Capítulo veinte

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Uno de los niños se escurrió entre las piernas de las señoritas para escaparse de sus compañeros.

No se dió cuenta del soldado que se erguía delante suya, y se estrelló contra sus piernas cayendo al suelo.

Subió la mirada aturdido, y se levantó de un salto como asustado.

- L-lo siento señor- tartamudeó escondiéndose detrás de una señora, que había llegado corriendo para regañar a su hijo.

Todas las damas presentes en la escena enmudecieron, mirando los pantalones del militar que estaban manchados de barro.

La madre del chico se puso de rodillas y besó sus zapatos, suplicando perdón.

Él, extrañado, la levantó gentilmente del suelo, y esbozó una sonrisa amable.

- Solo es un poco de suciedad, señora. No se preocupe - la tranquilizó.

Todas suspiraron aliviadas, como si hubieran estado esperando que pegara al niño, o a su madre por su conducta.

Brigitte esbozó una sonrisa radiante y alargó el brazo para sacar al chiquillo de allí, y proseguir con los juegos.

Le dirigió una mirad agradecida al soldado, y aunque le pareció que él trataba de decirle algo más, se dió media vuelta y echó a correr.

Querido AlaricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora