Capítulo veintiseis

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La cena fue más silenciosa de lo habitual.

Lo cierto es que la mente de ambos comensales parecían estar en otra parte.

Alaric no podía olvidar la cara de aquel hombre, Frederik, al que había dejado que mataran esa misma mañana. La culpa le carcomía por dentro, a pesar de que sabía que si hubiera tratado de defenderle, no hubiera servido de nada, y que encima, ahora probablemente estaría muerto.

Brigitte, en cambio, no dejaba de darle vueltas a un comentario casual que había escuchado de otras mujeres ; "Esa chica no es más que una fresca.Su marido ha muerto apenas unos meses y ya tiene a otro soldado viviendo bajo su techo" .
Y eso no hacía más que reabrir la brecha que tenía en su corazón. No había olvidado a Alphonse, y seguía amándole. Pero él ya no estaba, y se negaba a regodearse en el dolor. Tenía que seguir adelante, y ser fuerte.

Sin siquiera despedirse, ambos se fueron a sus respectivas habitaciones, al igual que la criada Zoe.

(...)

Alaric se despertó sobresaltado, y bañado en sudor.

Aún con el "dejavou" de su tiempo en el campo de batalla, salió de la cama y caminó descalzo hacia la cocina.

Sus manos temblaban mientras se servía el vaso de agua, por mucho empeño que ponía.

Se inclinó sobre el fregadero y dejó la frente sobre la fría repisa. Parecía que los recuerdos nunca iban a abandonarle.

- ¿ Alaric ? - escuchó la voz de Brigitte a sus espaldas, pero no se dió la vuelta para mirarla. No quería que ella la viera en tal estado.

Siguió con la cabeza agachada, apretando los ojos, tratando de apagar su memoria y evitando escuchar el sonido de los gritos, los disparos, y las bombas.

Brigitte se acercó aún más, preocupada, al ver cómo todo su cuerpo temblaba.

Sabía lo que le pasaba, pero no cómo consolarle. Debía de haber pasado por cosas terribles, no quería ni imaginárselo.

Así que simplemente lo abrazó.

Un sollozo se escapó de los labios de Alaric y ambos se dejaron caer al suelo.

A Brigitte se le partió el corazón al verle llorar como un niño, y él se abrazaba a ella buscando el consuelo de una madre.

- Tranquilo - susurró ella mirándole con tristeza - ya ha pasado todo.

Y siguió acariciando su cabello hasta que se durmió.

Querido AlaricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora