Mis Amigos Y Yo

-25-

Nada más acabar el entrenamiento me acerco a Pike y le cuento todo lo que ahora sabemos. Curiosamente me cuenta que él iba tras la pista de Percival, que era de quien yo sospechaba desde el principio.

-¿Crees qué le hará algo a ella?

-Es su sobrina-niega él- no creo que sea capaz de hacerle nada. Además, ella no tiene habilidades. No le interesa.

-Cierto, pero entonces... ¿Qué crees que debemos hacer?-me pongo nerviosa- ¡Max dijo que no solo tiene a Jackie! No podemos dejarles ahí tirados, ni siquiera sabemos que les hará.

Por un momento se queda en silencio y luego coloca su mano sobre mi hombro.

-¿Confías en ella?

"¡Claro que confío en ella!" asiento

-Entonces por ahora solo podemos dejar que juegue sus cartas, sean cual sean.

-No podemos dejarla sola-se me encharcan los ojos

-Si entramos ahí no sabemos que tiene preparado y que os podría hacer a todos. A su sobrina no le hará nada, y quizá con suerte pueda convencerle y suelte a los demás chicos.

Acabo aceptando.

-Ahora será mejor que descanse, señorita Hudson-vuelve al modo de entrenador- mañana le espera la semifinal a usted y a su equipo. No olvide estar en la entrada a las siete en punto.

Asiento y me largo sin más.

Llego a mi habitación y abro y cierro la puerta de un golpe. Todos-incluido Max, aunque no Rebeca- están repartidos por las camas de la habitación y se sorprenden de mi enfado.

-¿Qué ha pasado?-se levanta Casy.

-Le he contado todo al entrenador Pike.

-Bien, ¿y qué te ha dicho?

-Que no vamos a hacer nada-miro a Axel mientras le contesto- la vamos a dejar sola. Nos dedicaremos a esperar.

-¿No vamos a hacer nada?-se sorprende Astrid.

-¿Es qué no me has oído?-digo completamente borde sin poder evitarlo- No, Nada.

-Oye, no te hemos hecho nada sabelotodo-defiende Max a la rubia.

Se me cruza un cable cuando el chico levanta la voz y le empujo contra la pared desde la distancia. Cuando cae al suelo todos van a ayudarle y me miran como si fuera un monstruo. Entonces me doy cuenta de lo que he hecho y las lágrimas me corren por la cara como cascadas.

-Lo siento-digo entre sollozos- no quería...

-Tranquila-dice Lukas y me abraza. De normal no me gustan los abrazos, pero esta vez me aferro a mi amigo con fuerza- ¿no podemos hacer nada aun sin su consentimiento?

-¿Nosotros solos?-niego con la cabeza- es una locura. No conseguiremos nada

-Pero no estamos "nosotros solos"-dice Max.

-¿Qué quieres decir?-pregunta Astrid-

-¡El centro está lleno de gente con poderes! Solo necesitamos localizarlos y seremos mucho más fuerte que él.

-No sabemos que es lo que hacen sus maquinas, ¿y si nos debilitan los poderes?

-No tenemos más opciones. A parte de esperar si tu novia consigue algo. Y sinceramente, nosotros no podemos siendo un grupo y con poderes, ¿crees que ella sola va a poder?

-Está bien. Yo mañana no estoy en el centro, me voy a jugar el partido al estadio. Así que esta tarde tenemos que encontrar a cuantos más compañeros mejor.

-Bien, ¿por donde empezamos?-dice Casy.

-¿Os importa empezar sin mi?-quizá Rebeca haya vuelto a su habitación después de hablar con su tío. Si es así a lo mejor sabe algo más, y si no, ya sabemos que está con él.

-No creo que esté en su...-empieza a decir Max pero Astrid le da un codazo.

-Ve-dice la rubia- manzanos un mensaje cuando acabes y te decimos donde estamos.

-Vale, gracias.-y salgo corriendo.

Cuando estoy justo enfrente e la puerta, a punto de llamar, el teléfono me suena. Un mensaje de mi madre.

Hola cariño, solo quería decirte que tu hermana está bien. Nada más llegar a casa nos dijo que estaba perfectamente. Sería un constipado.

Vale mamá -escribo yo- me alegro.

Por cierto, ¿qué tal el hermano de tu amiga? Dijo que estaba malo también, ¿no?

Es cierto, ambos se pusieron malos al llegar al centro. Que extraño, la primera vez que vine yo, también me puse mala, me paso como a Jenn, después se me pasó enseguida.

No me ha dicho nada -escribo y con la mano temblando añado- cuando la vea le pregunto.

Cierro la conversación antes de que me siga escribiendo y guardo el móvil. Cuando llamo a la puerta tengo la esperanza de encontrarme a la chica que me gusta con su coleta mal hecha y su radiante sonrisa invitándome a pasar, pero eso no pasa. Nadie contesta.