Si la vida te da limones, pues haz limonada, era lo que siempre me decía Tom cuando me ocurría algo malo. Todo eso parece ahora tan lejano.
Me crucé de piernas sobre la mesa, rodeada de pilas de libros intentado averiguar algo sobre la espada. Internet era útil, pero sobre mitología tenía lagunas y algunas fuentes decían cosas inverosímiles. La recopilación de información no solo se centraba en el desglose de la Eddas sino también de las leyendas artúricas, e historias que tengan que ver con espadas mágicas salidas de la nada. En algún punto debían coincidir todas.
-Frey poseía la Espada de la Victoria, que sabía moverse y luchar sola por los aires, pero la abandonó por conquistar a Gerda –leyó Wanda en voz alta recostada sobre un diván y con el libro flotando delate de ella, se detuvo un momento y luego sonrió–, una gigante virgen.
-Solo un hombre ha podido escribir esto –suspira Nat pasando las páginas de otro libro, sentada con las piernas sobre otra silla, unos metros más allá.
-Sobre todo porque a las mujeres, durante esa época, las tenían encerradas en el hogar –Visión también estaba ayudando, tenía tres libros abiertos, sobre otra mesa al lado de la que estaba acaparando yo, y los leía a la vez.
Casi no estaba tan mal estar confinada en esta torre con una compañía tan peculiar y distinta, sobre todo distinta. Sonreí a medias mientras les escuchaba divagar sobre el machismo a lo largo de la historia y como dejaba una implacable huella a través de los tiempos y que sigue estando ahora.
-A las mujeres se les sigue pagando menos que a los hombres –repliqué cerrando el libro, dejándolo a un lado y cogiendo otro.
-Y se nos sigue considerando objetos sexuales –corroboró Natasha estampando la frente contra el libro–, esto está resultando ser una tarea de lo más inútil.
-Yo lo encuentro sumamente interesante –replicó Visión–, estoy aprendiendo mucho, no sabía que el señor Stark tuviera una colección tan vasta.
Escuché como Natasha bufaba y yo sacudí la cabeza, sí que estaba resultando inútil. Muchísimo. Me tumbé sobre la mesa y cerré los ojos. Me dolía la cabeza, podía sentir martillazos a cada lado de la sien y me estaban entrando fatigas. Quizás debería pedirle al doctor Banner que me recetara algún tipo de analgésico, porque me estaba muriendo del dolor.
-Chicos –les dije enderezándome mientras me frotaba un ojo, llevábamos horas metidos aquí dentro–, creo que voy a tomarme un descanso.
-Creo que todos deberíamos tomarnos un largo descanso –repuso Wanda poniéndose en pie marcando el libro por dónde lo había dejado–, tengo un hambre...
Fui la primera en salir, pasé por delante de las salas de entrenamiento que estaban siendo ocupadas por Ojo de Halcón, que no paraba de lanzar flechas casi sin mirar, era todo un espectáculo, pero tenía el gesto ausente, asique seguí de largo para que no notara mi presencia, sentía la nostalgia fluir de él y me daba pena, me trataba con indiferencia, pero su carácter me gustaba. Caminé con las manos cogidas tras la espalda, si no estaba equivocada, estaba yendo por el camino correcto hacia el laboratorio del doctor.
Medité durante mi paseo sobre los Vengadores; Wanda y Natasha me caían muy bien, me sentía cómoda en su presencia, y Visión también, a pesar de que a veces no respetara el espacio vital de una persona. El doctor Banner también era muy bueno conmigo, aunque hacía poco que me habían dicho que si se le enfadaba era capaz de convertirse en una gran masa color verde con muy mal carácter, sin embargo, su cabeza silenciosa me producía una paz que nunca había podido saborear. Aunque a veces tanto silencio me ponía nerviosa.
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Ángeles de Cristal (Capitán América)
Fanfiction"Si vas a dudar de algo, que sea de tus límites" Luchar contra la adversidad, plantar cara al obstáculo, defenderse contra los ataques. Cuando me vi reflejada en los ojos de Steve, el futuro no me pareció ni tan horrible, ni tan perdido como par...