Capítulo 15

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ABIGAIL
Llevaba a Victoria y al peque a la estación de autobuses. Miré por el retrovisor y mis ojos se cruzaron a través de el con los ojos de Alejandra ¿Cómo me había metido en este lío?
El miércoles, cuando fui a visitar a Víctor, su abuela me dijo que tenían que salir el fin de semana y que Alejandra se quedaría aquí porque no sabía si tenía que ir al trabajo ya que en navidades siempre había mas gente o sino para hacer algunas cosas para la facultad por lo que se quedaría en el piso sola y le daba bastante miedo. Si eso me lo hubiese dicho unas semanas antes no habría dudado ni por un segundo en invitarla a mi casa pero después de esa noche… hace unas semanas fui a jugar con Víctor y me quedé a cenar como otras tantas veces. Veíamos una película y el pequeño diablillo se había quedado dormido abrazado a mí y su madre, poco a poco, se fue inclinando hasta apoyar su cabeza en mi hombro. Yo alcé mi brazo para que estuviera más cómoda y ella se acomodó aún más juntando nuestros cuerpos. Estaba en la gloria, en el séptimo cielo aunque, por otra parte, era muy doloroso. Los tenía tan cerca pero a la vez tan lejos… En tan solo un segundo pude ver como Victoria me miraba con una gran sonrisa y yo disimulé intentando quitar mi cara de satisfacción para no ponerme colorada. Un rato después, cuando la película terminó, Victoria me dijo que acostaría al pequeño y yo la ayudé a alzarlo, eso hizo que Alejandra se despertara poco a poco. Cuando vio la postura en la que se encontraba saltó como si la estuviera quemando, ¿qué pasa? Cuando dormíamos así en el hospital no se quejó. Su cara de desconcierto hizo que me sintiese muy mal ¿Me había tomado demasiadas confianzas? ¿Habría sentido que me estaba aprovechando de ella? No sé qué había pasado pero me hizo sentir bastante mal. Se podría decir que me golpeé en plena cara con la realidad. De repente resentí tan incómoda que no pude hacer otra cosa más que huir. Desde ese día apenas había cruzado un par de palabras con ella y no me había vuelto a quedar a cenar. La echaba de menos pero si seguía así me haría mas daño a mi misma. Por lo que, retomando todo lo sucedido, cuando Victoria me dijo eso yo solo me quedé callada. Pero la madre de Alejandra, al no salirse con la suya, me preguntó directamente si Alejandra se podía quedar en casa o si yo podía ir a dormir a su casa. Yo me lo pensé por unos segundos, por un lado me encantaba pasar tiempo con ella, me lo pasaba genial y sobretodo la echaba de menos, pero por otro lado… me moriría si veía de nuevo esa cara o me hacía otro desplante. En ese momento había una lucha interna entre mis miedos y mis deseos. Al verme dudar, Victoria me insistió diciéndome que lo pasaríamos bien y que Alejandra estaba encantada con la idea por lo que yo no lo pensé más y acepté. Ella se alegró aunque pareció intentar contener su entusiasmo y quedamos en que nos quedaríamos en mi casa que estaba mas en el centro.

Así que ahí estaba yo, con una sensación tan extraña en el cuerpo que era imposible explicar hasta para mí. Nervios, miedo, ansiedad, felicidad, ¿era posible sentir tantas cosas a la misma vez? Posiblemente era todo lo que se agitaba en mi interior. Todo eso estaba acompañado de un pequeño cosquilleo en mi estomago cuando mi mirada se cruzaba con la suya a través de espejo.
Llegamos a la estación de autobuses, aparqué, bajé las pequeñas maletas de Víctor y Victoria dejando a un lado la de Alejandra y los cuatro fuimos hasta el andén. Tuvimos que esperar diez minutos hasta que fue la hora exacta de partida. En ese rato apenas le dirigí la palabra. Por favor Abigail, pareces una cría… No estaba enfadada ni nada de eso, era aún peor, sentía vergüenza. ¡Joder Abigail! ¡Que eres ya una mujer hecha y derecha! Víctor y su abuela se subieron al bus y este partió hacia al pueblo dejándonos a Alejandra y a mi solas por dos días y medio. Genial, empezamos…
—¿Te apetece que vayamos a casa y dejemos tu ropa? Luego podemos hacer lo que quieras- ella asintió- perfecto, vamos…- Comencé a andar en dirección al coche pero ella me paró.
—Espera, Abi…- pensó por unos segundos lo que iba a decir-  es, ¿estás enfadada conmigo por algo?- al escucharla me puse muy nerviosa y dejé de mirarla.
—Em, no, no, ¿por qué me preguntas eso?- ella se puso un tanto nerviosa también.
—No sé, yo, yo… empezaste a venir a cenar a casa casi todos los días y de repente… dejaste de hacerlo y yo pues…yo pensaba que había hecho algo para que estuvieses enfadada conmigo… no sé antes te veía mas y ahora solo te veo por los pasillos…- dijo un tanto triste. Ohh joder…
—No, para nada, es solo que he estado muy atareada preparando las evaluaciones y los exámenes y necesitaba ir pronto a casa, además, no quiero ser una carga, me parecía que estaba abusando un poco por mi par…
—¡No!- No de me dejó terminar- es decir, me encanta que vengas a casa- se puso muy colorada- es decir a nosotros, a mi madre y a mi y sobre todo a Víctor, nos hace muy feliz a los tres que vengas a cenar y que pases tiempo allí- no pude evitar bajar la cabeza y sonreír, esas palabras me llenaban, me embriagaban, hicieron que me olvidara, al menos por un rato, de todas las tonterías que tenía en la cabeza.
-—Me alegro, porque yo también disfruto mucho de vuestra compañía- nos sonreímos- ¿Nos vamos?
—Vale
Las dos nos fuimos para casa. Durante el trayecto hablamos animadamente, no hubo silencios incómodos. Nuestra conversación trataba de cosas sin importancia, nos reíamos, tenía la risa y la sonrisa más bonita que jamás había visto. Me encantaba estar así con ella. Llegamos, aparqué el coche en el parking privado del bloque y subimos hasta el ático donde estaba mi piso.
—Bueno, ya sabes donde están todas las cosas, dejaré tus cosas en mi habitación, este par de días dormirás en mi habitación y yo dormiré en el sofá- fuimos las dos hasta mi habitación, dejé su bolso de viaje encima de la cama- he cambiado las sabanas, el baño es esa puerta y la otra puerta es el vestidor, puedes colgar lo que quieras, hay sitio de sobra, estás en tu casa.
—Abi… no hace falta que me dejes tu cama, yo puedo dormir en el sofá- de repente, otra vez el miedo a ser rechaza volvió a surgir, ¿sería que le daría asco dormir en mi cama?- no quiero abusar encima de que me dejas dormir aquí.
—No, no hay problema, eres mi invitada e insisto en que te quedes tú en la cama.
—Está bien- esbozó una pequeña sonrisa que hizo que me volviese a tranquilizar. En ese mismo instante mi móvil sonó, era Santi- ¿si?
—Hola Abi, ¿dónde estás? He ido a tu despacho y no estabas.
—¡Oh! Se me olvido decirte que hoy no iba a estar en la facultad, no me han solicitado ninguna tutoría y además tenía otras cosas que hacer- miré a Alejandra que estaba sacando cosas del bolso- ¿necesitabas algo?
—La verdad no, era para decirte que los chicos han quedado para salir hoy para una especie de cena improvisada de navidad, ya sabes, para despedirse, algunos se van a sus casas y no se verán mas hasta la época de exámenes y quería saber si te apetecía venir.
—Pues no sé si podré, ahora te aviso- le colgué- oye Alejandra- ella salió con los ojos como platos de mi vestidor.
—Adoro tu vestidor, es enorme y lleno de ropa y complementos, dios si casi es más grande que mi habitación- yo me reí.
—Exagerada…oye me ha llamado Santi, tus compañeros van a salir y me ha preguntado que si queríamos ir, ¿te apetece?
—Si, a mi me ha avisado Carolina por mensaje hace unos minutos, si quieres podemos ir un rato.
—Sino te has traído ropa podemos ir a tu casa o algo.
—No, no te preocupes, llevaba un vestido para ir a la fiesta de fin de curso del antiguo cole de Víctor, me servirá- no lo entendí muy bien pero me dio igual, ya teníamos plan para aquella noche.


ALEJANDRA
Eran las nueve y veinte, habíamos quedado en salir de fiesta con mis compañeros de clase para despedirnos por las vacaciones de navidad y antes de eso iríamos con Santi y Esther a cenar. Yo estaba terminado de arreglarme en el precioso baño de Abi el cual me había cedido quedándose ella con el baño de invitados. Era enorme y muy moderno, tenía una gran bañera y una ducha de similares dimensiones con chorros de hidromasaje que me habían hecho querer quedarme toda la tarde bajo ellos. Estaba terminando de pintarme, habíamos quedado a las nueve y media por lo que iba muy bien de tiempo. Me había puesto un vestido corto burdeos ceñido al cuerpo que tenía el cuello bastante cerrado pero que por detrás dejaba ver mi espalda en un precioso escote que hice mas visible aun recogiendo mi pelo en un moño alto y acompañé el vestido con unos tacones del mismo color. Terminé de arreglarme, cogí el bolso y salí de la habitación. Sentada en el sofá estaba Abi esperándome, al escucharme se levantó y pude ver la belleza hecha mujer. Había elegido para la ocasión un vestido negro de media manga que quedaba muy pegado a su esbelto cuerpo y que definía sus curvas a la perfección, unos tacones rojos a conjunto con su pequeño bolso de mano y una americana que tenía preparada, oh señor, ¿cómo voy a hacer para no comérmela en este mismo momento?
-—Estás guapísima- me sacó de mis pensamientos, me había quedado mirándola todo el rato y eso hizo que hasta mis orejas se pusieran rojas- ¿Nos vamos?
—Tú también, estás… arrebatadora- me brindó su característica media sonrisa que, a estas alturas, hacia que me derritiese- vamos
Salimos en taxi hasta el restaurante en el que íbamos a cenar. Era un italiano y era precioso. Un camarero nos llevó hasta nuestra mesa donde nos esperaban Esther y Santiago. Esther nos recibió con una gran sonrisa, muy efusiva diría yo. Nos sentamos y pedimos un vino mientras decidíamos que pedir. La velada fue muy amena y distendida, nos la pasamos riendo casi todo el rato. Esther no paraba de hablar de los preparativos de la boda y me repitió varias veces que tenía que ir con ella a la prueba del vestido y yo acepté encantada. La comida estaba deliciosa, además de mi plato de pasta, Abi me dio a probar del suyo que estaba aun más bueno… y más cuando te lo da semejante bellaza… No pienses así Ale o pasarás el resto de la noche con la ropa interior empapada. Lo pasé tan bien que la cena se pasó en un suspiro. Pedimos la cuenta y, después de que Abi y Santi se pelearan por ver quien dejaba en la pequeña bandeja su tarjeta de crédito, Abi pagó la cena y nos fuimos hacia la discoteca en taxi. Eran las doce, un poco pronto, pero ya había ambiente. Para estar más cómodos, cuando la discoteca se llenase, Santi nos pidió un reservado. Eran una especie de balconcitos un poco más altos que la pista de baile donde había una pequeña zona donde se podía bailar y un sofá en forma de medio círculo donde cabían unas seis o siete personas y una mesa. Nos sentamos y minutos después un camarero vino con una botella de champán para los cuatro. Brindamos y bebimos disfrutando de la música, me lo estaba pasando genial y sobretodo estaba disfrutando de mi tiempo cerca de Abi. En todo momento ella estaba siendo de lo mas atenta, preocupándose por si estaba a gusto o me lo estaba pasando bien, sus pequeños contactos, como por ejemplo su mano en mi cintura al pasar la calle, hacía que una corriente eléctrica recorriese toda mi columna. Estábamos hablando y como la música estaba bastante alta ella acercaba su boca a mi oído para que la escuchara bien, si girase tan solo un poco mi cabeza tendría lo que tanto anhelo, tendría a esos labios junto a los míos… joder, los necesito. Cuando me hablaba me miraba a los ojos y me derretía, tenía mis ojos tan centrados en ella que no me di cuenta cuando todos mis compañeros entraron. Se pudo notar claramente ya que eran muchos y la pista de baile pasó de estar  bastante vacía a casi llenarse por completo. Obviamente no eran todos de mi clase, también había de otros grupos y la gente venía con amigos pero yo conocía al menos de vista a la mayoría. Vi a Carolina y a otras chicas de mi clase y me disculpé de los chicos para bajar a saludarla, no me apetecía mucho pero cuanto antes lo hiciera antes volvería con Abi y a lo mejor al volver le podría decir que bailase conmigo. Llegué hasta ellas y las saludé, estaban un poco bebidas por lo que ni me preguntaron de donde venía. Bailé con ellas un par de canciones, pero mi mirada estaba en todo momento donde estaba Abi y en algunas de las ocasiones en las que miré podría jurar que ella también estaba mirando. No aguanté mas, les dije a las chicas que iba a dar una vuelta y me fui. Al llegar Abi estaba sola bebiendo una copa.
—¿Y los chicos?
—Acaban de bajar a la pista para bailar un rato.
—¿Te, te apetece bailar conmigo?- ella sonrió.
—Si, me encantaría- cogió su copa de balón en una mano y con su otra mano cogió la mía.
Bajamos a la pista de baile buscando un hueco mientras ella iba saludando a compañeros y a algunos profesores. Al fin encontramos un sitio justo donde estaban Santi y Esther que, al vernos le susurró algo a su prometido y éste nos miró con una gran sonrisa. Comenzamos a bailar, no estábamos muy separadas la una de la otra pero tampoco estábamos lo suficientemente juntas como para poder rozarnos en ningún momento. Estuvimos bailando un buen rato, disfrutaba mucho bailando con ella aunque rezaba porque se pegara a mi en alguna canción. De repente pude ver como se fijó en alguien a mi espalda y frunció el ceño. Me acerqué a su oído para preguntarle que ocurría.
—Tu ex está aquí- ¿de que hablaba? Me giré para ver de quien se trataba y pude ver al gilipollas de Antonio. Yo me pegué aun más a ella para hablarle.
—No es mi ex-nada, para mi no existe- pude ver como ella sonrió de medio lado- ¿tú tampoco lo soportas eh?- sabía perfectamente que Abi no podía ni ver a Antonio pero quería alargar todo lo posible la estrecha cercanía de nuestros cuerpos. Seguíamos bailando, más lentamente aunque eso no evitaba que nuestros cuerpos se rozaran. Me encantaba pero quería mucho más…
—Eso es poco, ha llegado a un punto en el que no lo puedo ni ver y aun me queda medio año por soportarlo- nos reímos. Desgraciadamente el muy hijo de puta no tuvo otra cosa que hacer que acercarse para saludar a Abi por lo que ella, al verlo venir, se separó poco a poco de mi.
—Hola jefa- esa última palabra la dijo con un rintintín un tanto irritante.
—Hola Antoñito, ¿qué? ¿Buscando alguna menor de edad con la que restregarte un rato?- su cara pasó de una sonrisa prepotente a fruncir el ceño enfadado e irse rápidamente- había venido para fastidiarte y le ha salido el tiro por la culata- ¿cómo puede ser tan jodidamente encantadora? Tenía unas ganas inmensas de besarla pero si era una cobarde a solas, mucho mas en una discoteca llena de gente- ¿vienes a la barra? Voy a pedir otra copa- asentí y ella cogió mi mano. Aprovechando que había mucha gente y con la excusa de no perderme, entrelacé mis dedos con los suyos y ella, en respuesta, apretó mi mano aún mas. ¿Cómo esos pequeños gestos podían moverme mi corazón tan rápido? Las mariposas de mi estomago hoy se estaban volviendo locas.
Nos acercamos a la barra y Abi pidió un par de copas.
—Hay un par de chicos que no paran de mirarte- le dije haciendo un gesto con la cabeza, ella sonrió y negó con la cabeza.
—Saben que conmigo no conseguirán nada, pero no es a mi a la que miran, te miran a ti... Una mujer tan bella es imposible que pase desapercibida- oh joder eso ha sido claramente un piropo. Me quedé sin habla, solo pude mirarla y sonreír. Ella estaba de la misma manera, tan cerca, si me acercara tan solo unos centímetros podría besarla... ¡A la mierda! Comencé a acercarme poco a poco a ella pero justo cuando nuestras narices estaban a escasos centímetros uno de los chicos que nos estaban mirando me agarró del brazo.
—Hola guapa, te puedo invitar a una copa- NO JODER No quiero una puta copa, quiero esos jodidos labios junto a los míos.
—Mmn no, gracias, me acaban de invitar a una- intentaba insinuarle amablemente que estaba muy ocupada. Miré hacia el lado de Abi y ella miraba para otro lado bebiendo su copa.
—Bueno, soy Ismael- me dio dos besos- ¿te apetecería bailar un par de canciones conmigo?- iba a decirle que no cuando Abi se acercó a mi oído.
—Voy al reservado, diviértete- y sin más se fue dejándome a solas con el muchacho.
Hablé cortésmente con él sin perder de vista a Abi que estaba en el reservado acompañada de Santi, Esther y de otros profesores. Hablaban y se reían y yo solo quería estar con ella. Al final cedí a bailar con él, el muchacho era simpático, pero obviamente no estaba para nada interesada. En una de las veces que miré al reservado, Abi no estaba. Miré para todos lados hasta que por fin la encontré. No estaba muy lejos. Estaba hablando con una muchacha joven y juraría que era alumna suya. Alejandra a lo mejor solo están hablando, si solo debe ser eso, oh mierda esa zorra se está acercando demasiado. Mis celos me desbordaban, la quería cerca de mi y no al lado de esa perra. Se separaron de la barra y comenzaron a bailar. No estaban bailando como lo había hecho conmigo, la guarra esa bailaba de espaldas a Abi restregando su culo contra ella y Abi tenia su mano puesta en su vientre mientras seguía su ritmo y le hablaba en el oído. Me ponía furiosa, ¿por qué bailaba así con esa tia y no conmigo? Quería ser yo quien se pegara a su cuerpo y a quien le hablara al oído. No pude aguantar más, le dije al chico que me tenía que ir.
—Pero bueno guapa no me dejes así, al menos dame tu teléfono
—Pero es que no ves que no me interesas- terminé soltándole de manera brusca y dejándolo solo lanzando improperios contra mi
Llegué como pude hasta a ella ya que la pista de baile ya estaba totalmente abarrotada. Al llegar junto a ella pensé en que decirle, no podía llegar y decirle que parase de bailar con esa mujer sin más.
—Abi- llamé su atención y conseguí que la tía esa dejase de bailar con ella, la verdad es que me suena su cara...
—Ey, mira ella es Claudia una buena amiga- le di dos besos por educación aunque de lo que tenía ganas era de estrujarle el cuello- ¿y el chico ya se ha ido?
—Si, bueno, no estaba interesada. Oye... ¿Nos podríamos ir? No me encuentro muy bien...- puse cara de malestar.
—Oh, si, por supuesto- miró su reloj- además ya es bastante tarde, bueno preciosa, nos vemos otro día- abrazó a la mujer y le dio dos besos y yo le dije adiós con la mano con desgana. Abi cogió mi mano y se acercó para hablarme- vamos al reservado a por el bolso y nos vamos.
Y así lo hicimos, fuimos hasta el reservado, cogimos nuestras pertenencias y nos despedimos de todos. Al salir hacía un frío que pelaba y ella, al verme tiritar me puso su chaqueta con una sonrisa, cogimos un taxi y nos fuimos para su casa.
—¿Como te encuentras?- me dijo nada mas entrar por la puerta.
—Bien, solo me duele la cabeza y estaba cansada
—¿Quieres una pastilla?- se fue quitando los tacones y se fue hacia la cocina
—No gracias, solo necesito dormir- salió con un vaso de agua y me lo tendió yo le sonreí en agradecimiento.
—Está bien, voy a pasar al cuarto a por unas mantas y a por mi pijama y ya será todo tuyo- entró a su cuarto y unos minutos después salió con todo lo necesario- todo tuyo- me dijo con una amplia sonrisa.
Yo entré al cuarto para cambiarme, cuando salí, ella ya estaba cambiada, con un moño de estar por casa y preparando el sofá.
—Te repito, yo puedo quedarme en el sofá- le dije apoyándome en el sofá.
—De ninguna manera, yo me quedaré aquí, este sofá es cómodo y no me importa- me sonrió.
—Está bien… bueno, me voy a la cama, que descanses
—Tú también- me volví y me dirigí hasta llegar a la puerta.
—Oye Abi…
—¿Sí?
—Puedes dormir en la cama conmigo.
—No es necesario, Alejandra.
—No pasa nada, ya dormimos juntas en el hospital, además, la cama es muy grande, lo suficientemente grande como para que todas las patadas que doy a lo largo de la noche no te den- nos reímos. Nos quedamos en silencio, ella se lo estaba pensando…
—Está bien- Se levantó y fue conmigo hasta la cama.
Nos acostamos cada una a un lado de la cama, la verdad es que al principio la idea me pareció buena pero ahora me estaba poniendo muy nerviosa.
—Buenas noches, Alejandra.
—Buenas noches Abi.
Su cama era muy cómoda y su olor era embriagante. Estaba tan a gusto que me dormí enseguida aunque, después de un rato, me dio frío, sin más me acerqué a una fuente de calor y sentí como unos brazos se estrechaban alrededor mío.

Las lecciones del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora