Capítulo diecisiete

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- ¿ Señora ? - Brigitte preguntó cautelosa dando un golpecito en la puerta del patio, que había dejado cerrada para darle un poco de intimidad.

La mujer abrió la puerta desde el otro lado y entró en la cocina con los pies mojados.

- Disculpe, hacía tanto tiempo que no sentía el agua sobre mi piel...

- No se preocupe - sonrió Brigitte y le señaló la silla con un gesto - ¿ le apetece comer conmigo ?

La señora dió su respuesta sentándose en la susodicha.

Brigitte fue de un lado a otro sacando platos y sirviendo la cena, mientras que la mujer la observaba con ojos curiosos, analizándolo todo.

- ¿ Por qué me ayuda ? No puedo entregarle nada a cambio.

Brigitte se volvió hacia ella, caminando lentamente para que la sopa no se le derramara.

Depositó el plato delante de ella, y se sirvió uno para sí misma mientras que hablaba.

- No espero nada. No todos los alemanes estamos de acuerdo con la política nazi, ¿ sabe ? Simplemente me parece que necesita ayuda y yo quiero dársela.

La mujer asintió aliviada y esbozó una amable sonrisa.

- De todas formas, lo que dijo estaría bien. A usted no le sobra mucho dinero, y yo tengo que ganarme de alguna forma mi estancia aqui. ¿ le parece si soy su criada ?

Brigitte lo sopeso por un instante. No quería que aquella mujer sintiera que le debía algo, pero lo que decía era cierto. No podía permitirse alimentar a una boca más sin ningún coste.

- De acuerdo, encárguese de esas labores. Pero siempre la trataré como una amiga en la privacidad de mi hogar.

Querido AlaricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora