Capítulo 7

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—¡Ayuda! ¡Ayuda por favor! —pidió una niña a gritos desde el suelo.

—¡Ayúdanos por lo que más quieras! —volvió a pedir esta vez un niño que luchaba a duras penas por su vida.

Era una escena muy dura de ver, eso era cosa obvia, dos niños llorando desconsolados mientras pedían ayuda y los cuerpos de sus padres tumbados en el suelo, ambos sin vida, solo con un agujero en la frente chorreando sangre causado por la bala de una pistola.

Intenté acercarme a los pequeños pero mi cuerpo no se movía, no entendía lo que pasaba, hasta que Ji Ho apareció en mi campo visual con una pistola entre sus manos apuntando con ella hacia la pequeña de unos cinco años que lloraba desconsolada al igual que su hermano.

—Detente, por fav...

Un ruido ensordecedor se escuchó por toda la estancia, Ji Ho había apretado el gatillo y la bala había ido a parar a su abdomen, arrebatándole la vida a su cuerpo en segundos.

Se escuchó otro disparo, pero esta vez fue el niño el que calló al suelo en segundos, con un agujero en su frente al igual que sus padres.

Subí la mirada y me encontré el cañón de la pistola apuntándome firmemente.

—Adiós princesa —dijo Ji Ho antes de presionar el gatillo.

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Pegué un salto en la cama y me desperté con la respiración agitada y la cara bañada en lágrimas. Miré a mi lado y Ji Ho dormía plácidamente. Me levanté de la cama y bajé a la cocina a por un vaso de agua. Me bebí el contenido de un trago y dejé el vaso en el fregadero. Fue entonces cuando noté una sombra pasar corriendo por la ventana, me alarmé un poco y me asomé por esta para ver que el patio estaba rodeado por cinco hombres encapuchados. Subí corriendo las escaleras y desperté a Ji Ho.

—¡Ji Ho! ¡Ji Ho! —susurré lo más alto posible.

Ji Ho emitió un gemido de cansancio y abrió lentamente los ojos para mirarme.

—¿Qué pasa? —preguntó mientras se frotaba los ojos con el dorsal de la mano.

—Hay cinco tíos encapuchados en el patio, están intentando entrar.

De solo escuchar esas palabras Ji Ho ya estaba de pie y asomándose disimuladamente por la ventana. Después de analizar posibles escapatorias, prácticamente nulas, se dio la vuelta, se puso su camiseta negra y cogió la pistola que estaba en la mesilla de al lado de la cama.

—Quedate aquí y escóndete, ¿vale?

—¿Y qué pasa contigo?

—Estaré bien, no te preocupes por mí. Toma —dijo entregándome una pistola un poco más pequeña que la suya— utilízala en caso de emergencia.

I'm in love with a killer ︴ZicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora