Leaving You

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Y aunque el subirse a uno de esos autos manejados por desconocidos parecía algo muy tonto de su parte, el dolor la había hecho perder todo miedo al transporte publico, pronunció la dirección de forma inmediata, desde que tomó unas cuantas cosas del apartamento además de su bolsa con todos sus documentos.

Las calles se hacían más angostas, el sol aun estaba en su punto más alto y en cualquier momento comenzaría el descenso para dejar a Paris en las penumbras, pagó con un billete de alta denominación y ni siquiera se molestó por recibir lo restante, simplemente se bajó del auto negro para perderse en el marco de la puerta café con un pequeño león dorado que parecía resguardarla.

Los ojos de Maeve estaban rojos por haber llorado todo el camino, inclusive unas cuantas lagrimas más se deslizaron por su mejilla, pero las limpió antes de tocar el timbre unas cuatro veces. Detrás de la puerta se escucharon algunas risas y un idioma que conocía pero no podía hablar, ahí estaba él con una sonrisa pequeña con el cabello deteniéndose detrás de sus oídos, y los ojos cafés más brillantes que jamás había visto.

Preciosa— le saludó con aquella palabra que según ella podía ser una traducción para "Bonita", aunque no estaba muy segura, la sonrisa se le borró del rostro al ver que las lagrimas le rodaban por el rostro, negando con la cabeza como si tratase de espantar aquellas imágenes que había visto en la televisión.

—Pasa por favor— el acento al hablar otro idioma que no era el suyo le sacó una ligera sonrisa a la chica, cruzaron el recibidor hasta llegar una pequeña estancia con muebles blancos y un piso de color caramelo que le daba mucha luz.

Antes que dijera algo se abrazó de él con mucha fuerza, casi como si fuese a caerse o ser alada por una especie de corriente.

—Me engaña— dijo entre sollozos. —Zlatan me engaña— y todo en ella se derrumbó al momento de decirlo era como si el mismo dolor regresara a su cuerpo, como si la desolación se repitiera una y otra vez como la canción melancólica de un carrusel.

Preciosa, Zlatan no te engaña, de dónde sacas eso— la voz del hombre sonaba reconfortante pero aunque ella quisiera no podía controlarse, su cuerpo estaba a punto de colapsar, así que sólo se sostuvo mejor de él.

—Siéntate, te traeré un vaso de agua—. Su celular sonó dos veces, era él, dejó que el teléfono siguiera sonando, inclusive que los textos comenzaran a llenar la pantalla de su teléfono.

—Toma— le entregó el vaso de cristal con agua, además de una pequeña pastilla. — es para que te calmes— Maeve asintió y tomó la pastilla sin cuestionar más, aunque el rostro del hombre aun tenía muchas dudas pegadas, inclusive había deshecho su típico peinado, le trató de sonreír pero ver a la chica así le daba un tanto de melancolía, además se cuestionaba el por qué ir a buscarlo a él, estaba seguro de que ella tendría un sin fin de amigos y es decir no es que su relación no haya mejorado en los últimos meses pero siempre se habían odiado.

Escuchó toda la historia y no es que Zlatan fuese una mala persona pero, de verdad ésta vez la habia cagado en grande.

—Necesito quedarme aquí, jamás me va a buscar en tu casa— pronunció Maeve suplicante con el vaso de cristal en las manos, la vio tan desesperada, tan necesitada que no tenía el corazón para llamar a Ibra y decirle que su novia estaba aquí.

—Está bien— cuando le respondió aquello simplemente se abrazó de él con mucha fuerza, llorando en su hombro y dejando que su perfume la relajase poco a poco. —Gracias Cavani— Maeve enunció con tono menos melancólico que en un principio.

***

Zlatan volvió a casa algo cansado, habia estando llamándole pero nada, inclusive no habia respondido sus mensajes, buscó a Maeve por todo el apartamento pero tampoco estaba, seguramente seguía con sus amigas, el jugador se dio una ducha antes de tomar una siesta.

Let's Play Love [Zlatan Ibrahimovic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora