Introducción a un mundo del revés

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Nota: Alto ahí! Ya leíste Mercado de Maridos? Si la respuesta es sí, podés saltearte este capítulo. Si la respuesta es no, pues siga leyendo...

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Imagina este panorama:

Una sociedad dominada por las mujeres, quienes son cabezas de familia. Ellas son las que trabajan y llevan el pan a la mesa. Ellas gobiernan, dirigen empresas, mueven la industria y son las grandes pensadoras que asentaron las bases de su cultura.

¿Y los hombres dónde están?

En casa.

Ellos te cuidan a tus hijos, te limpian la casa y se aseguran de que tengas la cena esperándote cuando llegues de trabajar.

¿Amor? Tal vez, pero no siempre. Ni que lo necesitaran, ¿no? El amor es para los hijos y para las amistades.

Verás, ellos son una minoría significativamente menor a la clase dominante femenina. Mira qué locura: Por ser raros, son codiciados. Y en esa sociedad, como en la nuestra en cierto modo, casi todo se compra con dinero. Sí, hasta el marido te puedes comprar. Es más, existe un mercado exclusivo para ello.

El hombre, según las féminas de este lugar, nació para complacer a la mujer. Si una tiene un varón, le cede el deber de educarle a su esposo; quien tiene que iniciarlo en las artes hogareñas. Pero, tranquila, mujer, que eso no significa que el padre del niño sea afeminado ni nada. No, señor, ellos tienen personalidades tan variadas como las nuestras. Lo único distinto es que, en vez de trabajar fuera del hogar, el hombre de la casa es precisamente eso: el hombre de la casa, el encargado de mantenerla para que no se derrumbe. Queda a criterio de su esposa si será su esclavo personal, o si habrá una igualdad entre ellos.

En fin, cuando el niño cumple los ocho años lo mandan a la Escuela de Hombres, una fortaleza rodeada de altos muros, que no es como las nuestras. Ahí los inician en las artes amatorias y hogareñas, principalmente, además de aprender lo mismo que las jovencitas. Estas últimas son cuestiones mínimas, porque se supone que el hombre no utiliza esos conocimientos, como sí hacen ellas. Por lo que, al salir a la edad de dieciocho años, son buenos amantes y tienen el nivel de conocimiento propio de un niño de doce años de nuestra sociedad.

Existen rarezas, sin embargo: niños prodigio con aptitudes que no es justo que se desperdicien. A esos los separan del resto y les cultivan la mente. Son de los pocos que pueden interactuar con mujeres sin estar casados con una. Son la élite, y formar parte de ella es prácticamente imposible (reitero, algunos lo logran).

Porque la regla general es esta: al hombre no se lo suelta hasta que tiene el anillo en el dedo. Y se lo suelta con correa. No sea cosa que ande por ahí seduciendo a jovencitas, distrayéndolas de sus obligaciones. Que no se piense que tiene libertad. El varón, en esta loca sociedad, es libre hasta el punto en que se lo permite su esposa, que generalmente es una tirana que lo trata como a un perro. O sea, que no tiene muchos derechos sobre su persona.

Eso, por lo menos, los que tienen suerte.

Bien, ¿cómo van a parar a un tierno hogar estos hombres?

Como dije, son codiciados porque son pocos, lo cual no significa que los traten bien. Contradicciones femeninas. ¿Y cuál es la mejor forma de distribuir esta riqueza equitativamente? Poniéndolos en venta, obviamente.

Sí, leyó bien. Se los vende.

Dependiendo de sus características, varía su valor. Es como la moda. Un año, los rubios de ojos celestes hacen furor. Y al siguiente, los prefieren pelirrojos y de ojos oscuros. En el verano, lo mejor es comprarte a un afroamericano; mientras que, en primavera, lo más "top" es casarte con un asiático. Y no te salen un par de céntimos.

Una mujer que quiera casarse, por lo general, tiene que ahorrar por años para tenerlo. Para algunas, el matrimonio es como tener el auto soñado... En términos monetarios, valen casi lo mismo (y las feministas más extremas consideran mil veces más útil el auto).

Así que los hombres son para las mujeres ricas (y generalmente mayores de 40). Es algo común que la esposa le lleve 20 años a su marido.

Por parte de la mujer, el matrimonio es siempre satisfactorio. Cuando te lo compras, te dan una garantía de seis meses, para que lo pruebes. Si te gusta, te lo quedas y, si no lo devuelves y lo cambias por otro. ¿Ninguno que la satisfaga? Pues, entonces, le devolveremos su dinero.

Existen mujeres allí que se cansan fácilmente, pero que no se avivan dentro del periodo de prueba, sino tiempo después. El mercado cuenta, por ello, con una subdivisión de canje. ¿Te aburre tu marido? ¿cometió un error demasiado grave como para perdonarlo? No te preocupes, mujer. Puedes traerlo y, agregando un poco más de dinero, cambiarlo por otro.

Existe un tercer grupo en esta sociedad: los desterrados, los desechados. La basura, bah. Te sorprendería la mezcla de este grupo: Hombres jóvenes y fuertes, lindos y feos, inteligentes e inútiles, idealistas y realistas, de todos los colores y tamaños.

Sin embargo, todos coinciden en una cosa: fueron rechazados. Su señora no los quiere y, como ya están "usados", no los vuelven a comprar. O eso, piensan las dueñas del mercado.

Ellos viven al margen de la gran ciudad, haciendo trabajos pesados que las mujeres consideran indigno que ellas mismas realicen: esos que te hacen transpirar indecentemente y te arruinan el peinado.

El barrio se llama El Basurero. Hasta tal punto llega el desprecio de las mujeres en el poder.

Este grupo no puede pasearse por las calles de la ciudad. Si lo intentara alguno, sería perseguido y encarcelado. Y ni hablar, si está con una mujer de las clases bajas. Ahí, directamente, si ella quedara embarazada, lo matan.

No me venga con eso del amor, porque para las grandes señoras dirigentes, eso es inaudito. ¿Cómo una mujer va a enamorarse de un hombre rechazado por otra, de un hombre "usado"? ¿Cómo no va a ver que el muchacho no es más que mercancía defectuosa?

No, si la niña se dejó seducir por un desterrado es porque es muy tonta y no se da cuenta de nada. No, las que sufren este tipo de situaciones no actuaban de forma consciente. No tienen la culpa.

¿Dónde iban a parar ellas? A un instituto psiquiátrico, donde las soltaban sólo cuando se aseguraban de que su lavado de cerebro se había llevado a cabo exitosamente.

¿Entonces no es posible que ellos se casen con una mujer que los ame, una vez que fueron rechazados? No, en esta sociedad es imposible. Peor aún: es impensable, inconcebible.

Y nadie se queja...

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Contrabando de Gigolós es la segunda historia de "Hasta que ellas nos separen". Si aún no leíste "Mercado de Maridos", no te preocupes, vas a entender todo igual. Pero, aparecerán personajes que tienen un pasado interesante, que quizás quieras conocer. Puedes encontrarla en mi perfil.

¡Gracias por leer!

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Contrabando De Gigolós (#HES 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora