Let's Play Love [Zlatan Ibrahimovic]

Fiançailles

He's out his head, I'm out my mind
We got that love, the crazy kind
I am his and he is mine
In the end, it's him and I

El flash proveniente de una cámara choca contra sus ojos haciendo que su vista se vuelva tan difusa como si estuviese frente a un velo, acomoda rápidamente las gafas que había dejado reposando en el escote de su camisa a cuadros. 

Una mano se entrelaza en la de ella halándola con delicadeza para que pueda pasar de entre los hombres y mujeres que tratan de tomar su mejor ángulo. 

«Maeve» gritan su nombre con una mezcla de acentos tan característicos de aquel lugar; desde que el avión aterrizó sintió que estaba en su viejo hogar, no más Europa, no más el contaminado pero majestuoso parís. 

Siempre le había parecido graciosa la forma en que las ciudades en las que vivía las idealizaran de tal forma en que los extranjeros las veían como el mismo paraíso en la tierra. — Señorita O 'Ahern, Señor Ibrahimovic— unos diez hombres vestidos de negro con el emblema de la empresa se unieron para formar una barrera entre los camarógrafos y ellos, el que estaba al mando era un hombre alto de tez oscura, bastante atlético y de unos ojos verdes que parecían sacados de algún libro de fantasía. 

— Frank, buenos días— lo conocía muy bien, a pesar de que sus genes fuesen buenos, no podía negar que de no ser porque su cabeza estaba rapada, esta ya tendría tantas canas como la de su padre; Frank era el encargado de la seguridad de su hermana cuando estaba viva, el hombre jamás se perdonó el tomar unas vacaciones justo la misma semana del accidente. Los flashes parecían una especia de lluvia de estrellas, cegándola a pesar que el cristal de las gafas hacia su trabajo de no dejar que la luz se filtrara completamente, hacía mucho que no se sentía acosada por los paparazzi, al menos no como ahí. 

La gran camioneta negra estaba frente a una de las miles de entradas del aeropuerto JFK, lo único que pudo sentir fue le cambio drástico de clima de New York, el cielo grisáceos cubría la isla, Manhattan se veía lejano desde ahí, entre los desnudos árboles, el paisaje muerto por el crudo invierno que había pasado, la tenue llovizna que avisaba de una nevada en los próximos días; conocía New York, las calles un tanto ennegrecidas, los encharcamientos en las calles, los soportes de los edificios, quitándoles la belleza que alguna vez los caracterizo, dentro de aquella enorme ciudad, se sentía como el Empire State, escondido detrás de edificios corporativos y centros comerciales, estructuras de metal, halando la mano y viviendo de una vieja gloria que comenzaba a desvanecerse. 

—Nunca me gusto New York— mencionó Zlatan quitándose las gafas en la seguridad de la camioneta, Maeve sonrió por lo bajo, con aquella ciudad sólo había dos opciones, la amabas o la odiabas; ella simplemente se había acostumbrado al ajetreo, el caminar dentro de un tumulto de personas, además de saber que los lugares turísticos no se veían tan bellos como los hacían ver las películas o las postales que aparecían en google, New York era la chica de Instagram con dos mil filtros y ediciones encima. Había lugares bellos, pero cuando la nieve se iba y la primavera aún estaba muy lejana, la gran manzana no era más que una raíz. Seca y sin ningún atractivo. 

El viaje de casi media hora hasta West Village; la joven hacía mucho tiempo que no utilizaba dicho lugar, pues no se veía en la necesidad de evitarlo cuando a escasos diez minutos de ahí se encontraba la casa de sus padres, donde ya tenía al servicio a su disposición.

La cafetería de la esquina tenía las cortinas abajo, además de las mesillas de madera clara montadas unas sobre otras, Barbutto era el pequeño lugar donde conseguía café por las mañanas, mientras que en la esquina había un restaurante mexicano que le quitaba muchos antojos después de una noche de fiesta con Kendall y sus hermanas, y aunque no sonase mucho a su mundo, los lugares de comida mexicana podían encontrarse hasta en el palacio de Versalles.