Heridas resultantes

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-No es momento para que me contestes- digo, al mismo tiempo de que le echo otro chorro a la herida, el abre los ojos desmesuradamente y se queja de nuevo.

-No sé qué hacer más que echarte agua.

-¿Ya no queda ninguna de esas cosas?- Dice

-¿No crees que estaría luchando si quedara alguno?

En vez de contestarme me dice:

-Tengo medicina en mi mochila.

Diciendo esto, levanta su brazo "bueno" y me señala una mochila a lo lejos, arrumbada en un árbol.

-Ok. No te muevas.-digo

-Aunque quisiera no podría- dice levantando ligeramente las comisuras de sus labios-

Hago como si no hubiera escuchado nada, me levanto y camino hacia la mochila, "¡como le hizo para conseguir medicina en este lugar?"- pienso un poco asombrada, llego al árbol, me cuelgo la mochila en la espalda, instantáneamente pierdo el equilibrio y me zarandeo hacia atrás, la mochila es muy pesada.

-¿Qué lleva... piedras o qué?- digo para mí misma.

Sigo caminando a paso lento por el peso de la mochila, llego a su lado y me agacho de nuevo.

-¿Dónde está?-digo.

Como no me contesta, volteo hacia él y veo que está dormido, así que, empiezo abriendo su mochila y sacando todas las cosas, observo que tiene cosas similares a las mías: un cambio de ropa, una navaja, un bote de agua, un estuche metálico, que es pesado, decido abrirlo y veo que tiene muchas cargas de flechas para su ballesta, también tiene una cuerda y un bote circular igualmente de metal. Eso debe ser la medicina, lo abro y veo que estoy en lo cierto, el contenido del frasco es una masa café viscosa que huele horrible. Como está dormido no creo que le afecte el hedor, empiezo hundiendo los dedos asqueada en esa pasta y comienzo a untar la medicina en la herida del brazo con cuidado, cuando acabo, observo que también las heridas de su cara son horribles, me acerco un poco más a él y cuando acerco el bote a su nariz despierta, con una cara de asco que me provoca carcajadas.

-¿Qué haces?- me pregunta aún asqueado, lo que provoca que me ría de nuevo.

-Te iba a poner medicina en los cortes que tienes en la cara, así que quédate quieto, por favor.-digo aguantándome la risa.

El no me responde, y cierra los ojos de nuevo.

Unto de nuevo mis dedos en la medicina y empiezo a esparcírselo con las yemas de los dedos en la herida del pómulo con mucho cuidado, aunque eso no evita que el ponga cara de dolor y se queje de vez en cuando, cuando acabo sigo con el de la frente veo que ese está peor porque sigue sangrando, humedezco una tira de tela en agua y antes de frotarle la herida le digo:

-¿intenta soportar el dolor un poco si?

El solo asiente con la cabeza, justo cuando le aprieto la herida para que no le salga más sangre, el gruñe, y se agarra de la hierba que hay en el suelo y empieza a arrancarla.

-Perdón, lo siento, no quiero hacerte daño ¿quieres que pare?-digo

-No, sigue, da igual cuanto me queje tu solo sigue.

Yo hago lo que me dice y sigo frotando su herida con el paño húmedo provocando que se queje de vez en cuando.

-Ya casi acabo- digo para que se tranquilice

Cambio de mano y pongo la otra en el suelo, mientras con la otra sigo, cuando presiono por última vez le aprieto demasiado, el abre los ojos y gruñe más fuerte ,me agarra la mano que tengo en el suelo y me dice:

-Para por favor, ya no aguanto.-

-Déjame nada más te pongo la medicina y ya, okay?

-Okey-dice cerrando los ojos de nuevo, como s se estuviera preparando para más dolor.

Saco otra vez los dedos de la medicina e intento ponérsela con el mayor cuidado posible, creo que funciona porque cuando acabo está más relajado, volteo hacia el suelo para guardar todo y veo que tiene su mano encima de la mía, no me había dado cuenta hasta ahora, enseguida siento la sangre acumularse en mis mejillas, la voy quitando con cuidado hasta que quedo libre, él se da cuenta y dice:

-Perdón, no me había dado cuenta.

-No importa.-digo- oye, no estamos seguros aquí tenemos que movernos.

Lo ayudo a levantarse, y mientras recojo las cosas me pregunta:

-¿cómo te llamas?

-Verónica, ¿ya acabaste?

-si-me responde.

Cuando me cuelgo la mochila siento como si me estuvieran clavando miles de agujas en la espalda, y caigo de rodillas vencida por el dolor, descuelgo mi mochila como puedo, el fuego y el dolor me invade la mente, y lágrimas empiezan a desbordarse.


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