Feeding our love

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«Va a ser un desastre» se repitió cuando se seguía acomodando la corbata y se veía al espejo de cuerpo completo que adornaba la habitación. Maeve seguía con el maquillista en el enorme baño lleno de  luz, aun no sabía que esperar de aquella cena, es decir, ¿Su familia se vestiría propiamente? ¿Se comportarían? ¡Joder que desastre!.

El maquillista había salido del baño con una enorme maleta de cosas que sólo él sabía para que las había requerido, y mientras se ahogaba en las paginas de un libro electrónico en su celular ella salió sosteniéndose el vestido que era de un naranja hermoso, de encaje, le entallaba al cuerpo de forma perfecta, de el largo correcto.

—¿Me ayudas?— le preguntó volteando y dejando al descubierto su piel blanca y hermosa, abrochó los botones del mismo color que se confundían ya con la tela, cuando terminó la tomó de la cintura besando su cuello.

—Por qué no me dices lo que sucede— murmuró dejándolo un tanto perplejo.—Sabes que puedes decirme Zlatan, siempre estaré contigo— la giró para que pudiese verla frente a frente, perderse en sus ojos, en la curva de sus labios, sintiendo que cada parte de su alma era absorbida por ese mar esmeralda.

—Adam me contó su historia— la apretó más contra sí.—de alguna forma tiene razón, somos niños pobres aun con nuestra ropa cara, a  mis diez años jamás pensé poder escoger entre un Armani y un Dolce Gabanna de mi guardarropa— Maeve se alejó de él con un rostro algo molesto, había deducido las palabras de Zlatan y realmente le sorprendida el hecho de que no hubiese confiado en ella.

—¿Piensas que mi familia no los aceptará?— le tomó el rostro con las manos.—Ven— lo jaló hasta la cama para que se sentara y ella al lado de él.

Estaba a punto de soltar una historia de lucha constante y esperaba que Zlatan alejara sus dudas con aquello. —Mi abuelo salió de Líbano cuando era muy niño, ahí tenían carencias, muchas, así que mis bisabuelos se mudaron a Francia, fue ahí dónde comenzó a trabajar como loco para poder pagar sus estudios, de lo que fuese.— tomó su bolso y de su cartera sacó una fotografía a blanco y negro ya desgastada, pareció contemplarla por unos segundos hasta que se la mostró. Era un pequeño niño de seis años con los pantalones rotos, zapatos desgastado, una camisa remendada al igual que su boina.

— Te presento al pequeño Nicolas Hayek— era poco creíble que uno de los hombres más poderosos de Suecia viviese de esa forma, o se viera de esa forma, cuando le conoció fue en una fotografía familiar dónde vestía elegantemente, de forma pulcra con un reloj que bien podía costar lo mismo que su casa.

—Todos venimos desde abajo Zlatan, a mí me toco la prosperidad como a Maxi o Vincent, así que mi familia sabe apreciar el trabajo duro, inclusive mi padre— no sabía como sentirse, después de lo que Adam le habia confesado, luego Maeve dándole su apoyo, aun así el recuero del viaje a Dubái, el rostro de Helena lleno de mortificación por el que dirán, no era en si un trauma pero sí un aviso de que tal vez alguno de la familia Hayek no iba a aceptar completamente a su familia.

Las manos le temblaban antes de poner en marcha el auto, pero el beso de Maeve le calmo por unos segundos, después la carretera se hacía más ancha en cuanto los metros avanzaban, oscuras pues el manto nocturno ya habia consumido la ciudad.

—Todo va a estar bien— le susurró Maeve, los padres de Zlatan junto con toda su familia llegaría después, Mino se habia encargado de poner camionetas a su disposición.

Maeve le dio las indicaciones después de pasar la caseta de vigilancia, dónde el guardia la reconoció de inmediato dejándola pasar, el tramo se extendía al menos unos cinco kilómetros más hasta que los enrejados comenzaron a aparecer, era como si estuviese una parte completamente diferente de Malmö, un mini Beverly Hills, los recuerdos le azotaron la cabeza, el niño de Rosengard de nuevo corriendo por aquella avenida llena de casas enormes, Maeve le señaló cual era el enrejado, el cual sea abrió cuando el auto se posó en la entrada, había que recorrer más camino hasta la casa principal, del mismo estilo que la de Estocolmo, sólo que aquella era blanca, de tres pisos, parecía un castillo antiguo, un hombre ya los esperaba en la entrada sólo para hacerle saber dónde estaría su auto al final de la velada.

Let's Play Love [Zlatan Ibrahimovic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora