Capítulo 13 (Editado)

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NICHOLAS

Asustado, esa es la palabra que me define en estos instantes.

Corro como un loco por el bosque, buscando la manera de borrar de mi memoria a la mujer de mis pesadillas, la mujer de mi perdición.

Estoy condenado a amar a aquella mujer.

Aquella mujer que asesine dos veces.

Pero como dicen por ahí, la tercera es la vencida.

Llego al tan conocido lago y me siento en el pequeño muelle, me detengo en la abertura que causo mi cuerpo días atrás y suspiro.

Todo sería más sencillo si mi hermano se fuera de aquí.

Mi celular suena en mi bolsillo y le tomo rápidamente.

- Nicholas.

- Soy yo. – la voz de Jasmine se escucha en la otra línea y gruño con molestia.

- ¿Qué demonios quieres?

- ¿Has hablado con aquella? – pregunta sin rodeos, su voz está llena de burla.

- No, ¿a qué se debe tu pregunta?

- Oh, querido. – ríe. – Tu hermosa Michelle tuvo un accidente y por lo que se, Loyd estuvo ahí para salvarla.

Aprieto el celular con fuerza y me tenso.

- ¿Qué?

- Tu hermano encontró a la Rivaldo esa.

- Te llamo después. – respondo rápidamente y cuelgo.

Maldición.

Comienzo a correr de vuelta a casa, con la expectativa de ver a Michelle.

Mi Michelle.

MICHELLE

- Michí, sigue la luz. – el doctor mueve el flash light de lado a lado y sigo la pequeña y molesta luz.

- Doctor, ya le dije que estoy bien. – resoplo frustrada.

- ¿Esta seguro que mi hija no se quedó bruta, doctor? – pregunta mi padre angustiado. – Mira el chichón que te hiciste, Michelle.

Miro por el pequeño espejo el pequeño golpe en mi frente y ruedo los ojos.

- No me duele. – mi padre se acerca y hace presión en el golpe. – ¡Ah, maldito animal!

Mi padre ríe complacido y vuelve a sentarse.

- Ya he pasado dos accidentes contigo, Michelle. – informa mi padre. – Si dices que eres bastante grande, ¿Por qué no puedes cuidar de ti misma?

Su pregunta me molesta y cruzo mis brazos.

Moira le da un zape a mi padre y este se queja.

- ¡Mujer, no me des!

- No molestes a Michí. – le regaña.

El doctor ríe divertido y mira los resultados que la enfermera acaba de traer.

- Por lo que veo, estas bien Michelle. – me mira con una sonrisa. – Te daré unas pastillas para el dolor de cabeza y una crema para el golpe, eso es todo.

- ¿No se quedó bruta? – pregunta mi padre.

- No, Daniel. – el doctor ríe. – Michelle está completamente bien y su nivel de inteligencia también, bueno creo que sí.

Almas Gemelas (A.G #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora