The other side of your heart

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Ambos se encaminaron hasta la sala de estar dónde Maeve seguía con sus primos, se le veía tan desganada, con esa tristeza pegada en los ojos que él mismo quiso arrancar. 

— Latte de avellana y Muffin de frambuesa— se inclinó hacia ella y la joven sonrió dándole un beso, Helena viró la mirada para encontrarse con Henry agobiado en un sillón por que a su esposa no la daban de alta. 

— Quiero irme a casa— murmuró Maeve levantándose del sillón, pero como si una fuerza jalase su cuerpo volvió a sentarse además de tirar el vaso de café.

 — ¿Estas bien? Debe verte un médico...— ella negó, Zlatan odiaba los hospitales, el aroma a éstos le causaba espasmos en todo el cuerpo, inclusive sentía que la misma cabeza le daba vueltas. 

Helena supo de su fobia cuando Maxi tuvo que ser operado de emergencia cuando era un pequeño, la dejó sola en el hospital de Milán, pero viéndolo ahí sin importarle lo mucho que detestaba el lugar estaba junto a ella, tal vez jamás la amó lo suficiente, tal vez sólo fue a la chica del auto negro que trató de conquistar y se quedó pegada a él como una goma de mascar. 

—Perdón— la voz de Henry la sacó de aquel pensamiento o mejor dicho recuerdo doloroso, conjeturas que cortaban su piel metafóricamente hablando. 

— ¿Por qué?— preguntó viéndolo a los ojos, Henry palmeó su mano dónde alguna vez estuvo ese hermoso anillo de brillantes que tanto tiempo Zlatan había pasado buscando. 

—Por lo que hizo mi hija— guardó silencio un momento. — Por destruir tu familia— quería echarse a llorar en ese momento, pero algo dentro de ella se amarró con cadenas de acero palmeando la mano de Henry también, como si con ese simple acto quisiese decirle que todo estaba bien, pero, ¿Lo estaba?. 

— Me voy a casa papá— la voz de la joven sonaba distante, su cintura era tan delgada que la mano de Zlatan casi le llegaba a la mitad. 

— Claro, debes comer algo— Henry palmeó el brazo del jugador mientras se llevaba a su hija, la pobre había sufrido ya demasiado con la enfermedad de su abuelo, su madre postrada en la cama, inclusive los recuerdos.

Se desplomó en la cama bufando por lo bajo, Zlatan la atrajo contra su cuerpo, casi podía sentir lo cálido de su piel contra la de ella, se mordió el labio para no llorar otra vez, había soltado lagrimas todo el camino, como si su alma se fuese perdiendo en cada una de ellas. 

— Háblame— murmuró Zlatan cerca de su oído, pero simplemente dejó el silencio de la habitación los invadiera, Ibra se sentía completamente impotente de no poder sacar aquello sentimientos atorados en el delgado cuerpo de Maeve. 

No tocó nada de la comida, inclusive Zlatan había preferido cenar en la recamara para vigilarla pero nada hacía que Maeve se moviera de su lugar, depresión, sí, él la había sufrido por unos momentos, aunque no la calificara como tal en aquellos días en el Barcelona, eso era por lo que su cuerpo atravesaba al poner un pie en el estacionamiento del campo de entrenamiento.

 Sin muchas ganas se dio una ducha para después dormir a su lado, atrapando su delgado cuerpo con los brazos, besando su coronilla y perdiéndose en el aroma a frutillas y suavizante que sus largos mechones chocolate habían adquirido. Maeve O'Ahern era su todo.

Abrió los ojos , aunque había dormido casi todo el día se sentía cansada, Zlatan dormía a su lado, con una paz que ella envidiaba fuertemente, su pecho se movía lentamente, el cabello le caía al lado del rostro.

Let's Play Love [Zlatan Ibrahimovic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora