8. Festival

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Editado: 6 de abril del 2020

Capítulo 8

La melodía de una canción electrónica demasiado pegadiza bailaba en mi interior, la gente de alrededor no cesaba de saltar y moverse al ritmo que el DJ marcaba, no tenía demasiada intención de guiarme por las acciones del resto, pero aquello no parecía ser una decisión propia. La canción parecía dominar el ambiente sin ningún tipo de excepción y durante los primeros instantes del inicio del estribillo cerré con fuerza mis ojos, dejando que el impulso de saltar se convirtiera en un gesto involuntario imparable y elevé mi brazo por encima de mi cabeza. Aquella canción resultaba ser una excesiva fuente de adrenalina. Abrí mis ojos en el momento en el que una voz se introducía dentro de la melodía electrónica y la gente empezaba a cantar de nuevo. Nora, que estaba a mi lado, me miró con una amplia sonrisa en el rostro e iniciamos a cantar con toda la fuerza que nuestros pulmones nos permitieron, cruzó su brazo por encima de mis hombros y juntamos la cabeza mientras nuestra mirada no se apartaba del escenario repleto de luces hipnóticas de diversos colores y recorridos.

La oscuridad de la noche se había abalanzado sobre el ambiente, no sabía exactamente en que momento se había dejado de ver el horizonte del mar, pero ahora solo se observaba una cortina opaca de color negro. Llevábamos prácticamente toda la tarde en aquel lugar, habíamos tenido que esperar una larga cola en donde nos decoraron la muñeca con una colorida pulsera irrompible. El interior de lugar vallado era gigantesco y estaba repleto de jóvenes ansiosos de música. Durante el día los conciertos eran diferentes a los de por la noche, a pesar de tener más energía la cual se iba desgastando a medida que las horas pasaban, también hacia más calor. No pasó demasiado tiempo desde que sentí el sol sobre mi piel hasta el momento en que decidí hacer de manera mecánica una de mis características cola de caballo, decorada con un pañuelo multicolor, Nora tardó unas horas más pero finalmente acabo cogiendo mi goma de pelo. Además, los conciertos durante el día carecían del poder de la noche, de las luces locas y la brisa marina.

—¿Vamos a por algo de beber? —había propuesto Brent horas antes por encima de la música. Aproximadamente eran las siete de la tarde y llevaban un largo periodo de tiempo frente al escenario repleto de gente, aún el sol continuaba presente, pero con menos intensidad que al principio de la tarde.

El sudor recorría los laterales de su cara, al igual que el de Evan, su flequillo comenzaba a pegársele en la frente, por lo que fue el primero en asentir con énfasis a la propuesta de su amigo.

Me encogí de hombros con indiferencia y Nora asintió. Austin, que era el más alto de los cuatro, inició el recorrido hacia la salida del bullicio descomunal. En el interior del recinto había diversos puestos de comida y mini bares distribuidos por toda la estancia. Nos decidimos por el que menos gente parecía tener, aunque aquello continuaba siendo un caos.

—Vodka limón —dijo Brent mirándonos.

—Vas a estar guapo a las diez como empieces así —dije burlona —. No quiero ningún vomito cerca de mi en un radio de dos kilómetros, ¿Me has oído? —comenté acercándome a Brent y pellizqué suavemente su mejilla, como respuesta, él sopló mi nariz.

Sus ojos azules se deslizaron por el resto en una interrogativa.

—Cerveza —exclamamos Nora y yo al unisonó. Tras sonreír, cruzamos nuestros brazos.

Austin se cogió un refresco con burbujas y Evan imitó el pedido de Brent, levanté una ceja.

—Como me vomites en el autobús, te desheredo como hermano.

Evan soltó una sonora carcajada mientras Brent se giró para pedir nuestras consumiciones en la barra.

—¿Por qué tan obsesionada con la emesis? —preguntó mirándome. —¡Ah, espera! Creo que se la respuesta.

Amor entre libros (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora