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Estaba empapada, pero no tanto como creí que acabaría después de tirarme en una fuente la cual, después de todo, no parecía ser muy normal. Aquel lugar era oscuro y frío. Lo único que veía eran unas paredes rugosas -como de una cueva- y justo en la parte en la que nos encontrábamos, al mirar hacía arriba, muy a lo lejos un techo de agua flotante.

Les estaba contando lo ocurrido con el señor Percival, mientras ponía el flash de la cámara del teléfono para iluminar un poco el camino que íbamos a tomar. -Ahora mismo me serían más útiles otros poderes y no los que en realidad poseo...- Entonces por fin conseguimos ver el resto del lugar donde nos encontrábamos, y mi cara simplemente no encontraba una expresión que indicase más sorpresa que la que acababa de poner.

-¿Qué... Qué narices es esto? -dice Lukas expresando lo que los tres estamos pensando.

Ante nosotros se encontraban montones de pasillos como si de un laberinto se tratara.

-¿Qué vamos a hacer ahora? -hablaba Casy - ¡No sabemos...!

-¡Calla! -le grito algo más brusco de lo que pretendía - ¿Escucháis eso?

De fondo se distingue un sonido familiar. Como cuando antes de llegar al internado iba a casa de mi tía... Como cuando estaba cerca de la jaula de Popy el loro, pero varias veces más fuerte.

-¿A donde vas? -me gritan ambos mientras hecho a correr siguiendo el ruido.

-¡Seguidme! Creo que sé como salir de aquí.

Tras correr durante unos largos segundos evitando chocar con las paredes, finalmente me tropecé con algo, pero definitivamente no era uno de esos rugosos muros. Era una persona. Una chica, en concreto.

-¿Quién narices eres tú? -le pregunta Casy frotándose la nariz que se debía haber golpeado escaso rato atrás.

-¿No habrás sido tu quién a traído hacia aquí a mi novio, verdad? -El chico alumbra con el móvil a la chica haciendo que se tape la cara para no fundirse los ojos con la luz. Es rubia, un tanto bajita y con un pelo color avellana que aproximadamente lleva cortado por los hombros.

-Soy Astrid -contesta con voz firme- y no, yo no tengo a tu novio.

-Dice la verdad- afirmo.

-Claro que digo la verdad. Ahora, ¿podrías dejar de alumbrarme como si fuera un bicho raro? -Este obedece de inmediato y durante un segundo puedo apreciar unos ojos oscuros, casi negros. Parecen muy bonitos, a decir verdad- gracias.

-Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? No te he visto por el instituto antes. -le concedo que se explique antes de leerle la mente.

-No lo sé. Veréis, yo... -suspira y simplemente deja ver unas enormes alas blancas que surgen de su espalda- las tengo desde que nací, pero llevo unos días que no puedo controlarlas. Esta tarde ha sido uno de esos días, pero desde luego muy exagerado. Pedí el conocimiento y me trajeron hasta aquí, intento buscar la salida.

Todos nos sorprendemos, pero no tanto como alguien normal si hubiese visto a una persona con alas.

-¿En serio? ¿No os sorprende ni un poquito?

-Bueno -dice nuestro amigo-, no creas que ellas se quedan atrás...

-¡Oh dios, te has cargado la camiseta! -grita Casy ignorando lo demás- madre mía, ¿era de marca?

-¿Qué?- Astrid alucina con las palabras de la pelirroja- ¿Quién narices sois vosotros?

Tras explicarle todo acerca sobre nuestros poderes, y el extraño parecido en cuanto a lo ocurrido con la transformación de Axel y su inesperada visita, inmediatamente ella nos mira con los ojos abiertos como platos y abre la boca para decir algo. Pero entonces simplemente se gira y con sus alas desplegadas echa a volar. as alas casi tocan las paredes, por lo que no puede ir tan deprisa como supongo que querría.

-¡Corred, venid conmigo! -los tres obedecemos y la perseguimos todo lo deprisa que podemos.

No tengo aliento como para hablar y preguntarle hacía donde vamos, pero yo no lo necesito para comunicarme.

-Astrid, ¿me oyes? - intento localizar la parte correcta de su cerebro.

-¿Alex? ¿Qué haces en mi cerebro? Me estás distrayendo, y tenemos que darnos prisa.

-Escuchame Astrid, necesito saber a donde vamos. Tengo otra forma de averiguarlo y te aseguro que no te sería demasiado agradable- Además de que para mi tampoco lo sería, y además, no me queda otra que confiar en esta chica.

-Mira, cuando me he despertado estaba encadenada junto a un licántropo igual que el que ha descrito tu amigo, tiene que ser Axel. Me he podido soltar y he escapado, por ahora recuerdo el canino de vuelta, pero quizá se me olvide rápido o cuando lleguemos sea demasiado tarde como para rescatarle. Así que más os vale mover el culo.

Salí de su cabeza y me limité a correr. Al cabo de un rato llegamos a una pequeña sala tan oscura y horripilante como el resto, pero además, allí colgado de unas esposas que sobresalían de la pared, estaba ya en su forma humana, despierto y, con suerte, vestido, Axel.

-¡Chicos! Menos mal que habeis venido ¿Se puede saber dónde estamos?

Entre todos consiguieron soltarle, pero yo me fijé en otra cosa.

-Astrid.

-¿Si?

-¿Estás segura de qué solo estabais vosotros dos cuando tu te despertaste? ¿Nadie más?

-Si, completamente. ¿Por qué?

-Mira.

Al lado de las cadenas rotas de Astrid había otras más, estaban cerradas por lo que alguien había estado ahí, pero nadie estaba ahora, y no estaban rotas. Ni siquiera parecían forzadas.

-Alex...

-Lo sé. -interrumpo el casi susurro de Axel -Jackie

Mis Amigos Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora