La bruma era espesa, tanto que notaba como me acariciaba la piel desnuda de los brazos, era cálida y húmeda, hacía que el pelo suelto se me pegara a la nuca, al cuello y a ambos lados del rosto. Sentía como gotas de sudor recorrían el largo de mi espalda. Pero todo aquello poco me importaba porque yo me encontraba totalmente embelesada con lo que contemplaba, el lago volvía a alzarse ante mía rodeado de esa extraña bruma que se enroscaba alrededor de los árboles y, sin embargo, se detenían a la orilla del lago.
Caminé sobre la húmeda tierra con lentitud, como si el tiempo pasase, pero sin que se atreviera a tocarme. El cielo que se alzaba sobre mi cabeza no tenía una tonalidad determinada, no sabía si estaba amaneciendo o anocheciendo.
La fría y cristalina agua me lamió los dedos de los pies, pero no me detuve, seguí caminando sin pausa y pronto el agua me envolvía las pantorrillas, luego los muslos, más tarde me envolvía la cintura... entonces nadé, me coloqué boca arriba, flotando con los ojos cerrados. Me sentía tan en paz, como si todos los problemas hubieran desaparecido de repente y fue maravilloso tener la mente en un estado de quietud que pocas veces había sentido en mi vida. No cuando tu cabeza era un hervidero de pensamientos ajenos.
De repente me hundí como si fuera de plomo, abrí los ojos y entre abrí los labios. A pesar de la brusquedad de la situación todo fue ocurriendo a cámara lenta.
-Ahriel... -suspiró una voz, giré la cabeza y allí estaba. Una mujer hermosísima, con el cabello tan rubio que rozaba el blanco que resplandecía como si de una aureola fuera. Con una túnica plateada que ondeaba a su alrededor.
Mi cuerpo dejó de pesar. No me estaba ahogando. Podía respirar. Me enderecé para quedar frente a ella.
-No sé qué hacer -le dije con voz clara, de repente el corazón antes liviano de preocupaciones se me llenó de angustia -, la he perdido.
-No se pierde aquello que se es arrebatado, solo permanece alejado de ti un determinado espacio de tiempo -se llevó una mano al corazón y cuando la alejó una motita de luz titilaba en el centro de la palma -, he visto mucho, he vivido mucho también y debes comprender que no elegiste mal; salvaste la vida de tus amigos y les diste la oportunidad de volver a casa.
Sopló la mota de luz que se acercó a mí, alcé las manos y la rodeé con estas. Su calidez me envolvió y me sentí reconfortada.
-Ahriel -levanté la cabeza para mirarla, su imagen se difuminaba -, es normal tener miedo. Pero recuerda que el coraje nace cuando enfrentas tus temores, te conviertes en una persona valiente cuando el miedo no frena tus pasos.
La luz fuerte que entraba por la ventana fue lo que me despertó aquella mañana, me giré hacia el otro lado con la esperanza de recuperar el sueño, pero me topé con que había algo más sobre la cama. Aturdida abrí un ojo, casi esperando ver la cara de Natasha con un gesto de diversión contenida, pero para mi sorpresa y estupefacción, me encontré con un cuerpo enorme, duro y musculoso de hombre. Levanté el rostro con el corazón comenzando a latir a mil por hora, y allí estaba, Steve Rogers dormido.
Abrí la boca un par de veces, incrédula.
Con rapidez bajé la vista hacia mi cuerpo para ver si estaba desnuda, pero no, llevaba la misma ropa que me había puesto para entrenar. Por lo que deduje que me había quedado dormida mientras lloraba a moco tendido, vaya vergüenza. Eres estúpida, me espeté en mi fuero interno con resentimiento hacia mí misma.
Mascullé una singularidad de palabras sin sentidos intentando moverme lo menos posible, tenía la imperiosa necesidad de darme una ducha. Pero, de repente, Steve, dormido como un tronco, me envolvió entre sus brazos con fuerza y me quedé atrapada.
ESTÁS LEYENDO
Ángeles de Cristal (Capitán América)
Fanfiction"Si vas a dudar de algo, que sea de tus límites" Luchar contra la adversidad, plantar cara al obstáculo, defenderse contra los ataques. Cuando me vi reflejada en los ojos de Steve, el futuro no me pareció ni tan horrible, ni tan perdido como par...