razón por la que había venido Alejandra me había molestado un poco pero mantuve la calma, en realidad estaba en el derecho de preocuparse por la gente con la que se relacionaba su hijo, aunque la parte en la que yo quedaba como, no sé, una mala influencia para su hijo, una “folladora”, como el tipo de persona que se aprovecha de las mujeres para acostarse con ellas y no llamarlas (como Junior había hecho con ella), si me molestó un poco. Pero en vez de decirle todo eso, me contuve y le dije que no lo haría nunca.
—Sé que es de muy mala educación meterse en conversaciones ajenas y menos si son de mi jefa- Silvia me sacó de mis pensamientos- pero me voy a aventurar: ¿Qué ha sido eso?- Su pregunta no me molestó, ya nos conocíamos bastante después de trabajar juntas todos estos meses y ya teníamos confianza para hablarnos de nuestras vidas personales, aunque no le había contado todo lo pasado con Alejandra, así que le conté mas o menos mi relación con ella y con su hijo y el por qué de su visita. Ella se quedó pensando qué decirme, parecía que dudaba entre decirme lo que pensaba o no decírmelo- Deberías tener cuidado.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Antonio…sé que no debería de decir esto, parece que quiero meter mierda para perjudicarlo y que te caiga peor para que así me den el puesto a mí pero no es eso es solo que…-
—Silvia- la corté, se estaba poniendo muy nerviosa- no te preocupes, sé que tus palabras son sinceras y que no tienes malas intenciones. Así que dime por qué tendría que tener cuidado con él.
—Me han comentado que él está buscando la excusa para que quedes mal delante de su padre y que le ha dicho que no eres profesional, que tienes favoritismos con los alumnos y conmigo y que le estás haciendo la vida imposible para que no pueda conseguir la plaza y la beca de investigación…si te ve hablando así con esa chica le puede decir a su padre que tienes una relación con una alumna o algo así. Yo no me fiaría de él.
—Créeme, no me he fiado de él desde el primer día que vino, gracias por el consejo- la verdad es que Silvia me dio en que pensar, tenía mis sospechas, pero ya era oficial, el hijo de papa quería desprestigiarme. Después de pensarlo unos minutos, saqué mi teléfono y marqué el número de mi padre- Hola papá…tienes un segundo…necesito que me des un número de teléfono…- ese payaso no sabe con quien se está metiendo…
ALEJANDRA
Las semanas pasaron con tranquilidad, sin cambios en la rutina aunque cada vez se veía mas cerca el fin del cuatrimestre y con el, los exámenes.
Estaba en el trabajo, limpiando unas mesas inmersa en mis pensamientos cuando levanté la vista y vi a Abigail con una mujer que tenía su brazo echado en los hombros de ella, era una muchacha morena, un poco mas alta que Abigail y delgada, se veía que era como unos cuatro o cinco años mas joven que nosotras, mi furia llegó a limites insospechados cuando vi que mi hijo iba al lado de ellas, iban riéndose dirección a la terraza de la cafetería. ¿Pero qué se cree? Hace unas semanas le dejé bien claro que no quería que estuviera con ninguna mujer mientras estaba con mi hijo y ahora viene a restregarme a mi trabajo que se ha pasado mi regla por el forro, me va a oír.
Se sentaron en una de las mesas de la terraza de la cafetería que estaban situadas en una bonita plaza y yo no tuve más remedio que ir a atenderlos.
—Mamiii- mi hijo se acercó y me abrazó- hemos venido para que Abi pruebe los batidos de chocolate que preparas. Abi son enormes y llevan un montón de nata por encima y barquillo de canela, te van a encantar- Saludé con un seco “Hola”, ni siquiera las miré, solo saqué mi libreta para apuntar el pedido.
—Y bien, que van a tomar.
—Ponnos dos batidos de chocolate y un café bombón.
—¿Aún lo recuerdas?- le lanzó una mirada que para mi era un tanto seductora.
—Siempre- ese coqueteo me estaba hinchando las narices.
—Abigail, ¿podemos hablar dentro un segundo?- ella me miró extrañada.
—Si, por supuesto, ahora mismo vuelvo- le dijo a la chica.
—Descuida, yo me quedo aquí con el peque- le chocó la mano a mi hijo, será zorra…
Abigail me siguió hasta dentro y, en un lado de la barra le pedí explicaciones.
—¿Se puede saber qué haces?
—¿Qué? ¿Podías ser mas especifica?- se cruzó de brazos.
—Te pido que no relaciones a mi hijo con tus amiguitas y lo primero que haces es venir a mi trabajo y restregarme que has hecho lo que te ha dado la gana- ella se rió en mi cara-Y encima te ríes, ¿qué es tan gracioso Abigail? porque a mi no me hace ni puta gracia.
—Alejandra…es mi hermana.
—Pero tú qué te crees, ¿que me chupo el dedo? Sé que eres hija única, podrías inventarte excusas mas creíbles- ella resopló.
—Daniela es mi hermanastra, mi padre se casó hace cinco años con una mujer con dos hijas y ella es una de ellas, ha venido a la cuidad por unos días…así que sí me disculpas, me voy para fuera- dios…que estúpida soy.
Preparé el pedido y me dirigí hacía su mesa. Cuando llegué solo estaba Daniela que miraba como Abigail y Víctor correteaban a las palomas de la plaza. Puse los vasos en la mesa.
—Lo siento, pero antes no me he presentado, soy Alejandra- ella se levantó y con una gran sonrisa se acercó y me dio dos besos- siento haber sido tan borde.
—Oh, no, no te preocupes, Abi ya me ha contado lo que pasaba- pude notar como la cara me ardía, estaba completamente colorada.
—Debes pensar que soy una loca.
—Por supuesto que no, solo eres una madre que se preocupa por su hijo, pero no te quedes de pié, siéntate un poco- me senté a su lado, como no había mucha clientela me podía permitir parar por unos minutos- aquellos dos no se cansan, cuando he llegado hoy a casa de Abi ya llevaban dos horas jugando y míralos, correteando de un lado a otro- nos quedamos las dos mirándolos. Abi había alzado a Víctor y él no paraba de reír. Me pareció una estampa de lo mas tierna- Por lo que he podido ver, Abi adora a tu hijo, ella no es una persona muy familiar, pero con él, no sé, la veo diferente.
—Será porque mi hijo también la quiere con locura, ¿por qué dices que no es muy familiar?- me atreví a preguntarle- ¿acaso no se lleva bien con vosotros? antes me ha dicho que sois dos hermanas.
—No, nada que ver, todos nos llevamos muy bien, ella nos quiere mucho a mi madre y a mi hermana y a mi, su padre le propuso que se viniese a vivir a la casa que compró con mi madre, pero ella se negó, es muy independiente. Su padre dice que es porque su relación con su madre era desastrosa y que como él trabajaba tanto se puede decir que se crió sola- no sabía nada de eso- desde que sus padres se separaron ha vivido sola pero todos los veranos nos visita y se queda algunos días con nosotros y algunas veces en navidad también o venimos nosotros a visitarla.
—No tenía ni idea de lo de su madre.
—Porque no es un tema que le guste tratar, desde que se fue de su casa no ha vuelto a hablar con ella, ni su madre la ha llamado ni Abi a ella-me dio mucha pena escuchar eso, para mi, mi madre era un pilar fundamental en mi vida, no solo era mi madre, sino que también era mi mejor amiga y que ella hubiese vivido sin esa experiencia me llenó de tristeza- pero no sé el poco rato que la he visto con tu hijo, la visto diferente a la ultima vez que vine, tiene otro brillo en los ojos- yo le sonreí, me gustó saber eso.
Llegaron unos clientes y tuve que ir a atenderlos así que me despedí de Daniela y seguí con mi trabajo.
ABIGAIL
El renacuajo y yo volvimos a la mesa exhaustos y nos recibió Dani con una gran sonrisa.
—¿De qué hablaban?- las había visto hablar mientras jugaba con Víctor.
—¿Con quién?- ella me puso una gran sonrisa, eso significaba que no me iba a decir nada.
Nos tomamos nuestro batido y después seguimos con nuestro paseo. El renacuajo iba por delante de nosotras correteando a las palomas y Dani aprovechó la ocasión para decirme lo que pensaba.
—Me he dado cuenta.
—¿De qué?- le dije extrañada.
—De porque hemos ido exactamente a esa cafetería.
—El peque quería un batido de los que prepara su madre- le dije como lo mas obvio del mundo.
—Y tú querías hacerla rabiar… ¿o es algo más?
—¿Qué? ¡No! No te voy a engañar, me encanta fastidiar a esa mujer, pero solo eso- ella me miró como insistiéndome- en serio Dani.
—Lo que tú digas- negó con la cabeza. No quise insistir mas en el tema, no había nada más que decir.
Dani se quedó unos días mas en casa, ella estudiaba el último año de arquitectura y había venido para una convención que había en la ciudad que duraba varios días y yo obviamente le ofrecí que se quedara en casa.
Después de su visita la rutina siguió.
Hablaba todos los días con Carlota que me iba contando cómo iba su historia con Javi. Me contó que se habían acostado varias veces mas y que él, cada vez que ocurría, le decía que iba a cortar con su prometida, pero que aún no lo había hecho. A mi me seguía mosqueando, me preocupaba que le hiciese daño, pero solo el tiempo nos diría hacía donde iba todo eso…
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Las lecciones del destino
RomanceAbigail y Alejandra, dos mujeres con vidas completamente diferentes, se encontrarán después de mucho tiempo...