❝No hay nada peor que enamorarse de la persona equivocada... O puede que no tan equivicada.❞
︴Historia completamente mía, prohibida su copia y/o adaptación. Pedir permiso en caso de querer hacerlo. Gracias.
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—¡Buenos días mi princesa! —dijo mi madre entrando a mi habitación y gritando como si la vida le fuera en ello—. Venga dormilona que vas a llegar tarde y me tengo que ir a trabajar.
—5 minutos más mamá —pedí atragantándome con mis propias babas, lo que provocó que comenzase a toser como una loca.
—¡Vamos marmota humana!
—Que ya voy, pero cierra el pico de una vez.
—Que humor por las mañanas por favor —dijo mi madre rodando los ojos.
Me levanté de la cama y me dirigí al armario arrastrando los pies. Me puse unos jeans negros con una raja en las rodillas, un jersey blanco que me llegaba por el ombligo y mis vans blancas. Después bajé al salón a desayunar, me lavé los dientes, cogí mi móvil y salí de la casa en la que mi madre, mi padre y yo vivíamos desde hace tres años.
Estiré mi mano para llamar a un taxi y en veinte minutos estaba en el insti. Entré en clase y Mary y Fanny me saludaron.
Me senté en mi sitio, al final de la clase al lado de un chico que conocí hace un año, cuando entró. Es el "bad boy" de la clase, el típico chico que es perseguido por todas las acosadoras las cuales babean por él y que forma parte del equipo de fútbol del instituto. Su apodo es Zico, y si me preguntáis por su nombre, lo desconozco. Porque, sí, llevamos un año en el mismo instituto y todavía no sé su nombre. Yo estaba en un curso inferior a él, pero al repetirlo él, ambos estamos en el mismo curso.
El profesor Lee entró en clase y ordenó a todos a sentarse en su respectivos lugares.
—Muy bien alumnos, abrid vuestro libro de texto por la página 72, vamos a continuar con la lectura que ayer dejamos pendiente.
Ni un triste "buenos días alumnos" para que por lo menos disminuyan mis ganas de tirarle por la ventana a él y después al dichoso libro de texto, pues no.
—Woo Ji Ho, empiece leyendo por favor.
El chico que estaba a mi lado empezó a leer, su voz era ronca y con un tono, a mi parecer, un tanto sensual.
Así que te llamas Ji Ho.
Anoté mentalmente cada característica de su rostro. Ojos ni muy pequeños ni muy grandes, de color marrón oscuro, nariz con un tamaño considerado, ni demasiado grande ni demasiado pequeña, labios de un tono rojo claro y cabe destacar su labio inferior, es más carnoso que el superior, incitaba a ser besado. Su cabello estaba bien peinado y era de color negro. Su ropa, la típica de un bad boy, chaqueta de cuero negra, la cual llevaba abierta, camiseta negra, jeans ligeramente ajustados, de color negro, con rajas en las rodillas y unas Converse negras.
Subí la mirada un poco y noté que tenía una pulsera de plata y un anillo del mismo material en su pulgar, el cual sacaba y metía en el dedo continuamente, como jugando con él. Subí más mi mirada y encontré sus ojos miránfome fijamente.
Fuck.
Alejé mi mirada rápidamente y la volví al libro.
—Señorita Kim, siga leyendo por favor —pidió el profesor.
Fuck, fuck.
Tragué saliva y miré al Sr Lee.
—Lo siento profesor, pero no sé por donde vamos —dije mirando al libro.
—Normal, si se entretiene usted en acosar con la mirada a su compañero Ji Ho no me extraña que se pierda.
Fuck, fuck, fuck.
Giré mi cabeza en dirección a la ventana y dejé caer el pelo sobre el lado de la cara que daba al resto de la clase para que actuara como una cortina.
La clase siguió su ritmo normal hasta que sonó el timbre.
[…]
El resto del día pasó rápido, al llegar a casa mis padres no estaban, nunca se encuentran en ella, normalmente llegan por la noche cuando yo ya estoy acostada. Son personas de negocios.
Cuando llegó el anochecer, me duché y me hice la cena. Después de cenar me lavé los dientes, fui hacia mi habitación y me senté en la cama, cogí un libro y comencé a leer. Mientras pasaban los minutos tenía la extraña sensación de que me vigilaban, cosa que provocó que un escalofrío recorriera toda mi columna vertebral. Me levanté lentamente de la cama y me asomé por la ventana disimuladamente. En la calle había un coche negro aparcado, intenté ver quien era la persona que estaba dentro del vehículo, pero los cristales estaban tintados. Después de dos minutos observando, el coche arrancó y se fue alejando de mi casa. Me separé de la ventana, cerré las cortinas y me acosté. Intenté conciliar el sueño, y finalmente lo logré.
