Capítulo 41

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LOYD

Me cuesta verla acostada y no culparme por lo que ha pasado.

Niñata boba y empática.

¿Por qué te dejaste arrastrar?

Al principio me recibió con aquella actitud defensiva y absurda pero luego, abrió su corazón hacia mi persona sin la importancia de que quizás, nada sería lo mismo mas adelante.

Yo amo a esta mujer; yo amo a Michelle Rivaldo.

¿Mucho más que a Ciara Montes o Milo?

Tal vez.

Y puede que suene egoísta al ejecutar tal afirmación.

Que me escuche el mundo ante tal declaración.

¡Michelle Rivaldo es destinada a ser mía y solamente mía!

Admito que las tres son distintas en carácter y personalidad, pero ninguna es carente de belleza.

Agradezco a Milo infinitas veces porque a pesar de todo, rompió hielo en toda la travesía.

Dejo atrás a su familia; a su marido e hija para terminar observando a sus seres queridos desde aquel radiante cielo; comprendo que todo tiene un propósito cuando nos referimos a la diosa luna y entiendo que Michelle Rivaldo es mi para siempre. 

Ame en su momento a Ciara Montes y he de admitir que sepultar a mi hijo fue lo más doloroso que pude hacer en mi vida. Mi pequeño hijo fue criado en la miseria y murió una noche de invierno debido a una sobredosis extraña, creada por Drucker Johns; un pobre pedazo de mierda que prefirió matar inocentes y disfrutar filmar la horrible tortura.

Michelle, a pesar de todo, ha sido mi pilar en aquellos hechos dolorosos.

Este amor que siento es incomparable, tal vez, mas allá de mis propios límites.

Y por ello, estoy dispuesto a sacrificar todo lo que, con tanto dolor y sangre, he construido.

Mi imperio.

Observo con curiosidad aquel vientre abultado y siento como una lagrima traicionera cae sobre mi mejilla sin permiso alguno.

Todo lo que ha pasado esta valiente mujer, con tal de ayudar a su prójimo y a los que ella ama.

Con tal de que protegerme a mí.

Y ciertamente es mi turno de devolverle la acción.

Cubro al amor de mi vida con la cálida cobija y abandono la habitación, sigilosamente.

- Loyd, ya estamos preparados. – informa Drake, mientras se despide de su mujer e hijos. – Sedrick, abrirá el portal y nuestro enemigo perecerá.

- Eso asegúralo, Drake. – sale de momento, Max; acompañado por Liz.

- ¿Qué hace ella aquí, Max?

- Vendrá con nosotros, así lo ha querido y aunque me duela, sé que no podré detenerla. – responde Max con un tono de nostalgia.

- Liz, ¿es esto lo quieres? – cuestiono ante tal acción.

- Lo necesito, Loyd. – responde con seguridad. – Ese bastardo ha lastimado a la única persona que he considerado como una hermana y merece morir de la peor manera posible.

Sonrió inevitablemente y caminamos tranquilamente hacia Sedrick, quien se encuentra preparado para abrirnos entrada hacia el desastre, el caos, el fin.

- Ya es hora. – murmuro, mientras acomodo la máscara sombría en mi rostro. – Esto es por ti, Michelle.

En un pestañeo de ojos, estamos saludando a la muerte.

- Hola, miserable.

- Saludos, Nicholas. – y los gritos de guerra no tardan en escucharse.

MICHELLE

La claridad que se asoma por la ventana me obliga a abrir los ojos, me estiro despreocupadamente y trato de abrazar a Loyd, exceptuando que no está ahí.

- ¿Loyd? – cuestiono al ver la habitación vacía. – ¿hay alguien ahí?

Al no recibir respuesta, me desarropo confundida, caminando hasta el lavabo y lavando mi rostro, perezosamente.

Al salir del lavabo, llevo una mano a mi pecho, calmando la agitada respiración que poseo debido al susto de encontrar visita en la habitación y el conocimiento de que esta persona falleció hace ya un tiempo.

- Mama. – me escucho susurrar y ella me sonríe, nostálgica. – ¿Qué me está pasando, acaso me he vuelto loca?

- Michí, hermosa. – habla por primera vez, dándome escalofríos al instante. – Soy yo, soy Moira.

Retrocedo, asustada y trato de mantener el equilibrio.

- No, yo vi cuando fuiste asesinada, ¡No me mientas! – grito, exaltándola.

- Michelle, hija. – trata de hablar, pero niego con la cabeza.

- ¡ES OTRO TRUCO PARA TORTURARME! – mi grito al parecer, se escucha en todos lados y el sonido de mi puerta, siendo abierta, sobresalta a mi visita.

- ¿Michelle, que pasa? – cuestiona Jezabel, agitada.

- ¡Ella, ella me miente! – le señalo con miedo y Jezabel trata de acercarse, lentamente. – ¿Le ves?

- Michelle, puedo verla y créeme cuando te digo que no es ningún truco.

- ¡Por favor! – los sollozos no se hacen esperar y cierro los ojos, calmando el constante dolor prenatal.

- Escúchame, mi amor. – escojo respirar con tranquilidad y tratar de calmarme un poco. 

- ¡Michí, hija! – escucho a mi padre, entrar con pasos fuertes y abro mis ojos. – ¿Qué pasa?

- Papa, me he vuelto loca. – confieso, enloquecida. – Estoy viendo a Moira ante mis ojos.

Mi padre suspira, al parecer, comprendiendo la situación y se acerca poco a poco.

- Michí, ella está aquí. – susurra cuidadoso, se acerca a Moira y toma su mano, entrelazando la suya por igual. – Es una larga historia y espero que tengas el tiempo para escuchar cada detalle.

- Moira. – me escucho susurrar y luego, soy víctima del malestar y la molestia en mi vientre.

No tardo ni cinco segundos en caer de rodillas al suelo, abrazando mi vientre.

- Loyd, necesito a Loyd.

Los presentes en la habitación se miran entre sí y palidecen.

- Tráiganme a Loyd. – hablo en voz alta, al no sentir movimiento o respuesta, comienzo a desesperarme. – ¡EXIJO A MI ESTUPIDO NOVIO!

- ¡Michí!

- ¡QUIERO A LOYD JETTE AHORA!

Y en un abrir de ojos, estoy postrada frente al caos. 

(...) 






YA ESTAMOS AL FINAL DE ESTA HERMOSA TRAVESÍA, MIS AMADOS LECTORES.

HE DE ADMITIR QUE HA SIDO DIFÍCIL CONTINUAR LA NOVELA Y DEJAR DE LADO TODO EL DRAMA, EL CAOS, LOS DOLORES DE CABEZA; EN FIN, TODO.

CONTINÚEN DANDO AQUEL MAGNIFICO VOTO QUE ME MOTIVA A CONTINUAR CON ÁNIMOS Y NO OLVIDEN DEJAR AQUEL ESPECTACULAR COMENTARIO EN LA SECCIÓN ABAJO.

LES AMO, ALE. 

Almas Gemelas (A.G #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora