Cap. 2 "Callejon"

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Pasamos el resto de la hora en los vestidores hasta que los chicos entraron para cambiarse, yo también lo tuve que hacer asi que me fui.

Terminando las clases fui a mi casillero para meter los libros que no necesito y sacar los que ocupare en casa para los deberes. Me despedi del Hombre Araña y cierre la puertecita deseando tenerlo en frente.

Eddie se fue una hora antes porque sus papas hablaron por teléfono, dijo que no era nada grave pero aun asi tenia que ir. Se disculpo por no acompañarme a casa como siempre pero le dije que estaba bien.

Ahora, salgo de la escuela, a tres manzanas queda una biblioteca algo pequeña pero tiene buen material. Necesito sacar varios libros para mis tareas que son demasiadas para una mortal como yo, he pensado seriamente en demandarlos...

Usaría mi computadora pero por obvias razones no puedo, y no me queda mas remedio que hacer la mitad de la tarea aquí en la biblioteca, se envía por correo. Tardare aproximadamente dos horas y media sin bien me va...

...

Camino por las transcurridas calles de Manhattan, la lluvia se calmo hace una rato pero decidió volver y con mas intensidad. Aferro mi mochila a mi espalda y mi gorra a la cabeza. Esta gorra es uno de los tantos regalos de Eddie, es azul y rojo, muy conveniente para mi admiración al Hombre Araña. Mi cabello lo tengo agarrado en una trenza mal hecha y sin amarrar.

En la parada del camión toco mis bolsillos y recuerdo que mi dinero se termino en el almuerzo en el escuela. Normalmente tomo dos autobuses y camino otra manzana mas para llegar a mi casa en Brooklyn, no tengo mas remedio que hacer todo el trayecto a pie. Podría llamar a Eddie pero no se si este ocupado con el asunto ese, también podría llamar a mama o papa pero los dos se la pasan todo el dia en la oficina y no tengo mas amigos. Ni modo, a ver que tal me va.

La noche por fin llego, las calles que tomo están totalmente vacías, de vez en cuando volteo a mi espalda, invadida por los nervios. Los perros ladran es periodos indefinidos, las farolas hacen que mi paisaje sea algo... lúgubre. Decido meterme a un callejon que estoy segura será un atajo directo a Brooklyn... Pero fue la peor elección que pude haber tomado.

Dos tipo salen de entre las sombras, uno de ellos tiene una cicatriz que empieza del ojo izquierdo y termina en la nariz, el otro tiene una enorme nariz puntiaguda y un tic en el labio inferior.

-Hola, amorcito- dice el de la cicatriz.

Los ignoro y sigo con mi camino sujetando mi mochila mas fuerte que nunca.

-¿A dónde vas, amorcito?- el mismo tipo me sigue y se pone delante de mi.

El otro pone su mano en la barbilla como si estuviera calmando su tic. Mi corazón se acelera y las manos me sudan.

-¿Qué llevas ahí?- pregunta.

De un movimiento agarra mi mochila, la jalo quitándola de su mano y corro por todo lo largo del callejón. Ellos me siguen. Me faltan ocho metros para salir cuando uno de ellos, el de la cicatriz, me alcanza agarrandome de la cintura. Pataleo un par de veces sin lograr nada. Me estampa en la pared, los ladrillos sueltan polvo y caen pedacitos. Sofocada, con mis libros encajándose en la espalda, trato de calmarme.

-Fame su mochila- le dice el del tic al de la cicatriz. Este me la quita y se la lanza.

Saca todos mis libros de la escuela, los de la biblioteca y libretas, mi cartuchera con mis colores especiales para lienzos, todo cae en un charco de agua.

Spider-BrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora