27.Cotillas

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Narra A

Llegué a la pista de baloncesto diez minutos antes de que empezará el entrenamiento. La verdad soy bastante (muy) puntual y me gusta llegar pronto (a veces incluso demasiado), por eso no me gusta la gente que tarda y llega tarde. Me metí en los vestuarios para cambiarme y ponerme el uniforme del equipo. Cuando entre solo estaban a penas cuatro chicos.
─Hola tio─saludó uno de ellos y chocamos los puños.
─¿Preparados para sudar como pollos al horno?─Pregunté atándome lo cordones de los zapatos.
─¿Por que el entrenador tiene tan poca vida?─preguntó de repente un chico entrando por la puerta.
─¡Guille! Ya era hora─exclamó Javier levantándose─Te has saltado como cuatro días de entrenar, ya te vale tio.
Guille río y se sentó en el banco.
─Estuve ocupado.
Reí
─Yo pongo esa misma escusa a si que no me vale. ¿Te dio pereza o quedaste con alguien especial?─pregunté con cara entre pervertida y cotilla.
Todos rieron y Guille me miró con los ojos entrecerrados.
─Uy uy uy─Exclamó Jorge que estaba al lado mio.─Eso quiere decir lo segundo.
En eso mi tardon y pesado amigo entró al vestuario.
─Ya pensé que me habías mentido y no ibas a venir─le dije
─¿Cuando te he mentido?─Preguntó aún que seguidamente dijo─Mejor no respondas. Formulé mal la pregunta. ¿Cuando te he mentido sin una buena causa?
Abrí la boca para responder pero el entrenador entró y dijo:
─¡Venga! ¡Todo el mundo fuera!
Al salir nos mandó calentar dando vueltas.
Si antes hacia calor, ahora quería sumergirme en una piscina de hielos.
Corrí y corrí tras el balón de un lado para otro, llegó un momento en el que estaba exhausto pero me pasaron el balón y botándolo con una mano me acerqué a la canasta, intentaron quitarmele pero lo esquive y seguí corriendo, el entrenador me daba ordenes de como podía mejorar mi táctica de juego y poder encestar mejor. Cuando estuve los suficiente cerca flexiones mis rodillas y cogiendo impulso salté, elevando los pies del suelo y dando al balón la fuerza necesaria para que entrara por el aro. Milagrosamente entró y choqué la mano como mi querido amigo, Daniel. Ciertamente no soy el mejor tirando, se me da mejor esquivar, y quitar el balón a los contrincantes. Encestar se lo dejó a quien tenga puntería.
El entrenador se llevó el silbato a los labios y sopló con fuerza, todos nos paramos en el sitió y nos acercamos a él.
─Bien chicos. Buen entrenamiento. La próxima semana tenemos partido así que no faltéis. El jueves aquí a la misma hora.─Dicho esto se giró y se fue.
Todos fuimos al vestuario y nos sentamos en el banco que había.
─Tengo calor.─dijo Javier
─Pues deja de pensar en cosas raras.─dije
Reímos
─¿Vamos ahora por ahí?─preguntó Daniel mientras se quitaba la camiseta y se la enroscaba al cuello
Todos afirmaron.
─Perfecto─dije─Pero vamos a ducharnos porque olemos a choza, no se nos van a acercar ni las moscas.
─Tu no quieres exactamente que se te acerquen las moscas─comentó Guille con una sonrisita.
Me metí en la ducha y dejé que el agua se deslizara por mi cuerpo limpiandome. Que refrescante era una ducha.
Me vestí con la ropa de antes y revolví mi pelo húmedo dejándole desordenado. Mi pelo era realmente rebelde, lo único que le podía dominar era la gomina, pero no me gustaba ese estilo. Aparte mi castaño flequillo de los ojos, me puse las gafas de sol y salimos del vestuario.
─¿A donde queréis ir?─Pregunté chutando una piedra del suelo.
─Por ahí, da igual.
Asentí y me puse hablar animadamente con los chicos, ibamos caminando sin rumbo.
De repente un sonido de llamada sonó y todos miramos al bolsillo de Guille que era de donde provenía el sonido. Guille lo cogió y descolgó el teléfono. Se oyó un risa de Guille y dijo:
─Hola par de locas.
No es que yo sea una persona cotilla simplemente me gustaba saber de que hablaba la gente de mi al rededor. Bueno al lo mejor un poco cotilla si que era.
─No, no puedo quedar hoy─dijo Guille─Estoy con estos. La semana que viene tendré partido ¿Vendréis a verme?
Se calló unos segundos para luego exclamar
─¡Genial! Hablamos luego. Besos.
Y colgó el teléfono.
─Uy Guille ¿Era tu novia?─Preguntó Dani
─Estáis pesaditos eh─Respondió caminando─Parecéis las ancianas de mi pueblo cotilleando. ¡No! ¿Qué digo? ¡Sois peor que ellas!
─Y tu exageras más que las ancianas de mi pueblo─Dije
Todos reímos.
─¿Quien dijo que cotillear era cosa de chicas?


Amor entre libros (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora