Capítulo veintidós

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- Disculpe, mi criada es muy torpe - sonrió nerviosa la joven tras un momento de tenso silencio.

Jan no dijo nada, solo se levantó con la mandíbula cuadrada y caminó visiblemente alterado hacia la mujer, propinándole tal golpe que la dejó tirada en el suelo.

Brigitte soltó un grito horrizada llevándose las manos a la boca.

- Perra judía - escupió el soldado mientras seguía dándole patadas al cuerpo inconsciente.

Brigitte sintió las lágrimas salir a toda velocidad de su rostro, más aún sabiendo que no podía hacer nada por ayudar a su amiga.

Sin saber porqué, dirigió su mirada hacia el otro militar, suplicándole que parara aquello.

- Jan, ya basta. Ha tenido su castigo, si sigues, la matarás - Alaric se acercó a su compañero cautelosamente, pero éste no cesó su ataque - ¡ Jan !

Agarró al soldado por detrás y en contra de su voluntad se lo llevó a rastras fuera de la casa.

Brigitte los escuchó discutir vagamente ; Toda su atención estaba puesta en la malherida mujer.

Acarició su mejilla entre sollozos, y subió la vista asustada al ver entrar a uno de los soldados de nuevo.

- Y-yo no le tengo especial cariño, pero tanta violencia...- trató de excusarse, pero el hombre la detuvo con una negación de cabeza.

- No tiene que decir nada, señorita. No comparto las ideas del führer- sonrió con tristeza agachándose a su lado- ¿ Quiere que le ayude a llevar a su criada a algún lado ?

- Hay una cama de sobra en mi dormitorio - indicó ella, y el soldado cargó a la mujer hasta allí sin hacer preguntas, seguido de la joven.

Depositó con cuidado a la señora en el colchón, y Brigitte casi corrió para taparla con las sábanas y curarle las heridas.

Sin embargo, le temblaban mucho las manos por el miedo que había pasado, así que al final el soldado reemplazó su tarea.

- Gracias - suspiró Brigitte tras cerrar la puerta detrás de si - muchísimas gracias, de verdad.

Él no dijo nada, solo se limitó a sonreír. Brigitte se permitió por un momento observarlo con total libertad, de arriba a abajo. Y cuanto más veía, más le gustaba.

La sonrisa del soldado se apagó, y ella temió haber sido demasiado indiscreta.

- ¿ Brigitte ? - dudó el militar, y asintió sorprendida de que conociera su nombre. Pero lo que dijo a continuación le sorprendió aún más - Soy Alaric.

Querido AlaricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora