Capitulo 8: X

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El deseo es un una emoción que carcome las entrañas de los seres humanos los lleva a cometer las más grandes locuras que nunca se han imaginado, la lujuria es un veneno que paraliza nuestro cuerpo de tal manera que no podemos dejar de pensar en el objeto de nuestro deseo, ese ente que nos lleva al cielo, que nos invita a fundirnos en el pecado, que seguramente nos llevará a tocar las llamas de infierno, DaeHyun torció su cuello mientras que con las manos tocaba su reflejo en el espejo mordió su labio inferior, necesitaba probar una vez más esa droga que su piel hace semanas se había ahogado echo un vistazo al reloj, las manecillas apuntaban la 1 de la mañana trató dormir pero le fue imposible no podía concentrarse sabiendo que solo unos metros los separaba de su droga perfecta.

—Eres un maldito guardián del Pandemónium. —Habló dando media vuelta para salir por la puerta. —Cuando muera tú serás el causante que mi destino sea el Infierno.

Al salir logró darse cuenta que nadie estaba en el pasillo camino en dirección a la habitación del líder de Byakko cuando llegó a su objetivo pegó su oreja descubriendo que se lograba escuchar el sonido de la ducha. YoungJae se escondía debajo de las gotas del agua tratando de apagar el indescriptible calor que surgió desde su interior quedó decepcionado al ver que su presa no fue a tocar a su puerta por ello decidió que él visitaría a Bang, esa noche simplemente no deseaba dormir solo, sus pensamientos vagaron en su pasado en el inmenso cariño que le tuvo al líder de Genbu, al deseo que despertaba en su piel, colocó sus manos encima del frio azulejo dolía amar y no ser correspondido, detestaba cuando ese enorme hueco se formaba en su pecho, pegó su frente a la pared sus pensamientos volaban lejos de esa habitación sin darse cuenta que un intruso se había colado, que lentamente se deshacía de su ropa quedando al mismo nivel que él, cuando la cortina se deslizo se mantuvo quieto su piel reacciono hasta que unos gruesos labios tocaron su desnudo hombro, cuando unos dientes le continuaron, cuando un pecho se pegó a su espalda humedad, sus vellos se erizaron, su lujuria fue asaltada.

—Sabía que no te podrías resistir. —Comentó orgullosamente al notar como una terrible erección se restregaba en su trasero. —¿desde cuándo te volviste tan callado? ¿Harás de cuenta que soy una mujer?

—Es imposible que pases como una chica. —Contesto el pelinegro mayor deslizaron sus dedos por la entrepierna del menor, recorriendo sus muslos. —Esta parte de ti me recuerda que es un pecado estar contigo. —Las manos del mayor acariciaron la recién despierta masculinidad del líder de Byakko quien soltó un pequeño gemido por tal acción. —JaeJae eres un hombre, siempre he tenido en claro lo que representas pero es inevitable no tocarte, no profanarte. —El cuerpo del moreno arrinconó en la pared al más bajó, besó su nuca, con su lengua recorrió su cuello, hombros, sus dientes fueron dejando marcas por esa perfecta espalda. —Cuando me este quemando en las llamas de infierno quiero seguir escuchando tus gemidos en mis oídos, quiero que mi mente evoque el recuerdo de tus lagrimas recorriendo tus mejillas cuando te poseía. —DaeHyun apresó las manos de Jae entre el muró y él, su aliento pegaba en su oído. —Quiero hacerte gritar, quiero romperte, hacerte el mismo daño que tú le haces a mis creencias.

Jae se dio media vuelta para enfrentar a su atacante, su cara estaba debajo del agua pero lograba distinguir su mirada, sus ojos cargados de una hambre que no cualquier ser podía saciar sus manos fueron abandonadas, los brazos de ese joven de piel morena lo levantaron, lo arrinconaron en el muró frio de un solo golpe algo se introdujo dentro de él, jamás sintió tanto dolor como en ese momento quiso gritar pero unos gruesos labios se lo impendieron sus manos se colgaron de ese moreno cuello, era distinto a lo que tantas veces anteriormente tuvo, era agresivo, es como si un lobo encelo estuviera encima de su presa, hambriento por verse saciado pero existía otro detalle, algo nuevo, en medio de tal violencia sus caricias eran tiernas, dulces, la manera que sus manos lo acariciaban, como sus ojos lo miraban.

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