Capitulo 17: Harder to breathe

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El líder de Genbu se encontraba sentado en un sillón mirando los distintos paisajes que aquel muro trazaba aunque una enorme cama estuviera a su espalda no le apetecía dormir en ella, llevaba mucho tiempo sin poder descansar encima de esos muebles, no le agradaba ya que le recordaba a su pasado, el ruido de agua cayendo llegó a sus oídos por lo que recargo la cabeza en el respaldo, su amante decidió bañarse después de varias rondas, según él el olor del mayor no le agradaba a Bang no le interesaba mucho la higiene en ese momento, el perfume a sexo envuelto a cigarro le parecía un aliciente fetichista, la puerta se abrió apareciendo un bello chico envuelto en una nube de vapor que llevaba una toalla en la cabeza mientras su blanca piel era la única prenda que cubría el resto de su cuerpo, YongGuk giró su sillón para disfrutar de esa bella imagen, Jun no se acobardó, ni sintio algun gramo de pudor le fascinaba la sensación de ser devorado por los ojos de su amante que lo delineaba cada rincón, no había célula epitelial que el mayor no conociera de su existencia.

—¿Cansado? —Cuestionó en tono burlón sentándose en un pequeño tocador que estaba al lado derecho de la cama frente al mayor su mirada continuó vigilando a la del contrario aunque le dio la espalda lograba verlo por el reflejo del espejo al notar que no había respuesta un puchero se formó en sus labios.—¿Te he dejado tan agotado que no puedes hablar? Es una pena porque yo aún quiero más.

Se puso de pie para sentarse en la superficie del mueble pegó su espalda en el frío espejo, sus largos dedos color nieve comenzaron a recorrer su propio pecho el cual estaba tatuado de marcas, mordiscos, la sola mirada de su amante le bastaba para sentirse a reventar, era una dulce adicción que lo eleva la locura, ni la mejor droga lo había llenado de placer como el tener en su interior al primer líder de Genbu, su respiración se volvió pausada, se entrecortaba, sus dedos continuaron un camino descendente hasta llegar a su cadera donde tuvo que subir sus piernas, las abrió dejando ver su intimidad a su máximo esplendor, echó la cabeza hacia atrás al sentir que él mismo se invade, un ligero clic lo obligó abrir los ojos, nuevamente Bang lo fotografiaba, no comprendía su extraña obsesión por grabarlo en esas sensuales posiciones.

—¿por qué lo haces? ¿Por qué grabarme cuando me puedes tener en vivo? —Cuestionaba excitado al ver como el pelinegro se relamía los labios, y una de sus manos iba a su entrepierna, él también se tocaría viendolo. —Hasta que me case seguiré siendo tu amante, no te preocupes y aún así podremos vernos.

—Mi bello Sunshine después de esta misión haré un largo viaje.— Confesó poniéndose de pie los ojos del menor se abrieron al notar la enorme excitación del pelinegro. —Las fotos las quiero para recordarte en mis noches de soledad.

Bang se colocó delante del menor para grabar más de cerca la erótica escena después de varios minutos de filmación dejó su móvil a un lado de la mesa se agachó para quitar los dedos del menor y reemplazarlos por su lengua, Jun araño la fina madera del mueble al sentir como algo tan húmedo se introducía en su interior, su vientre se contrajo, descansó su cuerpo en el espejo donde la marca de su espalda se dibujaba pero aquel tatuaje hecho por hierro incandescente tenía nuevos trazos negros que lo rodeaban estos formaban unas alas de distintos colores, los gemidos se hicieron presentes aunque sólo vinieran de una garganta la continuidad de los mismos simulaba a un coro de diferentes entidades, cada vello que lo cubría se erizó como su hombría que estaba siendo atendida por las manos de seda del pelinegro.

—¿Por qué te irás? ¿A dondé vas? —Cuestionó intrigado no le agradaba pensar que no lo volvería a ver, que no compartieran su lujuria, nuevamente su vientre se contrajo, su pecho sufrió de varias altas y bajas. — ¿Puedo ir contigo?

La última frase salió sin pasar por la etapa de lógica, su boca la había filtrado sin darse cuenta, una tenue sonrisa se dibujó en los labios del mayor quien continuaba su labor recorriendo esa mojada entrada que se contrae ante cada contacto, Jun no soportaba lo quería dentro de su cuerpo, inundalo, rompiéndolo hasta quedarse sin energía, con la mente vacía.

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