—Felicitaciones, señora, es un niño.
Charlotte disimuló su desilusión. Estaba segura de que sería una niña, pero su instinto le había fallado. El bebé se había escondido celosamente, por lo que nunca habían podido anticipar qué era. Sin embargo, al ver aquellos luceros verdes, se enamoró. Lo sostuvo contra su pecho y sintió su calor. Mandó a llamar a su esposo, que estaba hecho un manojo de nervios en la sala de espera. Entró como un torbellino apenas se lo permitieron.
—Es hermoso —susurró, lleno de ternura.
Miró a su esposa con una sonrisa radiante y la besó en los labios. Estaba toda transpirada y ojerosa, y, sin embargo, nunca la había visto tan hermosa como en ese momento, con su pequeño primogénito en brazos.
*****—¡¡Mamááááááááá!!
Charlotte rodó los ojos. Su tierno bebé se había convertido en un huracán andante de tres años. Irrumpió corriendo en su habitación, mientras ella yacía en su cama, intentando tener dos segundos de tranquilidad. El pequeño se arrimó a la cama, con cara entre asombrada y asqueada.
—¿Por qué tienes esa cosa verde en la cara, mamá?—le preguntó.
—Porque estoy curando mi piel.
—¿Y por qué estás curando tu piel?
—Porque estaba muy arrugada —odiaba sus cadenas de por qués interminables.
—¿Y por qué?
—Porque sí —contestó, fastidiada. —¿Dónde está papá, Orpheo?
El pequeño se quedó pensativo. Lo cierto era que no había reparado en su padre las últimas horas.
—No sé.
—Ve a buscarlo, ¿quieres?
—¿Por qué?
Charlotte refrenó su carácter. Respiró hondo.
—Porque yo lo digo.
—¿Por qué...?
—Solo vete.
Escuchó el rumor de sus pasitos alejándose y volvió a relajarse. Ese chiquillo era una bola de energía demandante. En momentos como ese, no podía manejarlo, le resultaba insoportable.
Una sensación de náusea le vino de repente, haciéndola ponerse de pie a toda velocidad. Se dirigió al baño. Falsa alarma.Ya era la tercera vez en la semana que le pasaba eso. La sospecha le vino enseguida y sacó cuentas. Con todo lo que tenía que hacer con su hijo y el trabajo, no había estado prestando atención a su período. Dante la ayudaba en todo lo que podía, realmente estaba portándose de maravilla, pero mamá era mamá. Orpheo se encaprichaba siempre con pedirle a ella las cosas y se enojaba si su papá las hacía, derivando en rabietas que la ponían muy nerviosa.
Consultó el calendario y sí, tenía un atraso.—Otro niño, genial —murmuró con molestia.
*******
Meses después, llegó el día de volver al hospital para otro parto más.
—¡Haz algo, por el amor de Diosa! ¡No lo soporto más!—gritaba Charlotte en el auto.
Dante manejaba nervioso, haciendo todo lo posible por concentrarse en el camino y tranquilizar a su esposa en trabajo de parto al mismo tiempo. Al menos, no estaba su hijo con ellos. Habían dejado al pequeño Orpheo al cuidado de su amiga Aria, la que parecía más idónea para la tarea. La madre de Charlotte vivía al otro lado del país, y no tenía más familia, por lo que conseguir a alguien de confianza era sumamente difícil. Aria amaba los niños, por lo que todos ganaban.
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Contrabando De Gigolós (#HES 2)
RomanceUn negocio clandestino se ha vuelto muy lucrativo en la ciudad de Palas. En paralelo, los hombres están desapareciendo del Basurero, sin razón aparente. Orpheo está casado con una magnate del negocio nocturno de la capital. Él es el cantante princip...