Capítulo quince

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Brigitte miró a la señora de reojo mientras la arrastraba de la mano a su casa.

Fue bastante molesto, porque los guardias la siguieron hasta la misma puerta.

La mujer se acuclilló en un rincón, refugiándose entre sus rodillas y abrazándolas con los brazos.

- ¿ Señora ? - Brigitte se acercó a ella dudosa, y la mujer no hizo más que aumentar sus sollozos - Señora- la volvió a llamar, esta vez con una voz más autoritaria y ella levantó la mirada - Levántese, por favor.

La mujer lo hizo de inmediato, poniéndose recta y mirando al suelo.

- Oiga, no creerá que lo que antes he dicho iba en serio, ¿ verdad? - ella alzó la mirada para observarla confundida, y Brigitte esbozó una triste sonrisa acercándose. La señora retrocedió temorosa hasta tocar la pared - Tranquila, no pretendo hacerle daño. Solo... busqué una forma de sacarle de ese aprieto. Es increíble a donde han ido a parar las cosas.

Hizo una pausa, pero la mujer no entabló conversación. La pobre debía de estar tan asustada...

- ¿ Le apetece tomar una ducha ? Consiste en un cubo con agua fría, pero es más agradable de lo que parece - río tomándola suavemente del brazo y guiándola hacia el patio- Sienta de maravilla quitarse toda la suciedad de encima.

La anciana sonrió débilmente, sorbiéndose la nariz y apartándose las lágrimas de los ojos.

Confundida, Brigitte observó cómo se tiraba al suelo y le besaba los pies.

- Gracias, señorita, gracias.

Brigitte, indignada por todo lo que aquella mujer y muchos otros estaban pasando, corrió a ayudarla a levantarse, y se presentó antes de ir a preparar una suculenta cena para ambas:

- Briggite Kraus, señora. Siéntase como en su casa.

Querido AlaricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora