Contrabando De Gigolós (#HES 2)

Capítulo 19: La visita

La proposición de Gioia no dejaba de darle vueltas en la cabeza a Karen. Se suponía que hablar con ella supondría un alivio a su problema. No obstante, había terminado más angustiada y con una posibilidad nueva que, si bien la llenaba de pavor, se veía muy atractiva.

Centauria. Esa especie de tierra prometida para los oprimidos por el sistema de Palas. Pasar el muro que circundaba la ciudad no era tarea fácil. No estaba prohibido para las mujeres, pero ponían tantas trabas que terminaban desalentando a la mayoría. Además, era muy costoso por el valor de los impuestos de aduana.

Karen no podía costearse una estadía de una semana allí. Mucho menos, podría mantener a otra persona más y afrontar los gastos de alquiler, comida y demás necesidades. Sabía Diosa si había algún lugar donde pudiera conseguir un trabajo como el suyo. Fuera de la música, ella no tenía más nada.

Se dio una cachetada mental por siquiera plantearse las posibilidades de seguir el loco plan de su alumna. Como si fuera tan fácil... ¿En qué estaba pensando?

Llegó a su casa con ganas de olvidarse de todo. Tiró las llaves sobre la mesa de la cocina, prendió el equipo de sonido y puso su lista de reproducción anti estrés: un compilado de obras que le gustaba mucho cantar, que iba desde la ópera más clásica hasta el rock. Incluso había un rap de protesta que le resultaba casi imposible de seguir, pero cuya letra le llegaba al corazón.

Subió el volumen y la música llenó toda la casa. No le preocupaban las vecinas, ya que estaba acondicionado todo para que la contaminación sonora fuera mínima, tanto para ellas como para Karen. Le había costado mucho trabajo pagar todo eso, pero valía la pena. No solo podía estudiar sus obras para los shows, sino que también podía disfrutar de música fuerte sin recibir quejas por parte de nadie.

Se dirigió a la cocina para prepararse un café, pero al abrir el refrigerador buscando algo dulce, una botella de cerveza negra la tentó más. Quizás, entre el leve mareo y la música fuerte, su cerebro se aturdiría un poco y dejaría de pensar en cosas raras.

Una balada que contaba la historia de una niña en un tren empezó a sonar. La tarareó, buscando un destapador y saboreando, posteriormente, el contenido de la botella. La consistencia cremosa le supo a ensueño, mientras sentía el líquido bajando por su garganta.

—"¿Detrás de cuál sueño vas a volar, guerrera de cuentos? ¿Cuál es tu cantar?" —cantó con la cantante de la grabación, improvisando una armonía en el camino.

Caminó a tempo con el solo de guitarra y se desplomó en el sillón, cuidándose de no volcar su bebida. Cerró los ojos y se concentró en buscar más arreglos vocales para el resto de la canción. Ese era un pasatiempo que adoraba. Uno de sus sueños frustrados era dirigir un coro, para tener esa libertad de construir cosas nuevas y sentarse a disfrutar de la magia de la polifonía. Nunca logró juntar las agallas para animarse a concretarlo, pero al menos, se contentaba con jugar de vez en cuando.
El modo aleatorio hizo gala de su nombre al saltar a algo mucho más antiguo. Se puso de pie como si le hubieran accionado un resorte al escuchar la entrada de la orquesta. Aquello merecía la mejor postura posible, para interpretarlo como correspondía.

—"Der hölle rache kocht in meinem Herzen..."—cantó al unísono con la intérprete de turno, pose incluida.

"La Reina de la Noche" era una obra que la hacía perderse en sus melodías, con sus coloraturas complicadas y sus staccatos agudísimos. El significado del aria era bastante oscuro, pero ella disfrutaba con los roles de villanos. Le había costado tanto aprenderla que había llegado a odiarla. Pero lo había logrado y se había convertido en una de sus favoritas. A esas alturas, ya no le costaba tanto. Sin embargo, necesitaba ponerle lo mejor de sí para que saliera como correspondía.