CAPÍTULO 64

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NARRA THOMAS:

¡Puto día de graduación! ¿No podían dar una barbacoa o algo? No, todos en trajes de etiqueta, como pingüinos. No sé hacerme el nudo de la corbata, ¿vale? Es algo que nunca he aprendido. No es mi culpa, es que el universo me odia.

 Me miré al espejo y me eché colonia. Mi pelo se negaba a peinarse, pero por el resto estaba bastante aceptable. Excepto...Me acerqué al espejo y contemplé las enormes ojeras que tenía, por no llevar durmiendo bien unas dos semanas, más o menos. Desde el día de la pelea con Bri.

 Cogí el colgante del laberinto que ella me regaló y me lo puse por debajo del traje. Era de la buena suerte, no podía faltarme.

-¡Tío, estás listo! ¡Mira que llegamos tarde!-Cam irrumpió en mi habitación, como siempre. Imagínate que lo hubiera estado haciendo con alguna tía buena; se hubiera quedado traumado. No, la verdad no quería nada con nadie que no fuera Sabrina Jones.

-Sí. De verdad, no sé cómo vamos a hacer esto-le confesé, mientras me ponía la toga.-Estos puto trajes me agobian un montón.

-Ey, aguanta, que ya queda menos. Dentro de nada estaremos en Seventeen, celebrando que nos hemos graduado como campeones-sonrió él pecas.-¡El birrete!

-¡Mierda, casi se me olvida!-maldije.-Ahora sí, vámonos. ¡Mi madre va a matarme!

-Thomas, tío, tranquilo, que vamos bien-me frenó Cameron.-Además, los asientos para los graduados están reservados, ¿te acuerdas?

-No, no me acuerdo, falté a esa reunión-le recordé.

-Es verdad. Estabas de bajón por la discusión con Bri. No me puedo creer que aún no habéis-meneó la cabeza de un lado a otro.-¡Qué par de cabezotas!

 Cameron sabía mejor que nadie lo mal que estaba llevando la pelea con Bri. Cuando me quedó claro que no iba a intentar nada con ella, le confesé todo.

-Los dos nos pasamos, pero ella más-dije, no muy convencido.-Debería hablarme primero, después de todo, yo también tengo mi orgullo.

-Sí, pero a quien quieres más, ¿a Bri o a tu orgullo?-preguntó Cameron.

 Me quedé en silencio. Cameron había dado en el clavo.

-Ve a los asientos, enseguida te alcanzo-le dije, y eché a correr.

-¡Espera! ¿A dónde vas?-me gritó, pero yo ya me estaba alejando.

-¡A dejar de ser un imbécil por una vez!-le respondí.

 Corrí todo lo que pude con esos ridículos pantalones que llevaba puestos, que me rozaban muchísimo. Pero en ése momento nada importaba; sólo Bri. ¿Cómo he podido ser tan tonto? Es obvio que ella me quería...Oh, no. Se me acaba de ocurrir la peor de las ideas; ¿y si a Bri ya no le gusto? Bah, Thomas, improvisa, eso se te da bien.

 Torcí a la izquierda y entré por una puerta que daba directamente al backstage del escenario, donde todo estaba ya preparado, los diplomas colocados y el atril listo para el discurso de mi pequeña. Me crucé con algunas personas con pinganillo, con la directora, el entrenador y un par de profesores más, pero a ninguno les pareció raro verme corriendo como un conejo con la toga y el birrete por el backstage.

 Por fin, en uno de los laterales que daban al escenario, escondida entre un montón de telas azules y blancas, estaba Bri. No podía verle el vestido, pero se había planchado el pelo y lo llevaba recogido en un moño elegante. También iba muy bien maquillada; estaba preciosa y me entraron ganas de... "Controla tus hormonas, Thomas", me dije a mí mismo.

 Aún así, parecía que no estaba nerviosa.

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Nunca digas sí a la primera (Thomas Brodie Sangster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora