I'm in love with a killer ︴Zico

Capítulo 8

—¡Eh! ¡Hara! ¡Vamos! ¡Arriba! ¡Tenemos que movernos! —dijo mientras me meneaba.

—Cinco minutos más mamá —dije con pesadez y voz gangosa.

Ji Ho bufó.

—Tú me has obligado.

Sentí como el lado de la cama en el que estaba Ji Ho se elevaba, indicando que se ha levantado de la cama, unos pasos hacia el cuarto de baño y después el grifo.

No será capaz...

Y de repente sentí como un chorreón de agua fría acabó empapándome la cara y parte del cabello. Abrí los ojos, me senté de golpe en la cama y miré a Ji Ho que no paraba de reír sentado en el suelo. Verlo así de feliz hizo que mi enfado se esfumara y cuando me di cuenta estaba riendo a carcajadas con él.

—Imbécil —dije riendo.

—Te avisé, pero no me hiciste caso.

—¿Qué hora es?

—Las ocho.

—¿Tan temprano? Déjame dormir más —dije tumbándome de nuevo en la cama.

—No, venga, tenemos que irnos.

—¿Dónde?

—Hay una cabaña abandonada en un claro del bosque que hay detrás del albergue, tal vez podríamos quedarnos allí hasta que se me ocurra algo.

—Está bien, pero déjame que me duche primero.

Vi como Ji Ho asintió. Me levanté de la cama y me dirigí hacia el baño, pero antes de entrar, sentí como me agarraban de la cintura suavemente y Ji Ho me pegaba a su cuerpo. Me dio besos cortos en el cuello, después subió hasta mi oído y susurró un "te quiero" para después morder el lóbulo de mi oreja. Me di la vuelta y capturé sus labios en un beso tierno pero salvaje. Ji Ho bajó sus manos de mi cintura hasta mi culo y me empujó más a él haciendo que notase como un pequeño bulto se pegaba a mi abdomen, gemí en respuesta sobre sus labios y Ji Ho sonrió ante eso. Me empujó al cuarto de baño, cerró la puerta, me apoyó contra esta y me empezó a subir lentamente la camiseta que llevaba hasta quitármela, yo hice lo mismo con la suya acariciando con mis manos su abdomen. Después de desnudarnos me metió en la ducha con cuidado de no resbalarnos —cosa que sería un gran corte de rollo— encendió el grifo y el agua empezó a caer sobre nuestros cuerpos desnudos.

[...]

Después de que nos "diéramos una ducha" nos vestimos y salimos del albergue, siempre ocultando nuestras caras para que no se nos reconozciese.
Nos adentramos en el bosque y anduvimos por él durante horas y aún no dábamos con la cabaña que decía Ji Ho. Estaba cansada de andar y los pies ya empezaban a dolerme.

—Oppa* ¿podemos para un rato? Es que estoy cansada —dije haciendo un puchero.

—Ya queda poco, no te preocupes.